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Paco Natera La UD Ibiza es nuevo equipo de Tercera División después de eliminar al Santanyí en la final del play-off de ascenso. Al conjunto de David Porras, que perdió 1-0 en el partido de ida, le bastaba con ganar por el mismo resultado para lograr el salto de categoría y lo logró gracias a un gol de penalti de Rafa Payán en los últimos compases del partido. Al acabar la prórroga (no había penaltis) con la mínima ventaja unionista, los ibicencos celebraron junto a su afición el ascenso. La directiva, encabezada por el presidente Amadeo Salvo, el cuerpo técnico y los jugadores festejaron una legendaria hazaña para el fútbol ibicenco, que tendrá la temporada que viene, sumando al Ciudad de Ibiza, dos equipos en Tercera División.

V. R./noudiari.es Reflotada por sorpresa hace dos temporadas por el expresidente del Valencia CF, Amadeo Salvo, la UD Ibiza regresa a la Tercera División balear. Llegar y besar el Santo. Así ha sido el ascenso materializado ante el Santanyí por el club del municipio de Eivissa, que el curso deportivo que viene tendrá de nuevo a un equipo en la cuarta categoría del fútbol nacional. Necesitaba un gol el conjunto que entrena David Porras para superar la eliminatoria ante los mallorquines, que en el partido de ida se impusieron por 1-0.

El hecho de ser cabeza de serie por haber acabado como primero en la Regional Preferente pitiusa otorgaba a los de casa la ventaja de no tener que acudir a los lanzamientos de penalti en caso de empate más allá de la prórroga. Y tras el tiempo extra jugado, llegó estallido de júbilo en el centro del campo ante el aplauso de los 700 espectadores que dieron respaldo a los futbolistas locales desde la grada de Can Misses.

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El partido tuvo unas elevadas dosis de suspense y no se resolvió hasta el final, después de 120 minutos de brega. El Ibiza necesitaba un gol para forzar la prórroga, pero este se resistía. Pasaban los minutos y las ocasiones generadas por los de casa morían en la orilla. El balón no llegaba a cruzar la delgada línea que separa el éxito del fracaso. Los delanteros locales chocaba una y otra vez en la ordenada defensa del conjunto mallorquín y cuando lograban zafarse de esta se topaban de bruces con las intervenciones del portero visitante.

Los primeros 30 minutos fueron de total y absoluta igualdad. El Santanyí era plenamente consciente de que el resultado inicial le servía para subir y no arriesgó ni una pizca. Tenía un plan: hacer buena la renta de la ida. Y estuvo a cinco minutos de conseguirlo. Rocoso, rascando en el centro del campo y trenzando alguna buena jugada desde la línea de medios, el Santanyí ponía de manifiesto en los primeros instantes que no iba a poner las cosas fáciles a su adversario.

Tras media hora de partido, el conjunto de casa pareció asentarse sobre el terreno de juego. Empezó a hilvanar el juego con mayor paciencia y aunque no estaba ni fino ni cómodo empezó a llevar la batuta, a mandar sobre el rectángulo de juego y a poner en jaque a su rival. Bien organizado sobre el césped, el conjunto mallorquín no creaba excesivo peligro en las inmediaciones del portal defendido por Carlos Moro, pero tampoco daba opción a su oponente, que en el 32 pudo marcar en un disparo de Mousa que atrapó el portero y en el 42 veía como anulaban un gol a Carlos Larra tras una falta por fuera de juego.

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Suspense
El segundo tiempo empezó como había terminado el primero, con dominio local hasta que el balón llegaba a la línea del último pase, donde se cuecen los goles y se ganan los partidos. Allí se atascaba el Ibiza, poco clarividente y acertado. Atenazado, quizá, por la importancia del partido, al Ibiza no se le adivinaba sobre el césped la superioridad que seguramente tiene hombre por hombre en comparación con el Santanyí, que suplió todas las posibles carencias en este sentido con un esfuerzo ímprobo, raza y grandes dosis de entrega.

El reloj corría cada vez más rápido para los de casa mientras su presidente se mordía la uñas en el palco y el respetable se impacientaba a la espera de un gol de los suyos que se hacía de rogar. Faltaban cinco minutos para el final y el partido estaba en el mismo punto que cuando había empezado. Comenzaban los murmullos en la grada cuando Payán, listo, mandó el balón de tacón desde el falco derecho hacia la posición de Copi, que cuando se disponía a driblar a su par fue zancadilleado dentro del área y el colegiado no dudó en señalar penalti. El propio Copi tomó la responsabilidad de transformar la pena máxima: tiro ajustado, gol y locura en la grada y en el campo con la celebración.

Con el 1 a 0 la UD Ibiza forzaba la prórroga. Los de casa necesitaban mantener el marcador o ampliarlo en los 30 minutos extras y de ninguna manera podían encajar para no verse forzados a marcar otros dos tantos para hacerse con el ascenso, algo que, en vista de cómo había transcurrido el duelo hasta ese momento, se adivinaba harto complicado. El Santanyí estaba tocado, tanto anímica como físicamente, y eso allanó el camino al Ibiza, sobre todo cuando su rival se quedó con uno menos en el minuto 105 y otros 15 aún por delante dada la expulsión de Francisco. Aún así, los mallorquines pusieron el ¡uy! en la grada en balones directos al área que subió a rematar incluso su portero.

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Pero ni por estas lograrían aguar la fiesta al Ibiza, que tras el pitido final se sumió en la alegría en el centro del campo, donde fue ‘mantenado’ su entrenador, David Porras, y donde su presidente, Amadeo Salvo, se fue abrazando, uno a uno, a todos sus futbolistas e integrantes del cuerpo técnico. La alegría era la misma en la grada, ansiosa de ver de nuevo fútbol de Tercera en Can Misses y con un proyecto que vende cosas importantes para la campaña venidera.

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