Por Víctor M. Victoria

Joan, Carlos y Rodrigo sonríen mientras Jesús muestra sus heridas de guerra. Tiene las piernas repletas de cicatrices, consecuencia de los innumerables golpes que sufre con su ligera bici practicando BMX Freestyle, su deporte favorito. Una especialidad tan espectacular y vistosa como arriesgada, y que vive en Ibiza tiempos de esperanza.

Jesús Sánchez y Joan Albert son, a día de hoy, los dos máximos representantes del BMX en la isla. Conocidos como riders, estos intrépidos deportistas de las dos ruedas realizan saltos, giros y otro tipo de piruetas que dejan sin aliento al espectador. Con tan solo 18 y 19 años ensayan sus trucos varias horas al día para hacerse un hueco en el exigente panorama nacional.

El BMX Freestyle ha evolucionado a velocidad de vértigo en los últimos años. Prueba de su buena salud es que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 albergarán por primera vez una competición de esta modalidad. A nivel nacional, Barcelona representa el epicentro de este deporte; es donde más pruebas se organizan y donde acuden las grandes estrellas mundiales.

Asiduos a la Ciudad Condal son también los dos riders ibicencos, huérfanos de pruebas en su ciudad natal. No hace mucho, tan solo unos años atrás, Ibiza organizaba exhibiciones y competiciones de prestigio, que incluso atraían a deportistas de otros países. Pero los tiempos de bonanza se extinguieron, y ahora Joan y Jesús deben hacer las maletas cada vez que participan en una competición.

Su lucha es, además de acrobática, de pura supervivencia. Cuentan con la ayuda de diversos patrocinadores (Taggisar y Solsert Joan; 360bs y HEBO Jesús, además de Weakheadshop para ambos), que les permiten sufragar desplazamientos, ropa y algún gasto más. Están por ello obligados a brillar con luz propia en las competiciones para llamar la atención de las firmas y labrarse así un futuro en este deporte.

¿Cómo conseguirlo? Realizando el truco perfecto, aquel que combine técnica, riesgo, vistosidad, perfecta ejecución y, sobre todo, mucha originalidad. Porque las acrobacias que hace unos años rozaban el filo de lo imposible, ahora son dominadas por un gran puñado de riders. Cosas de las redes sociales y de la evolución de este deporte.

Jesús Sánchez, en plena acción haciendo uno de su trucos.

“La gente es muy truquera, ha evolucionado muchísimo. Hacer la voltereta girando la bici era el truco fuerte; ahora tienes que hacer eso y cinco cosas más a la vez”, afirma Joan. “Ahora cualquier chaval que lleve un par de años realiza las cosas que antes eran increíbles”, agrega Jesús a su lado.

Para conquistar los ojos del jurado y los patrocinadores en una competición, los riders disponen de un minuto para demostrar su talento en un circuito cerrado. “Tú escoges tus trucos, cómo lo haces. Sueles tener un minuto para hacer acrobacias en los diferentes módulos. Y puntúas más si consigues recorrer todos los módulos del circuito. Aprovechar todo el espacio, obviamente, puntúa más. Tienes que fluir por todo el espacio”.

¿Qué puede condenar en el último instante una actuación? “Los trucos no son limpios cuando caes y te desestabilizas, cuando estás temblando sobre la bici, cuando sacas un pie un poco, lo apoyas en el suelo o caes de manera irregular…”.

Street y Park son las dos grandes modalidades del Freestyle BMX. La primera, la preferida por Jesús, se realiza en espacios urbanos y públicos. Allí los riders utilizan pasamanos, escaleras, bancos y otros obstáculos para hacer sus trucos. La segunda, practicada por Joan, se realiza en un circuito diseñado para ello, que suele ser de madera u hormigón, y donde se alcanzan velocidades y alturas muy superiores en las ejecuciones.

Un buen rider debe atesorar “imaginación, estilo propio, confianza en sí mismo, ser vistoso, no pensarse las cosas y constancia para repetir los trucos”, según resumen Joan y Jesús. Y mucha valentía y perseverancia. “Sufrimos constantemente heridas con el pedal, golpes por caídas de espaldas, de cabeza… Mucha gente coge traumas y no vuelve tras una caída”, destacan ambos.

Otro hándicap añadido es la escasa aceptación que todavía tiene este deporte en la sociedad. “Somos unos incomprendidos”, lamenta Joan.  “La propia federación de ciclismo no nos otorga la posibilidad de federarnos y nos pone múltiples problemas”. A ello se une la “mala imagen” que, según ambos, tiene la sociedad de estos deportistas. “Nos tratan como si fuéramos gente peligrosa”.

Joan Albert Ripoll vuela con su BMX.

Y es que las propias instalaciones que, sobre el papel, ellos deberían disfrutar porque están diseñadas e instaladas con tal fin, son escenario de conflictos con otros ciudadanos. “Muchos padres llevan a sus hijos allí a jugar y si tenemos algún percance, nos culpan a nosotros, es algo increíble”, lamentan.

Y por si fuera poco, entienden que el ayuntamiento ibicenco no atiende a sus peticiones. “Tenemos una rampa que podría servirnos para mucho, pero no nos ayudan a repararla. No nos tienen en cuenta cuando realizan una inversión, ni nos piden opinión. ¿Cómo es posible que un deporte que evoluciona tanto y tiene cada vez más adeptos, tenga peores infraestructuras que antes?”, se cuestionan sorprendidos.

Sin embargo, se vislumbra una luz al final del túnel. Su lucha por mantener viva la llama de este deporte en la isla llevó a Joan, Jesús y otros riders a crear un club, el ClubIBizaRider, que hará aproximadamente un año. Ahora empiezan a recoger sus frutos.

El próximo día 2 de marzo se inaugurará en la ciudad el Pumptrack, un circuito BMX con el objetivo de ser referente y cuna de importantes competiciones. Y donde los más pequeños puedan emular los trucos de Jesús y Joan para convertirse, por qué no, en el primer deportista español que represente al país en unos Juegos Olímpicos en esta apasionante disciplina deportiva.

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