Por Pablo Sierra del Sol

Poco les ha durado el sueño de la Tercera División a Rommel Campos y Jesús Indio. Los dos futbolistas nacidos en Ecuador y criados en Ibiza abandonaron el San Rafael hace dos semanas. Ni el mediocentro ni el lateral derecho contaban para Vicente Román y querían más minutos. Ahora buscarán acomodo en alguna plantilla de Regional o en el fútbol sala. Son jóvenes y no se han cansado de intentar abrirse paso en una categoría nacional. Seguirán insistiendo.

“Es una lástima lo que nos ha pasado en el San Rafael porque cuando nosotros firmamos con ellos aún estaba Buti como entrenador y creíamos que íbamos a tener minutos”, explica Rommel, que nació hace 22 años en Quevedo, capital de la provincia ecuatoriana de Los Ríos. Llegó a España con doce y siempre ha vivido en Ibiza, una isla que conoce bien gracias a la cantidad de clubes en los que ha militado desde que era infantil. Primero se apuntó ala cantera del Rápid Atlético. Después saltó a las inferiores de la antigua Unión Deportiva Ibiza-Eivissa. Más tarde jugó, como cadete, para el Puig d’en Valls. Buti entrenaba al primer equipo vallenc y le hizo debutar en Regional pese a su corta edad. Cuando llegó a juveniles se fue a la Peña para reforzar su conjunto de Liga Nacional. De ahí saltó al Sant Jordi, también en la misma división juvenil. Rommel, que había estrenado la mayoría de edad, decidió volver al país que había abandonado siete años atrás.

–Estuve viviendo en Ecuador un año entero e intenté probar suerte con el fútbol. Hice unas pruebas con varios equipos de la liga juvenil de Quito, pero como acababa de cumplir diecinueve no pudieron ficharme. Entonces fiché por un equipo de la segunda categoría y jugué allí aquella temporada.

Explica Rommel. Al volver a Ibiza su destino futbolístico fue el San Rafael. Vistió unos meses la camiseta blue del segundo equipo, que jugaba en la Interpueblos. Un problema con su entrenador, Juanjo Cruz, le dejó sin ficha y se unió al San Pablo de fútbol sala para no perder la forma. Fue entonces, en el verano de 2017, cuando apareció el Club Deportivo Ibiza: “Iván Córdoba nos llamó a Jesús y a mí para comentarnos que estaba armando un proyecto para subir a Tercera. Contaba con nosotros y no nos lo pensamos. Fue una experiencia muy buena para los dos. Convivimos con jugadores con mucha experiencia y aprendimos mucho. Además, la temporada acabó por todo lo alto con el ascenso ante el Andratx”.

El centrocampista pudo jugar casi completa la primera eliminatoria del playoff. En total, disputó 1.966 minutos durante toda la campaña, repartidos en 27 partidos. 23 veces salió en el once inicial. Marcó un gol. Antes de dejar por segunda vez el San Rafael, en las primeras seis jornadas de este curso solamente había disputado 23 minutos. Los números de Jesús Indio son clavados a los de su compatriota. Ha estado sobre el césped diecisiete minutos en su corto periplo como blue. Bajo las órdenes de Iván Córdoba jugó exactamente los mismos partidos que Rommel, acumulando solamente seis minutos más que su colega. Pese a ser zaguero aportó tres goles y pudo disputar completos los dos partidos de la ronda definitiva de ascenso contra el Andratx.

Rommel Campos posa para Fútbol Pitiuso el día del derbi frente a la Peña Deportiva.

Jesús Indio resume la temporada pasada “como el mejor de los aprendizajes”: “Compartir vestuario con tantos futbolistas que conocen perfectamente la Tercera balear nos ayudó muchísimo a crecer. No es fácil jugar partidos tan decisivos como los de un playoff. Hay que tener mucha sangre fría para que todo salga bien. En el club querían subir y creo que cumplimos la misión. Tanto Rommel como yo fuimos importantes, pero cambió la directiva y la nueva dirección deportiva tenía otros planes. Lo entendemos porque el fútbol funciona de esa manera, pero ahora tenemos que buscarnos el futuro en otra parte”.

España llegó a tener medio millón de habitantes nacidos en Ecuador. El tope se alcanzó en 2004, coincidiendo con el punto álgido de la burbuja inmobiliaria. Ecuador vivía una profunda crisis económica, previa a la elección de Rafael Correa como presidente de la república latinoamericana. Miles de personas vieron entonces una oportunidad para prosperar en los puestos de trabajo que demandaba el boom del ladrillo español e hicieron la maleta. En ese contexto el matrimonio Campos Flores, los padres de Rommel, llegaron a Barcelona. Él, que era entonces un niño de siete años, se quedó viviendo en Quevedo con su abuela materna. Desde la Península Ibérica les llegaba dinero cada vez que sus padres podían ahorrar unos euros de sus sueldos. Con el tiempo, los progenitores de Rommel se separaron y su madre se trasladó a Ibiza. Cuando el nieto cumplió los diez, la abuela compró dos billetes de avión y volaron juntos a Madrid, para viajar luego a las Pitiusas. Hicieron el camino contrario al de muchos compatriotas que aprovecharon las políticas favorables al retorno de los inmigrantes que pusieron en práctica los gobiernos de Correa para marcharse de una España que estaba colapsando por la crisis mundial de 2007. Eso sí, tras años separados, madre e hijo se reunieron, por fin, en la isla.

La historia de Jesús Indio es muy parecida. Acaba de cumplir 24 años y, a principios de siglo, cuando era solamente un crío, su madre viajó a España sin billete de vuelta. Él tuvo que esperar hasta la adolescencia para reencontrarse con ella en un mundo totalmente distinto para él. Dice que se adaptó bien a su nuevo país, que le gusta Ibiza, pero que siempre tiene presente el lugar donde nació: “Solamente he podido ir tres veces desde que vivo en Ibiza. Es una situación extraña porque aunque he crecido en Ibiza y tengo muchísimos amigos aquí, en cierta manera, me sigo sintiendo ecuatoriano. Y eso es algo que les pasa a muchísimos compatriotas que viven acá”.

La infancia pasada en Ecuador es un recuerdo imborrable para Jesús. A Rommel le ocurre tres cuartas partes de lo mismo.

“Los años que viví con mi abuela en Ecuador me los pasé jugando a fútbol con mis amigos. Coincidió con la gran etapa de nuestra selección. Ecuador siempre había estado a la sombra de las grandes selecciones de Sudamérica. Por eso, cuando Kaviedes marcó el gol que nos clasificó para el Mundial 2002 el país se paró”, dice Rommel, que tenía apenas seis años cuando el entonces delantero del Valladolid (donde estaba cedido por el Celta) cabeceó dentro de una de las porterías del Atahualpa de Quito el tanto que metía por primera vez a su país en una Copa del Mundo; la de Corea y Japón, concretamente. “Hemos tenido y tenemos grandes futbolista como Antonio Valencia o Felipe Caicedo, pero Kaviedes fue una inspiración para muchos chicos porque fue el primero en llegar a Europa y por aquel gol tan importante con la selección. Recuerdo otro que le metió de chilena al Barça cuando jugaba con el Valladolid”, explica Rommel haciendo referencia a un golazo que su compatriota, haciéndose espacio entre De Boer y Puyol, le marcó a Dutruel.

Jesús Indio a puesto fin a su etapa como futbolista del San Rafael.

Además, Jaime Iván Kaviedes comenzó su carrera en el Emelec, uno de los grandes de Guayaquil, el puerto principal y la ciudad más poblada del país: “En Quevedo nos tiran más los equipos guayaquileños. Es por una cuestión de altitud. Quito está en el altiplano, al otro lado de los Andes, y queda más lejos sentimentalmente. Eso en el fútbol se nota”. Lo corrobora Jesús Indio, que nació en Manta, una ciudad de costa que le obliga a irle al “Barcelona de Guayaquil”, el club más laureado de Ecuador. “Los duelos entre los equipos de las dos grandes ciudades se viven con mucha intensidad”, dice Jesús, “pero no hay nada tan bestia como los partidos de la selección, sobre todo si son contra Colombia, con los que tenemos mucha rivalidad por ser el vecino pequeño, o Argentina, el rival a batir para cualquier selección sudamericana”. Desde Ibiza, cada vez que La Tri juega un partido importante de la fase de clasificación mundialista o de la Copa América las familias y los grupos de amigos trasnochan para ver juntos a su selección. De paso, se curan la morriña.

Actualmente siguen viviendo en territorio español más de doscientas mil personas que poseen la nacionalidad ecuatoriana. En Ibiza son más de dos mil. Bastantes han prosperado trabajando duro la última década. La madre de Rommel, por ejemplo, tiene una inmobiliaria. Él trabajó en la obra y ahora está empleado en una tienda de muebles. Dice que no le quita un ojo al futuro y que ha empezado a formarse “en el mundo de las criptomonedas”, un negocio “que da bastante dinero aunque mucha gente no sepa aún en qué consiste”. Jesús, por su parte, ha estado trabajando en un hotel esta temporada turística: “Acabo dentro de unos días y podré centrarme totalmente en el fútbol este invierno. Si acabo la temporada en Regional me encantaría vivir otro ascenso. Con lo que nos gusta el fútbol a los ecuatorianos, algún día tendríamos que formar un equipo y federarlo, como pasa en las ligas modestas de Madrid o Barcelona. Sería precioso, defenderíamos con mucho orgullo esa camiseta”.

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