Por Pablo Sierra del Sol

Cinco minutos de conversación telefónica necesitó Iván Gómez para convertirse en el nuevo entrenador de la Sociedad Deportiva Formentera. “Me impresionó por lo claras que tenía sus ideas y lo directo que fue pese a que no habíamos hablado antes”, dice José Quereda, Pirri, el encargado de contratarlo. Pirri, incorporado al club rojinegro a finales de primavera para diseñar desde la dirección deportiva el proyecto con el que los formenterenses quieren volver a Segunda B, se encontró sobre la mesa con el nombre de Iván Gómez cuando entró en las pequeñas oficinas de Sant Francesc Xavier. “A Xicu Ferrer, el presidente, se lo habían ofrecido cuando supimos que Juan Arsenal no iba a continuar. Yo no tenía ninguna referencia previa de Iván y me puse a investigar. Me llegaron informes muy buenos de personas muy diferentes antes de hablar con él. Hay gente a la que le puede extrañar que apostemos por un tipo de 31 años que no tiene experiencia como primer entrenador, pero eso lo dicen porque no han hablado de fútbol un ratito con Iván. Está sobradamente preparado para hacerse cargo del Formentera”, dice Pirri.

Nacido en Aldaia, en plena periferia industrial de Valencia, un 25 de junio de 1987, Iván Gómez Roa tiene la pizarra de entrenador metida en la cabeza desde que era un chaval. Un vistazo a su biografía futbolística lo corrobora. De adolescente, además de jugar, ya entrenaba equipos de categorías inferiores en el Aldaia Unión Deportiva, una cantera de la que habían salido años atrás jugadores como Juan Sánchez, aquel delantero pequeño y eléctrico que se ganó el apodo de Romario de Aldaia jugando en el Valencia y el Celta. Con 22 años, Gómez pasó al Levante, donde, además de entrenar, trabajó en el área de captación de nuevos talentos. En el club levantinista fue quemando etapas hasta que se encontró con el vizcaíno Igor Oca: “Cuando yo llegué al Levante para hacerme cargo del juvenil B ocurrió una cosa que define perfectamente a Iván: él decidió renunciar a la pequeña ficha que estaba cobrando por entrenar a un equipo infantil para venirse de segundo conmigo. Iván tenía entonces 24 años, pero ya asomaba su personalidad de entrenador profesional. Sabía que iba a aprender más en una categoría como la Liga Nacional Juvenil que llevando un equipo de infantiles”. A Oca le sorprendieron las ganas, la seriedad, la disciplina y, sobre todo, el estudio concienzudo de la táctica y el análisis de futbolistas y equipos de Gómez, “una mente que devora fútbol”. Juntos, estuvieron tres años trabajando en la ciudad deportiva de Buñol. Allí vivió el nuevo entrenador del Formentera aquel tiempo, conviviendo con los chavales de la cantera granota que dormían en la residencia del club.

–Para nosotros se convirtió en una especie de primo o hermano mayor. Nos aconsejaba, nos protegía, nos daba ese trato más cercano que puede ofrecer el segundo entrenador de un equipo. Y, claro, nosotros, que nos encantaba hacer el cabra, nos pasábamos el día gastándole bromas.

Así recuerda el portero Dani Cárdenas la intrahistoria de las temporadas 2013/2014, 2014/2015 y 2015/2016. Durante esos cursos, en la cantera del Levante se cultivaron algunas de las mejores perlas que se han visto sobre el césped de Buñol. La mayoría han volado hacia otros clubes, pero durante aquel tiempo Oca y Gómez pudieron tallarlas con esmero. El progreso formativo trajo también resultados y el tándem pudo ascender con muchos de sus futbolistas al equipo de División de Honor. Su segundo puesto en Liga en la última campaña tenía premio: el subcampeón se clasifica para la Copa del Rey, el gran escaparate de los juveniles del fútbol español. “He subido a Segunda B con el Atlético Levante, eliminando en la ronda definitiva a la Unión Deportiva Ibiza en una tanda de penaltis que teníamos totalmente cuesta arriba. Cuando remontamos aquel 1-3 nos quedamos media hora petrificados. Casi no podíamos ni hablar porque no nos creíamos lo que habíamos hecho. Sin embargo, ese ascenso no es el mejor recuerdo que tengo en un campo de fútbol. Nada puede competir, de momento, con las semifinales que alcanzamos en la Copa del Rey juvenil”, dice Cárdenas. Igor Oca recuerda aquellos días con precisión. Su equipo eliminó al Sevilla, remontando en en casa el 2-1 de la ida. Llegar a cuartos de final parecía el final de la aventura. Allí esperaba el Rayo, que se había proclamado campeón el año anterior. El Levante asaltó Vallecas y se hizo fuerte en Buñol para colarse en unas históricas semifinales. “El Atlético de Madrid tenía un equipazo aquella temporada. En ese equipo juvenil había futbolistas que, como Theo Hernández, ya han debutado en Primera. Y solamente han pasado dos años desde aquel partido. Aunque empatamos la ida en casa, no tuvimos opciones en Majadahonda. No me cabe duda de que esas semifinales nos marcaron a todos. Las vivencias de esas semanas han sido un punto y aparte para los que participamos de ellas, una gesta que ha impulsado nuestras carreras”, explica Oca, que la temporada siguiente se separó de Iván Gómez para irse, precisamente, al club colchonero. Un año después, sin embargo, se reencontrarían en Vitoria. Mientras tanto, Gómez no perdió el tiempo y fichó por el San José valenciano, equipo del que es dueño Amadeo Salvo. En el verano de 2017, a Oca lo requirió el Alavés para ponerse al frente de su filial y, en cuanto tuvo una vacante en el banquillo, sacó de Valencia a su segundo de cabecera.

–El año en Euskadi ha sido apasionante. Iván es una persona híper activa. No sabe estar quieto. Cuando acababa de entrenar y quería desconectar un poco del fútbol, me decía: venga, María, coge la mochila, que preparo unos bocatas y nos vamos a dar una vuelta por el monte. Iván es muy espontáneo y Vitoria iba muy bien con él: era una ciudad no demasiado grande, muy limpia y ordenada, y rodeada de naturaleza. Por verde allí no será. Formentera es otra historia, pero llevamos aquí unas semanas y nos parece un lugar muy agradable para vivir y, sobre todo, tranquilo para criar a nuestro hijo.

Cuenta María Pozuelo, que comparte proyecto de vida con el técnico del equipo formenterense desde hace más de una década. Hace dos años se casaron y desde hace pocos meses, la familia ha sumado un nuevo miembro: el pequeño Martín, que nació en un hospital valenciano pese a ser gestado en la capital alavesa. “En Vitoria estábamos genial e Iván podría haber hecho carrera allí como ayudante, pero cuando apareció la propuesta del Formentera lo tuvimos claro los dos inmediatamente. La oferta era seria, el club, atractivo, y la posibilidad de entrenar un equipo como máximo responsable le llamaba mucho a Iván. ¡Era ver cumplido su sueño de infancia! Él siempre dice que está muy agradecido a sus padres porque le apuntaran al Aldaia cuando tenía solamente cuatro años”, dice María. “Siempre decimos”, cuenta la valenciana, “que somos un equipo. A veces toca sacrificarse por el otro en algunas cosas. Al principio de nuestra relación yo, por ejemplo, no entendía que por ser entrenador él tuviera los fines de semana ocupados. Pero lo comprendí con el tiempo y aquí seguimos, principalmente porque Iván sabe encajar muy bien las diferentes facetas de su vida. Para mí era muy importante que él pudiera aprovechar esta oportunidad que se le presenta. Cuando me consultó si debía aceptar la oferta del Formentera le dije que no lo dudara. A los dos nos encanta encontrar nuevos retos y no nos da miedo afrontarlos”. Esta valenciana de 30 años es educadora infantil, pero decidió dejar su trabajo hace dos años porque no encontraba las motivaciones suficientes para seguir desarrollando su vocación. Decidió tomarse un respiro, algo complicado cuando están en juego las aspiraciones profesionales: “Iván me apoyó totalmente y, en este tiempo, gracias a que yo tenía paro acumulado, hemos estado tranquilos y nos han pasado muchas cosas buenas: hemos vivido en diferentes sitios, han surgido retos muy bonitos y, claro, ha venido Martín”.

María sigue perfilando la cara B del entrenador: ni tan loco por el fútbol ni tan inmerso en su trabajo. “Iván es una persona meticulosa y apasionado por su deporte, es verdad. Como le ha pasado en otros equipos en los que ha estado, creo que conectará con los jugadores y podrá hacer una buena temporada. Le brillan los ojos cuando piensa en la Liga que tiene por delante. En casa, puede pasarse horas y horas leyendo, viendo o analizando partidos, jugadores, tácticas… Pero sabe desconectar el teléfono y olvidarse de todo; creo que eso es fundamental. Martín se ha convertido en la excusa perfecta. Iván llega a casa del entrenamiento, coge al bebé en brazos y se olvida de todo. Es un padrazo”.

Por delante les espera un curso que puede ser complejo. El Formentera es un equipo que después de haber probado la miel de la Segunda B tiene aspiraciones y exigencias. La plantilla se ha reforzado para estar en la parte alta de la tabla y luchar por el playoff. A la soledad intrínseca al entrenador de fútbol se puede sumar la soledad de los inviernos formenterenses, meses de frío y viento en los que la isla se convierte en un set mediterráneo de Doctor en Alaska. El cuartel donde tomará forma el proyecto deportivo de este estratega que, como Napoleón, ha sido ascendido a general con solamente 31 años. María confía en que Iván supere el desafío con dosis de normalidad: “Él es un currante. No entiende la vida sin esfuerzo y sin mirar a largo plazo. Y, además, tiene una cualidad fantástica: sabe hacer reír a los demás. Es un bromista nato que cultiva el buen humor. A mí me enamoró por lo divertido que es. Nos presentó un amigo en común y a mí se me fueron los ojos para él por lo simpático que era. El flechazo fue mutuo y aquí seguimos”.

“Yo no dudo”, recoge el testigo Igor Oca, “ de que Iván puede llegar lejos si tiene paciencia y suerte. A mí me encantaría volver a formar equipo con él, pero tiene que volar solo. El contacto que tenemos es muy directo. Ante todo, somos amigos y, además, mi cuñado Sergi [Martínez] es su segundo entrenador en Formentera. Todo queda en familia. Somos un pequeño grupo de cholistas [ríe], sabemos que no estamos tocados por la varita del talento innato y que tampoco tenemos un gran cartel por haber sido jugadores de Primera División. Por eso vamos partido a partido, sueño a sueño. Y algunos se están cumpliendo”.

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