Por Pablo Sierra del Sol

Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama si no quieres que todo te salga torcido. Este domingo fue uno de esos días raros para la Unión Deportiva Ibiza: el Don Benito truncó la racha de imbatibilidad del equipo de Palop con más oficio que juego. Las gotas de calidad las aportó el hijo pródigo que volvía a su isla, Pepe Bernal, un futbolista más que capacitado para marcar diferencias en Segunda B, un centrocampista con pase, sentido del espacio, garra, buen chut y pillería que quizás merezca dejar de ser cabeza de ratón para jugar en clubes con objetivos más ambiciosos.

Su zurda y su inteligencia sobre el césped le valieron a Josemi (como llamaban a Bernal en el vestuario de la Peña Deportiva el año pasado) para conquistar Can Misses en las dos acciones clave de un partido grisáceo. No había pasado más que media hora cuando Bernal forzó la segunda amarilla de Miguel Núñez, que llegó tarde a quitarle la bola en una jugada donde el ibicenco intentaba armar una salida de balón de su nuevo equipo, el Don Benito.

El Ibiza notó la inferioridad, dejó de tener la pelota y perdió el dominio de la zona ancha en favor de los pacenses. Esa fue la gota malaya que torturó a los diez celestes que quedaban en acción. El zarpazo que sería definitivo lo asestó Bernal desde la frontal del área. No había pasado más que un minuto desde la reanudación cuando su pierna izquierda convirtió un rechace en gol. Un sector de la grada vio mano en ese ataque del Don Benito y acabó censurando las decisiones de Nicolás Garcerán Docio, que saldría del campo minutos después en medio de una pitada.

El segundo tiempo constató que el Ibiza no podía desmontar el entramado defensivo de un Don Benito que gestionó muy bien las pequeñas pérdidas de tiempo que permite el reglamento para evitar que su adversario encontrara el ritmo que exigía la partitura del duelo. Durante los noventa minutos, la afición ibicenca solo aclaró la garganta para cantar gol una vez: un chut de Rodado desde la frontal fue la única ocasión clara que tuvo el Ibiza. El delantero mallorquín se hizo hueco con su cuerpo y le pegó botando a un cuero que habría besado las mallas si no hubiera intervenido ágilmente Leo Santos para enviarla a córner.

Palop ansiaba el gol y quemó los cartuchos que tenía en el banquillo. Fobi, Borriello y Armenteros fueron entrando en el partido sin mejorar el juego celeste. El Ibiza se partió en dos mitades y Mamau y Abraham Pozo cabalgaron con comodidad en varias contras, disponiendo de metros para hacerle daño a los tres defensas que le quedaban al Ibiza para protegerse, pero sin hallar el gol que finiquitaba el negocio de sumar tres puntos. No hizo falta y el Don Benito ganó y respiró (sigue en descenso pero más desahogado) a costa de un Ibiza al que se le terminó su mes mágico ese domingo en el que se levantó de la cama con el pie izquierdo y se le quemaron las tostadas del desayuno.

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