Que el ritmo no pare

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La Unión Deportiva Ibiza ya conoce las instalaciones que serán su cuartel general durante las próximas semanas. La expedición ibicenca (cuerpo técnico, plantilla y empleados del club) llegó ayer a la escuela de fútbol del Cracks a primera hora de la tarde. Atrás quedaban cinco horas de viaje. A las diez menos cuarto de la mañana, el autobús de Dipesa salía de Can Misses en dirección a la estación marítima de Marina Botafoch. Las cartas, el capítulo de una serie en la tablet, la música sonando por los auriculares, una larga cabezada o el sabor amargo del mate eran una buena manera de pasar las dos horas y cuarto que ha durado la travesía hasta Dénia.

Desde el puerto alicantino, nuevamente autobús. Un viaje de algo más de cien kilómetros hacia el norte hasta alcanzar la residencia donde hará vida el Ibiza entre entreno y entreno. La primera hora y media de trabajo ha llegado después de comer y de una merecida siesta. La veintena de futbolistas desplazados a la concentración valenciana ha disfrutado tocando balón mientras le encontraba el pulso al campo. Allí los celestes acabarán de ponerse a tono hasta que regresen a la isla para encarar el sprint final de la pretemporada.

Antes habrá mucho trabajo y cinco amistosos que servirán para ajustar piezas, ganar ritmo competitivo y dotar al equipo de la condición que se necesita de cara al primer encuentro oficial de la campaña.

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