¡Tracatrá!

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Por Pablo Sierra del Sol

Es 19 de agosto de 2018 y Emiliano Armenteros está sentado en el palco del Estadio de Vallecas dispuesto a ver el partido que enfrenta a los dos clubes que más han marcado sus años en España (Rayo y Sevilla) y sin equipo. Todavía. El veterano extremo izquierdo argentino, 32 años, espera reengancharse al Rayo antes de que cierre la ventana de fichajes veraniega. Regresar a Primera vestido de franjirrojo se volverá, sin embargo, un sueño imposible tan solo unos días después. El Rayo se queda sin fichas para la primera plantilla y Míchel, que había sido su compañero casi diez años atrás, lo descarta.

Armenteros tenía medio pie en el retiro hasta ayer. El Día del Pilar, la Unión Deportiva Ibiza incorpora al argentino, que jugará a las órdenes de otro ex compañero: Andrés Palop. Es un volver a empezar en una categoría que desconoce, la Segunda B, una parada extra para un viaje que empezó a principios de los noventa en los potreros donde acaba el Gran Buenos Aires.

Emiliano Armenteros nació un 18 de enero de 1986 en una ciudad periférica al gigante bonaerense, bien pegadita al aeropuerto internacional de Ezeiza, que, como le ocurre a muchos municipios de la Argentina, tiene nombre y apellido. Luis Guillón se llama la localidad donde el nuevo futbolista del Ibiza empezó a tocar la pelota. Su primer club fue la Sociedad de Fomento Domingo Rodríguez (que también tenía nombre y apellido) y de ahí saltó al Club Atlético Brown, donde completó su formación. En un humilde de Buenos Aires como Banfield le vieron cualidades y con diecisiete años ya había debutado en la Primera División argentina. Dos temporadas después vestía el rojo de Independiente, la escuadra que más veces ha levantado la Copa Libertadores.

El Sevilla tiene desde hace mucho tiempo un radar controlando continuamente el fútbol latinoamericano. En 2007, la dirección deportiva de Monchi consiguió que Independiente se lo cediera con una opción de compra. Atrás quedaban los 54 partidos y seis goles con el club de Avellaneda y sus internacionalidades con las selecciones menores de la AFA, y empezaba una etapa nueva en el filial sevillista. Triunfar en Europa era el sueño de Armenteros porque es el sueño de cualquier jugador criado durante las crisis económicas y la corrupción generalizada que lleva sufriendo Argentina (y, con mucha intensidad, sus clubes de fútbol) desde los noventa hasta hoy.

Armenteros no ha sido el crack que algunos creyeron que sería, pese a disputar 231 partidos y marcar 44 goles entre Primera y Segunda desde que llegó a España hace once veranos. No pudo asentarse en el Sevilla, sufrió un descenso en un Xerez que no estaba preparado para la élite y dejó interferencias en Osasuna, donde perdió también la categoría. En El Sadar le recuerdan como un jugón con buen regate y mejor control, tan capaz de hacer diferencias en algunos partidos como de borrarse en otros. Después de su etapa osasunista, Armenteros ha pasado tres años en México, jugando mucho y metiendo goles en el Chiapas, y siendo menos importante en el Santos Lagunas. Hace unos meses, el Rayo Vallecano lo repatrió para el fútbol español. En Vallecas celebró su segundo ascenso a Primera. Lo hizo como actor secundario, nada que ver con la temporada 2010/2011, cuando fue un puñal para las defensas rivales. Sus veinte goles señalaron el camino de regreso a Primera para los rayistas ocho años después de su último descenso.

Aquella fue su mejor campaña como profesional, pero ahora quiere volver a sentirse crack en una división menor. El Ibiza lo espera como agua de mayo porque, si algo ha echado públicamente en falta Palop desde que llegó a Can Misses, es desborde, profundidad por banda y fantasía en tres cuartos de campo. La cuenta de Twitter del Ibiza recordó ayer los highlights de Armenteros publicando un vídeo con sus mejores goles. La afición insular se muerde las uñas por verle meter alguno de esos trallazos vestido de celeste.

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