Yolanda se abraza a Ramos, cuando era jugador del San Rafael (Foto: Paco Natera).

David Alba La afición de Yolanda Ariza por el fútbol es genética. Su padre, árbitro, la llevaba al campo para que le viera pitar. Y aunque alguien pueda llegar a pensar que, quizás, ser la aficionada número uno del referee podía acarrearle más de un disgusto que le hiciera odiar el deporte rey para siempre, lo cierto es que esos recuerdos plantaron una semilla en su corazón. Como lo hizo Adrián Ramos cuando era jugador del Puig d’en Valls.

“A mi hijo le diagnosticaron leucemia y tuvimos que trasladarnos a Palma para el tratamiento”, recuerda con tristeza. Después de unos meses en Mallorca, una de las enfermeras que estaba al cuidado de su retoño le dijo que saliera al pasillo. Allí se encontró con todo el equipo del Puig d’en Valls. “Desde ese día Ramos ha estado unido a mi familia y mis hijos le quieren con locura”, explica.

Pero esta devoción por el delantero la ha convertido en objeto de mofa de su amigo y entrenador del San Rafael Vicente Román. “Vicente me llama chaquetera por seguir al Ciudad de Ibiza”, indica divertida. Por eso, en el hipotético caso de que el City y el San Rafael se encontraran en Tercera prefiere no mojarse. “Ufff -suspira-, los dos son buenos equipos y solo puede ganar ganar uno, pero yo les daría un empate”.

Sobre el futuro del fútbol de las islas, las pretensiones de Yolanda Ariza, fiel aficionada del FC Barcelona, son modestas. Como tantos aficionados, desea simplemente ver a un equipo de Ibiza en Segunda División B algún día no muy lejano, pero no le preguntamos cuál. A un corazón dividido no se le preguntan estas cosas.

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