¡Vaya película!

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Esta madrugada, Los Ángeles se viste de gala. La Academia entrega sus premios Oscar, el ojito derecho de la industria cinematográfica. Premios que, quizá, cuando lean este artículo ya habrán caído en el saco de Roma, Astar is born o Green Book. Quizá, incluso Black Panther ha dado la sorpresa morrocotuda de la historia del certamen y se ha coronado como la mejor película del año. Lo que sabemos seguro es una cosa. El Oscar a la mejor interpretación seguro que no se lo lleva el Ibiza por su papel en El Ejido. Antes lo hubiera ganado Paco Martínez Soria por El abuelo tiene un plan. No lo duden.

El conjunto celeste, en tierras almerienses de nuevo completamente de rojo, ofreció un filme a su público de ese género que tan poco le gusta a los académicos: el terror. Y eso que no se perdió, se arañó un punto, pero a estas alturas sabe a muy poco. Es el problema de la expectativa alta, del hype, que dicen los millenials. Como cuando vas al cine tras recibir sólo elogios a lo que vas a ver, se corre el riesgo de llevarse un chasco. Con el Ibiza en El Ejido pasaba igual. Toda la semana se habló de que solo valía ganar. Solo los tres puntos enganchaban de verdad al equipo unionista a la lucha por el playoff y hacían bueno el empate en el Nuevo Colombino siete días antes. Por eso, el empate a cero, o a nada, sumado en el Municipal Santo Domingo deja ese regusto amargo. El que deja la película regulín que presuponíamos obra maestra.

Volvieron los mismos aciertos y errores de (casi) siempre cuando el equipo juega fuera. No llega, pero no le llegan. En esa sencilla frase se resume la actuación ibicenca lejos de Can Misses. Notable alto de medio campo para atrás, insuficiente en ataque. Como ese alumno que se aplica pero no le dan las aptitudes para destacar por sus notas entre el grupo de amigos. El esfuerzo no se pone en duda, la clarividencia ofensiva, continuamente.

El doble pivote Iosu – Núñez empieza a parecer perverso. Todo lo que ganas en defensa lo pierdes en ataque. El problema es la autoexigencia. Si el equipo, recién llegado a la categoría, aspirara tan solo a la permanencia, la temporada sería brillante. Pero el propio club quiere más, nunca lo ha escondido y los movimientos en el mercado de invierno han ido en una dirección: intentar luchar por ascender. Es por eso que, en la jornada 26 y con los rivales ganando día sí día también, un punto sirve ya de poco.

No dio la sensación el Ibiza de tener esto último bien claro. Sobretodo en la primera mitad, al equipo le faltó meter una marcha más; pareció contemporizar, jugar al tran tran, hacer cosas para que no pasaran cosas. El Ejido, aún más necesitado, lo intentó todo, pero a estos les falta el talento que sí se le presupone a los celestes. Entre que unos no supieron más y los otros parecen aletargados el partido murió en la nada.

Son ya muchos encuentros sin que el Ibiza genere ocasiones. Villanovense en casa, Jumilla, Cartagena, Huelva, Sanlúcar, El Ejido. A veces, se ha llevado seis, otras incluso se ha ganado. Pero ese vacío ofensivo pesa. Imaginamos las dificultades de las televisiones a la hora de montar el resumen de las “mejores” ocasiones. Tarea complicada.

El caso es que la UD empieza a ver el playoff de lejos. Tan lejos como a ocho puntos. El próximo tren, posiblemente el último, pasará por Can Misses el próximo domingo a las 16:45 h, cuando los celestes recibirán al sorprendente San Fernando. Y lo harán, según las últimas noticias, sin Andrés Palop…

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