El fútbol es así, dicen los más veteranos, y esa frase resuena aún más fuerte cuando un equipo lo da todo sobre el césped, pero la fortuna decide mirar hacia otro lado. Así fue el caso del Portmany en su estreno esta temporada, donde, a pesar de luchar con el corazón, la victoria quedó fuera de su alcance tras un 1-2 en casa frente al Binissalem. Y es que el fútbol no siempre es justo, pero es implacable.
El arranque del partido pintaba con optimismo. Los aficionados, llenos de ilusión, esperaban que su equipo hiciera valer el factor local. Pero fue el Binissalem quien dio el primer golpe en el minuto 22, cuando Simo sorprendió con un disparo que dejó helada a la defensa ibicenca. Un 0-1 que no reflejaba del todo lo que sucedía en el terreno de juego, pero así es el fútbol: se trata de goles, no de merecimientos.
A pesar del mazazo, el conjunto dirigido por Vicente Román no bajó los brazos. Con la pausa del entretiempo para reorganizar las ideas, el Portmany salió con una energía renovada en la segunda parte. Y, apenas transcurridos dos minutos desde la reanudación, llegó el alivio. Niki, siempre atento, aprovechó un descuido en la defensa rival y empató el encuentro en el minuto 47. El grito de gol en las gradas se escuchó por todo San Antoni, como un estallido de esperanza. El partido se volvía a poner interesante.
Los locales continuaron empujando pero el Binissalem no vino a Ibiza para ser espectador. En el minuto 71, en una jugada que surgió de la nada, el equipo mallorquín encontró de nuevo el camino hacia la red, dejando a los aficionados del Portmany con el corazón en la mano. Con el 1-2 en el marcador, el reloj se convirtió en un enemigo implacable para los de Vicente Román.
El equipo rojillo apretó, luchó y lo intentó hasta el último suspiro. Hubo ocasiones que rozaron el empate, pero el balón simplemente no quiso entrar. La frustración se hizo palpable en el rostro de los jugadores al final del partido, que se dejaron el alma en el campo, pero no encontraron el premio.
La primera derrota de la temporada es siempre amarga, pero el fútbol, al igual que la vida, está lleno de revanchas. Y el Portmany ya mira al frente, con la mente puesta en la próxima jornada, cuando se medirán al Porreres, esta vez a domicilio. Vicente Román y sus chicos saben que la suerte no siempre está de su lado, pero si algo quedó claro en este partido es que la garra y el espíritu de lucha no les faltan.
La temporada apenas comienza, y si bien el estreno no fue el soñado, hay algo que no se puede negar: el Portmany está dispuesto a dar pelea. Quizá en el próximo partido, esa pizca de suerte que tanto esquivó a los de casa decida finalmente ponerse del lado de los guerreros de Sant Antoni. Y es que, en el fútbol, como en la vida, el esfuerzo siempre encuentra su recompensa… tarde o temprano.