La UD Ibiza tropezó en su camino con una derrota que dejó un sabor agridulce en el Palladium Can Misses. El Real Murcia se llevó los tres puntos en un duelo de alta intensidad. Los celestes, que venían de mostrar signos de mejora en su juego, sucumbieron ante un rival ordenado y letal en los momentos clave.
El partido comenzó con un ritmo trepidante. El equipo murciano no tardó en demostrar sus intenciones con un disparo peligroso de Benito que obligó a Belman a lucirse. La presión surtió efecto temprano: una falta lateral provocada por Escassi derivó en el primer tanto visitante. Loren, con una definición magistral desde el borde del área, silenció el estadio y marcó el 0-1.
El contratiempo no quedó ahí. Jesús Álvarez tuvo que abandonar el terreno de juego tras un choque que encendió las alarmas en el banquillo local. Para colmo, el partido se detuvo temporalmente por una emergencia médica en las gradas, lo que terminó de enfriar los ánimos de los ibicencos. Mientras tanto, el Real Murcia controlaba el juego con una defensa impenetrable y transiciones rápidas que hacían tambalear a la UD Ibiza.
Cuando parecía que el equipo local comenzaba a tomar el pulso al partido, un contragolpe murciano derivó en un penalti innecesario. Sin embargo, la actuación salvadora de Belman, atajando el disparo desde los once metros, evitó que el daño fuera mayor y dio un respiro a los celestes. La primera mitad se cerró con el marcador en contra y una sensación de impotencia para el equipo local, que no lograba encontrar la fórmula para romper la estructura defensiva visitante.
La charla en vestuarios surtió efecto, y los ajustes tácticos de los locales dinamizaron el juego. El ingreso de Pau Ferrer, Mo Dauda y Monjonell dio frescura al ataque y permitió a la UD Ibiza equilibrar el marcador con un golazo de tacón de Ferrer tras un centro preciso de Quique. La grada volvió a vibrar con los suyos, pero el empate no sería suficiente para saciar el hambre de victoria.
A pesar del ímpetu renovado, los últimos minutos fueron un vaivén de emociones. El Real Murcia resistía con una defensa compacta y buscaba aprovechar los espacios que dejaban los locales en su afán por remontar. Quique estuvo a punto de marcar el segundo, pero su remate de cabeza salió desviado, frustrando a los aficionados que ya coreaban el tanto.
Cuando parecía que el empate sería el desenlace lógico, el Real Murcia aprovechó una última oportunidad. Alcaina desbordó por la banda derecha y centró para que Carrillo sentenciara el encuentro en tiempo de descuento. Guillem tuvo la última palabra, pero su cabezazo se estrelló en el palo, dejando a la UD Ibiza con las manos vacías y el corazón encogido.
Esta derrota pone a prueba la capacidad del equipo para reponerse y también la fe de su afición en un proyecto que promete pero aún no termina de despegar. El camino es largo y las lecciones están ahí para ser aprendidas. El Palladium Can Misses, como siempre, será el escenario donde los ibicencos buscarán redimirse y mantener viva la esperanza.