El Manacor ha puesto fin a la reciente racha victoriosa del Sant Jordi con un 2-1 que dejó sensaciones mixtas en el cuadro verdinegro. Después de encadenar dos triunfos consecutivos, el equipo dirigido por Carlos Tomás aspiraba a un tercer golpe de efecto en su lucha por escapar de los puestos bajos de la tabla, pero se topó con la contundencia de un rival efectivo y decidido.
El partido, disputado con intensidad desde el primer minuto, mostró a un Manacor decidido a marcar el ritmo. La presión del equipo local dio frutos en el minuto 34, cuando Torregrosa, oportuno y certero, encontró el camino al gol con un remate que dejó sin opciones al portero jordier. Ese tanto no solo desestabilizó momentáneamente al equipo ibicenco, sino que también condicionó el resto de la primera mitad, obligando al Sant Jordi a buscar soluciones durante el descanso.
La charla técnica de Carlos Tomás surtió efecto en el arranque del segundo tiempo. El Sant Jordi, lejos de rendirse, saltó al césped con energía renovada, presionando con criterio y mostrando una actitud combativa. El esfuerzo se tradujo en el empate al filo del minuto 50, cuando Guti, siempre oportuno, capitalizó un descuido defensivo para igualar el marcador. El gol, cargado de simbolismo y esfuerzo colectivo, encendió la esperanza en los aficionados verdinegros.
Sin embargo, la reacción del Manacor no tardó en llegar. El equipo local supo gestionar la presión con frialdad y, en el minuto 63, Fernando desató la euforia en las gradas al marcar el tanto definitivo. El 2-1 no solo recompensó la insistencia del cuadro mallorquín, sino que también dejó al Sant Jordi sin margen para una segunda remontada.
Pese a la derrota, el equipo verdinegro demostró garra y capacidad para competir en escenarios complicados. Sin embargo, la falta de precisión en momentos clave y la necesidad de mayor solidez defensiva siguen siendo puntos a mejorar de cara a los próximos encuentros.
El calendario no da tregua, y el próximo reto para el Sant Jordi será nada menos que un derbi ibicenco frente al Portmany en el Kiko Serra. Más allá de la rivalidad local, el duelo representa una oportunidad crucial para sumar tres puntos que pueden ser vitales en la lucha por salir de la zona baja de la tabla. Con 9 puntos acumulados, el margen de error es mínimo, pero la fe en la plantilla y el respaldo de su afición podrían marcar la diferencia.
El fútbol no entiende de garantías, pero el Sant Jordi tiene claro que, si algo define su espíritu, es la capacidad de levantarse tras cada golpe. La semana entrante será clave, y el derbi, un nuevo examen en su lucha por redirigir la temporada.