Hay domingos que no necesitan un gran marcador para dejar huella. El pasado 9 de marzo, el Campo Municipal Kiko Serra se convirtió en el escenario de una de esas jornadas que recuerdan por qué el fútbol sigue siendo, ante todo, un acto colectivo. El Sant Jordi presentó a todos sus equipos para la temporada 2024/25, y lo hizo rodeada de su gente: jugadores, familias, técnicos, amigos y una afición que no falla ni en las celebraciones.
No hubo prisa, ni estridencias. Todo transcurrió con el ritmo amable de las cosas bien hechas. Desde la bienvenida del presidente del club, Alfonso Rojo, hasta las palabras del alcalde de Sant Josep, Vicent Roig, la sensación fue la misma: este club tiene algo que va más allá de los resultados, una identidad construida en el día a día.
Uno tras otro, los equipos fueron saltando al césped con la ropa oficial del club, posando ante los aplausos del público y dejando claro que aquí el orgullo no entiende de categorías. Desde el primer equipo de Tercera RFEF hasta los más pequeños de la escoleta, todos tuvieron su momento. Y no solo fue una presentación, fue también una muestra de la amplitud de un proyecto que no ha dejado de crecer.
Más de 300 licencias federativas, 20 equipos de base, un primer equipo competitivo y una estructura que sostiene el fútbol desde abajo. Todo eso se condensó en la foto de familia final, con las plantillas reunidas en el centro del campo. Una imagen sencilla pero cargada de simbolismo, como un espejo de lo que es este club: unión, compromiso y formación.
El Sant Jordi no necesita grandes titulares para reivindicarse. Le basta con abrir las puertas de su casa, como hizo el domingo, para demostrar que sigue siendo una referencia del fútbol formativo en la isla. Setenta y cinco años de historia no se improvisan, y este club lo sabe bien. Por eso sigue apostando por su cantera como motor de futuro, cuidando cada paso de los más jóvenes y manteniendo vivo el espíritu de pertenencia que lo distingue.
Porque al final, lo que permanece es el vínculo con la comunidad. Y ese, en Sant Jordi, sigue siendo su mayor logro.