Golpe seco, inesperado y de los que duelen. El Inter Ibiza tropezó por primera vez en la temporada y lo hizo en casa, ante su afición, frente a un Son Cladera que fue más certero, más práctico y más contundente. El marcador final, un 0-3 que retumbó en Can Cantó, refleja una tarde en la que los gualdiazules no encontraron la chispa que tantas veces les había guiado en este inicio de curso.
Durante buena parte del encuentro, los de Carlos Fourcade mantuvieron el control, el balón y las intenciones, pero la puntería se quedó en el vestuario. Las ocasiones pasaron de largo y el tiempo empezó a pesar como una losa. El Son Cladera, paciente y ordenado, aguardó su momento. Lo encontró en el minuto 62, cuando Alberto Moreno aprovechó un desajuste defensivo para abrir el marcador y enfriar el ambiente.
El tanto cayó como un jarro de agua fría sobre un Inter que no supo reaccionar. Buscó el empate con más corazón que ideas, se volcó en ataque y dejó espacios atrás. En el tramo final, el conjunto visitante olió sangre. Primero fue Jamal Yusif, en el 86, quien amplió la ventaja con un disparo que desató la desesperación local. Y ya en el añadido, Nilson Samudio sentenció con el tercero, cerrando una tarde aciaga para los ibicencos.
El Inter Ibiza, que hasta ahora había firmado un arranque impecable, se topó con la otra cara del fútbol: la del castigo a la falta de acierto. Aun así, mantiene un partido pendiente y todas las sensaciones de que este traspié puede servir de aprendizaje. El próximo reto, en el campo del Santanyí, se presenta como la oportunidad perfecta para reencontrarse con su mejor versión y demostrar que lo de Can Cantó fue solo un accidente en el camino.
Un tropiezo que duele, sí, pero que también recuerda que ningún sueño se construye sin algún golpe de realidad.
