1-0. Una SD Ibiza valiente muere en la orilla ante el Atlético Baleares

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Un lance del partido. Foto: Atlético Balearese

No siempre gana el que más propone, ni el que más corre, ni siquiera el que más lo intenta. A veces, el fútbol se vuelve caprichoso y se decide desde los once metros. Y eso fue lo que ocurrió este domingo en el Estadi Balear, donde la SD Ibiza cayó por la mínima (1-0) ante un Atlético Baleares que, sin ser mejor, supo aprovechar su oportunidad desde el punto fatídico. El tanto de penalti de Tovar en el minuto 65 bastó para dejar sin premio a un equipo ibicenco que mostró personalidad, garra y un plan de partido serio durante muchos minutos.

Raúl Casañ y los suyos llegaron a Mallorca con las ideas claras y las piernas enchufadas. Saltaron al césped con el cuchillo entre los dientes, decididos a incomodar al segundo clasificado de la categoría desde el primer suspiro. Y lo lograron. Los rojillos, con Andrada estrenando titularidad tras su reciente fichaje y Edu Frías regresando a la portería tras la baja de Rimvydas, no solo plantaron cara al Atlético Baleares, sino que por momentos le hicieron dudar de su propia jerarquía.

Especialmente en una primera mitad vibrante, donde la SD Ibiza fue más que un simple invitado al Estadi Balear. Presionó alto, robó balones en zonas comprometidas y desactivó la salida de balón del conjunto mallorquín, que no se sintió cómodo hasta bien entrada la segunda parte. La mejor ocasión, de hecho, fue para los visitantes: una jugada trenzada de libro terminó en las botas de Pepe Bernal, que rozó el gol con un disparo sutil que se marchó lamiendo el poste.

El plan de Casañ estaba funcionando. La defensa se mostró sólida, la medular intensa, y arriba, la mezcla de velocidad y talento ponía en apuros a un rival que veía cómo se le escapaba el control del partido. El empate al descanso no reflejaba del todo lo visto en el campo, pero al menos premiaba el buen hacer táctico de los pitiusos.

En la reanudación, el guion se mantuvo. La SD Ibiza seguía mordiendo y disputando la posesión con ambición. Marquitos se ofrecía entre líneas, Gilbert y Álex Sánchez estiraban el campo, y la defensa seguía sin fisuras. Hasta que, en una acción aislada, el equilibrio se rompió. Bover cayó en el área tras una acción con Pepe Bernal y el árbitro no lo dudó: penalti. Tovar asumió la responsabilidad y batió a Edu Frías, que adivinó el lado pero no pudo evitar el 1-0.

El gol hizo daño. Por primera vez en el partido, el equipo de Raúl Casañ tambaleó. El Atlético Baleares, hasta entonces contenido, se soltó la melena y empezó a generar peligro. Edu Frías emergió entonces como el salvavidas rojillo, evitando el segundo con una estirada soberbia a un disparo de falta de Jofre y más tarde con una intervención de reflejos felinos ante Pol.

Pero el conjunto ibicenco, pese al mazazo, no se rindió. En el tramo final volvió a asomar la cabeza con coraje, tirando de orgullo y corazón. Riquelme agitó el árbol desde el banquillo, Adri López lo intentó una y otra vez desde la banda, y el equipo se volcó sobre el área balearica en busca del empate. Faltó acierto en el remate, sobró solidez en el rival.

El pitido final dejó una sensación amarga, pero también motivos para creer. La SD Ibiza bajó a la undécima posición con cinco puntos en cinco jornadas, sí, pero mostró una versión competitiva ante uno de los candidatos al ascenso. Esta vez no hubo recompensa, pero si el camino es este, las victorias acabarán llegando. Porque cuando un equipo se deja el alma, el fútbol, tarde o temprano, le devuelve el guiño.

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