El calendario ha hablado, y el destino vuelve a cruzar los caminos de la UD Ibiza con el fútbol más humilde, pero también más impredecible. El sorteo de la Copa del Rey ha querido que el conjunto celeste arranque su andadura en San Marcos, feudo del CD Quintanar del Rey, equipo recién aterrizado en Segunda Federación y con ganas de escribir su propia página dorada en el torneo del KO.
El duelo, fijado entre los días 28 y 30 de octubre —aún sin fecha ni horario concretos—, promete ser mucho más que una simple eliminatoria copera. Para unos, una fiesta irrepetible; para otros, una cita que evoca fantasmas recientes. La UD Ibiza aterrizará en tierras conquenses no solo con la etiqueta de favorito, sino también con la mochila emocional de dos eliminaciones consecutivas ante rivales de inferior categoría. La herida del año pasado, aún fresca, se gestó no muy lejos de allí, ante el Conquense. Este nuevo reto, casi simbólico, es una oportunidad para redimirse.
En el papel, la distancia entre ambos equipos es evidente. La UD Ibiza milita en Primera Federación con aspiraciones de volver al fútbol profesional. Su plantilla, diseñada para mirar hacia arriba, contrasta con la del Quintanar del Rey, un equipo que apenas comienza a adaptarse al exigente ecosistema de la Segunda Federación.
Pero si algo ha enseñado la Copa del Rey, es que la lógica rara vez manda. Cuando el foco se posa sobre escenarios humildes, como el del modesto campo de San Marcos, la épica encuentra su espacio. La cercanía del público, el empuje emocional y un césped de dimensiones contenidas suelen nivelar batallas a priori desiguales. Ibiza lo sabe, y por eso tendrá que hacer valer su experiencia sin dar margen a la confianza.
La trayectoria de ambos equipos en este arranque de temporada deja entrever caminos opuestos. La UD Ibiza, irregular en sus primeras seis jornadas, transita la zona media del Grupo 2 de Primera Federación con más dudas que certezas. Ocho puntos, seis goles a favor y ocho en contra pintan un arranque tibio, en el que la solidez defensiva y la pegada ofensiva aún no han encontrado el equilibrio esperado.
En cambio, el Quintanar del Rey pelea por afianzarse en su nueva categoría. Con solo una victoria en cinco partidos y cuatro puntos en su haber, ocupa la zona baja del Grupo 5 de Segunda Federación. Sin embargo, su rendimiento en casa ha dejado pinceladas de coraje y competitividad, elementos que pueden crecer cuando enfrente aparece un rival de superior categoría.
Más allá de los sistemas y los nombres propios, esta eliminatoria supone un examen de madurez para la UD Ibiza. Superar este tipo de duelos no solo requiere fútbol, sino también templanza. La historia reciente del club en esta competición aconseja máxima cautela: cuando el exceso de confianza entra en juego, la Copa castiga sin piedad.
Paco Jémez, al frente del banquillo celeste, tiene ante sí el reto de transmitir esa mentalidad a su plantilla. La seriedad, la concentración y el respeto por el rival serán claves para evitar que la historia se repita. El vestuario necesita un triunfo convincente no solo para avanzar de ronda, sino para reconciliarse con una competición que hasta ahora le ha dado más disgustos que alegrías.
Para el Ibiza, la Copa del Rey no debería ser solo un trámite. En una temporada donde el objetivo principal es el ascenso, el torneo del KO puede servir como impulso anímico, escaparate para jugadores menos habituales y oportunidad de alimentar la ilusión de una afición que ansía noches grandes.
Pero todo empieza en San Marcos, bajo el aliento de una hinchada local que sueña con la hazaña. Allí, en ese campo donde los gigantes a veces se tambalean, el Ibiza deberá demostrar si ha aprendido la lección o si el hechizo de la primera ronda continúa extendiendo su sombra.




















































































