Greg Gantt, el ‘francotirador’ del Sant Antoni, entra en el Salón de la Fama de FAU

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El parquet del Pabellón de Sa Pedrera tiene estos días una historia más que contar. No es una jugada ensayada ni una canasta sobre la bocina. Es la historia de Greg Gantt, el escolta del Class Bàsquet Sant Antoni, que ha sido incluido en el prestigioso Salón de la Fama de la Florida Atlantic University Athletics. Una noticia que rebota con fuerza en la cancha pitiusa, porque no todos los días se convive con un jugador cuya huella ya es imborrable en el baloncesto universitario estadounidense.

Gantt no ha sido un anotador cualquiera. Fue el alma ofensiva de los Owls durante cuatro temporadas y dejó su nombre estampado en once récords del programa. El más sonado, el de máximo anotador histórico de la universidad, con 1.972 puntos que hoy siguen siendo una marca inalcanzable. Pero detrás de ese número se esconde mucho más: 677 puntos en una sola temporada, 84 triples en un año, 717 tiros de campo anotados… una auténtica metralleta de larga distancia que convirtió la FAU Arena en su territorio de caza.

La ceremonia de su ingreso al Hall of Fame, celebrada hace apenas unos días en Estados Unidos, fue un momento cargado de emoción. Allí, Gantt volvió a vestirse de corto, aunque esta vez con traje y corbata, para recibir los honores por una carrera universitaria que rozó la perfección. Y en su discurso, entre recuerdos, agradecimientos y nostalgias, tuvo tiempo para mirar al presente. No se olvidó del Sant Antoni, su casa desde hace dos temporadas, ni del club que le dio permiso para vivir este reconocimiento en mitad de la exigente temporada de Segunda FEB.

Porque aunque los focos hayan apuntado a su pasado, Gantt sigue escribiendo su historia en tiempo presente. En Ibiza, donde se ha convertido en pieza esencial del engranaje de Josep Maria Berrocal. Su juego, tan cerebral como eléctrico, ha elevado el nivel competitivo del equipo portmanyí, y su liderazgo se percibe tanto en las estadísticas como en el vestuario. A sus 34 años, sigue siendo un referente silencioso, de esos que hablan cuando el balón sube y las defensas se aprietan.

Lo que vivió en Florida no fue casualidad. Tres veces elegido para el Sun Belt All-Conference, presencia constante en el NABC All-District y miembro fundamental del equipo que, en 2011, logró el primer título de temporada regular de la historia del programa. Aquella plantilla dirigida por el mítico Mike Jarvis encontró en Gantt a su ejecutor de confianza, su carta ganadora en momentos calientes. Como lo es ahora en Sant Antoni, donde ha sabido adaptarse al baloncesto europeo sin perder su esencia de killer.

Formado en Sociología, Gantt fue drafteado en 2013 por los Austin Toros en la D-League de la NBA, rozando el sueño de todo jugador norteamericano. Y aunque su carrera profesional lo ha llevado por caminos distintos, su legado en la NCAA ya está sellado con letras doradas.

Hoy, cuando entra al vestuario del CBSA, sus compañeros lo miran con el mismo respeto que se le tiene a un veterano curtido en mil batallas. Pero ahora también saben que comparten equipo con una leyenda viva del baloncesto universitario norteamericano. No es poca cosa.

En un rincón del Salón de la Fama de la FAU, hay una placa con su nombre. Aquí, en Ibiza, hay un equipo que sigue soñando con él en pista. Y eso, para Gantt, puede que valga incluso más que todos los récords.

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