La UD Ibiza afronta su estreno en la Copa del Rey con una mezcla de ilusión y cautela. El equipo celeste visita este miércoles al Quintanar del Rey, un rival de Segunda RFEF que, pese a ocupar la última posición de su grupo, no quiere ser un mero espectador.
El técnico Miguel Álvarez ha llegado al banquillo ibicenco con la energía de quien quiere construir algo desde cero. En pocos días, pese a la derrota de este domingo ante el Teruel, ha conseguido encender el vestuario: el grupo respira entusiasmo, intensidad y una mentalidad de trabajo que empieza a notarse. Su idea es clara: crecer paso a paso, sin atajos, y aprovechar cada encuentro como una oportunidad para reforzar la identidad del equipo.
El choque ante el Quintanar se presenta como una prueba ideal para medir esa evolución. Nadie en Ibiza quiere hablar de favoritismos. La Copa, ya se sabe, suele premiar a los que no se confían. El cuerpo técnico ha estudiado al detalle al rival, consciente de que, en este tipo de eliminatorias, el corazón y la motivación muchas veces pesan más que la categoría. El escenario será modesto, el campo exigente, pero la actitud del grupo apunta a un equipo preparado para competir en cualquier circunstancia.
En lo deportivo, la convocatoria recupera nombres importantes. Álex Gallar, Tamir, Müller y David del Pozo vuelven al grupo, mientras que Sofiane cumplirá sanción y Señé sigue con su proceso de recuperación, cada vez más cerca de volver. La buena noticia es que el plantel empieza a recuperar efectivos en posiciones clave, especialmente en el centro del campo.
Uno de los focos estará en Davo, que busca reencontrarse con su mejor versión tras un tiempo fuera de los terrenos de juego. El técnico confía en su talento y en el equilibrio que puede aportar en ataque junto a los otros delanteros, todos ellos enchufados y con ganas de minutos.
Álvarez no se guarda nada para después. Su mirada está puesta únicamente en este partido, sin distracciones por la próxima jornada liguera. Para él, la Copa es una oportunidad perfecta para conocer a fondo a su plantilla, probar variantes y, sobre todo, mantener viva la chispa competitiva.
El entrenador insiste en un mensaje claro: competir, respetar y disfrutar. Sabe que este tipo de noches tienen algo especial, y que a veces los sueños más grandes empiezan en campos pequeños.




















































































