El Club Waterpolo Sant Josep se lanza a por la temporada: cantera valiente, espíritu inquebrantable

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No hizo falta mirar el calendario. Bastaba con acercarse a la piscina y sentir el murmullo inquieto en la grada, el eco de los silbatos, la tensión que solo trae el arranque de una temporada. El Club Waterpolo Sant Josep ha vuelto a sumergirse en la competición con las ideas claras, la ilusión intacta y una mezcla tan arriesgada como apasionante: juventud y carácter.

La jornada inaugural dejó varios titulares, pero uno de ellos brilló por encima del resto: la cantera josepina ha empezado con paso firme. El equipo alevín fue el encargado de romper el hielo en un derbi balear frente al Ciutat de Palma que tuvo aroma de algo más grande. A pesar de su corta edad, los chicos del Sant Josep se movieron con la determinación de quien ya entiende el juego, no solo lo ejecuta. Con ataques bien hilvanados, defensa solidaria y una confianza que contagia, lograron un 14-9 que deja buenas sensaciones y, sobre todo, un mensaje: la base del club está más viva que nunca.

El choque en categoría cadete trajo una prueba diferente. Ante un CEIB Gobycar muy rodado y con músculo competitivo, los josepins sufrieron el rigor del marcador (20-7), pero se mantuvieron firmes, sin perder la compostura ni el sentido de equipo. En categorías formativas, no todos los aprendizajes vienen con victorias. Este grupo demostró que sabe perder con la cabeza alta, lo cual también construye.

Y cuando la tarde ya olía a cloro y emoción, llegó el plato fuerte: el partido absoluto masculino. Un duelo de alta intensidad entre CEIB Gobycar y Sant Josep, que ofrecieron un recital de esfuerzo, aciertos y desgaste físico. No hubo tregua. El 15-12 final favoreció a los locales, pero el Sant Josep se marchó con algo igual o más valioso: la certeza de estar a la altura, de que hay equipo para competir cada partido, de que se puede pelear en todas las piscinas sin complejos ni excusas.

La derrota no pesó como tal. Fue, más bien, una llamada a la ambición. Este Sant Josep no vive de gestas pasadas ni promesas vacías. Vive del trabajo diario, del impulso de una base que pide paso y de un primer equipo que juega con el alma.

El arranque ya está hecho. Las sensaciones, sembradas. Ahora queda lo mejor: el viaje. Porque este equipo no ha venido a ver pasar la temporada. Ha venido a escribirla.

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