La Copa RFEF tuvo en el Sánchez y Vivancos un capítulo de los que desgastan corazones. La SD Ibiza estará en la final autonómica tras tumbar en los penaltis a una Peña Deportiva que mereció mucho más y que volvió a demostrar que le sobra carácter para competir contra cualquiera.
El arranque fue un jarro de agua fría para los locales. Apenas habían pasado cinco minutos cuando Maroto, muy vivo, aprovechó un pase en profundidad para poner por delante a los de Santa Eulària. El golpe despertó al equipo de Raúl Casañ, que se adueñó del balón y comenzó a llegar una y otra vez al área visitante. Sergio Rico, muy activo, firmó el empate en el minuto 20, aunque la jugada dejó protestas encendidas de la Peña por una posible falta en el inicio.
El gol dio alas a los deportivistas, pero el partido no se rompió. La Peña, lejos de esconderse, se sacudió el dominio y volvió a meter miedo. Salinas tuvo un mano a mano que acabó en caída dentro del área, aunque el árbitro no vio nada punible. El pulso estaba servido. Y justo antes del descanso, Carlos Moreno, de cabeza, volvió a adelantar a los de Raúl Garrido tras un saque de esquina medido.
En la segunda parte llegaron los cambios y el choque bajó de revoluciones. La SD Ibiza insistía con un juego más directo, la Peña trataba de dormirlo con posesión, pero la ocasión más clara volvió a tener color rojillo. Antonio Moreno cazó un balón suelto en el 66’ y lo empujó a la red para forzar el empate y llevar la semifinal a los penaltis.
Desde los once metros, la lotería cayó del lado local. La SD Ibiza, con más acierto y sangre fría, certificó su pase a la final. La Peña, que firmó un partido valiente y con ocasiones, se quedó sin premio, aunque salió reforzada en imagen y sensaciones.
El Sánchez y Vivancos celebró la clasificación de los suyos, pero también reconoció el esfuerzo de un rival que nunca se dio por vencido. Fue una noche de tensión, de fútbol con mayúsculas y de esas que recuerdan por qué este deporte engancha tanto.
