8 de Mayo del lejano, lejanísimo, 2005. Un Portmany desolado, animado por poco más de un centenar de espectadores, disputa con la soga al cuello la jornada 35 del campeonato de Tercera. El empate a dos final ante otra víctima del fútbol moderno, el otrora ilustre Atlètic Ciutadella, condena a los pitiusos al infierno de la Regional. Un infierno que se ha alargado mucho, demasiado. Un infierno que ha acabado quizá cuando muchos menos lo esperaban, este sábado.

Exactamente 14 años y un mes después, el Portmany pone fin a una travesía en el desierto de la Regional dolorosa para un municipio orgulloso como es Sant Antoni. Un municipio con hambre de volver a una categoría que, quizá, nunca debió abandonar, y que, seguro, agradecerá una grada tan viva como la del municipal portmanyí. Seguro, llenará de color una Tercera necesitada de equipos que la deseen y la valoren tanto como esta Sociedad Deportiva Portmany.

Más de 1000 almas acudieron al Municipal a empujar a los suyos al ascenso en el duelo definitivo, en la que debía ser la guinda a una temporada extraordinaria. Han sido muchos los proyectos fallidos del club a lo largo de los últimos tres lustros, muchas ilusiones rotas volcadas en un retorno a Tercera que jamás llegó. Hasta hoy. Ha tenido que ser de la mano de un técnico de perfil humilde como Carlos Marí, gran conocedor de la casa, que ha llegado la gloria. Habrá que ver como resuelve la entidad el marrón que le viene encima en el banquillo. Marí no tiene el nivel C de entrenador, así que, legalmente no podrá ser el capitán de la nave en categoría nacional. Bendito problema, pensarán hoy. Mañana será otro día.

Llama la atención la gran cantidad de camisetas rojas que poblaban un Municipal de Sant Antoni que no recordaba un ambiente tan futbolero. Habrá que investigar quién se encarga del merchandising del club, porque, desde luego, es un figura. Muchas zamarras del equipo y también algún pecho descubierto de turistas atraídos por la posibilidad de ver football en sus vacaciones. Los encargados del bar se frotaban las manos.

La película iba a ser demasiado bonita, el guión iba a ser tan hollywoodiano, que no podía estropearlo de ninguna manera el Rotlet Molinar. Los palmesanos, arropados por casi dos centenares de animosos aficionados mallorquines, lo dieron todo para arruinar la fiesta local, pero el fútbol no les dio para mucho más. Dani “Banana” aprovechó su altura para, con dos testarazos a balón parado, iluminar el cielo de Sant Antoni y dejar encargado el ascenso. Justicia poética para un jugador de club, un tipo simpático al que la vida deportiva le regaló quizá una de sus últimas alegrías.

Ni siquiera el gol de Vicente para el Molinar o la expulsión de Niki hicieron naufragar el ímpetu portmanyí, y el tanto de Beñat acabó por dejar el ascenso listo. Lo merecieron durante todo el curso, donde supieron superar a un talentoso Ciudad de Ibiza y a un voluntarioso Inter, y lo cerraron hoy.

“El Portmany y San Antonio ya están en Tercera, que es donde siempre han debido estar”. El bueno de Dani “Banana”, alma máter del vestuario, dejaba este titular, emocionado, en el post partido. “Hace 4 años venían 20 personas a vernos. Hoy eran más de 1000. Es increíble”. No le falta razón. El Portmany deja atrás, por fin, años de oscuridad, para volver al glamour de una Tercera que volverá a tener una manida representación pitiusa.

Será la vigésima experiencia del Portmany en Tercera. Eso sí, en los últimos 21 años, tan sólo uno ha asomado la cabeza en la liga balear. Una estadística nefasta para un club ambicioso. Un club que llegó a tener contra las cuerdas al Atlético de Madrid en Copa del rey. Copa que, por cierto, el Portmany podría disputar la próxima temporada si supera al Mahón y al Andratx en dos partidos a cara o cruz.

Con el Portmany de vuelta, las Pitiusas tendrán el año que viene hasta 6 equipos entre Segunda B y Tercera. Una cifra de récord que contrasta, por ejemplo, con el vacío menorquín: ni un solo equipo de la isla más oriental de las Baleares en categoría nacional. Se frotan las manos en el municipio de Sant Antoni: aún no saben quien gobernará su consistorio, pero el que lo haga, presidirá el palco en un derbi municipal en el que pueden saltar chispas entre el Sant Rafel i el Portmany. La reciente filialidad blue con el Ibiza puede hacer incluso más interesante el asunto.

Lo que está claro es que Sant Antoni quería Tercera, y ya la tiene. Habrá que ver ahora como responde al nuevo reto. Cómo responde la afición, y como responde el equipo que se haga. Tiempo habrá para ilusionarse con el flamante Portmany 2019-2020.

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