Ir al fútbol los domingos por la mañana se ha convertido en un ritual para miles de ibicencos. Ha ocurrido en menos de un año. Lo explican las cifras. Atlético Sanluqueño, Recreativo, Marbella, Melilla… Los rivales que visitaron Can Misses durante la primera vuelta de la pasada temporada reunieron menos de mil espectadores en las gradas. La afición había aumentado respecto a Tercera División y, a lo largo de la campaña 2018/2019, también se notó el incremento. Real Murcia (1.246 espectadores), Cartagena (1.127) y Atlético Malagueño (1.089) fueron encuentros que sirvieron para que más ibicencos se animaran a vestirse de celeste antes de la comida dominical con la familia. La semilla estaba plantada y solamente hacía falta seguir regándola con ilusión para que brotara con fuerza. Llegó el verano y con el calor, fichajes que renovaron una plantilla que mantuvo a un grupo de nutridos de futbolistas con los que ya se había identificado la hinchada. La mezcla empujó a los amantes del fútbol a sacarse el carné del Ibiza. Durante la campaña de abonados, más de 1.500 pasaron por las oficinas del club para tramitarlo.

Todavía en agosto, el amistoso que el Ibiza jugó contra la Peña para reencontrarse con su afición y presentar en sociedad la camiseta para la nueva temporada marcó el camino. Una semana después, el 1 de septiembre, 1.749 personas se sentaron en las gradas de Tribuna y General para disfrutar contra la victoria ante el Rayo Majadahonda. La imbatibilidad como locales de los futbolistas de Pablo Alfaro fue el reclamo perfecto para que la parroquia se estabilizara en torno a los 2.000 espectadores. Hasta que llegó el Atlético Baleares. El Ibiza hincó la rodilla, demostrando buen juego pero cayendo por la mínima. El público agradeció el esfuerzo: 3.500 entradas se vendieron para el derbi. Un gran estirón que se consolidó dos semanas después en otro gran partido de amargo resultado frente al Atlético de Madrid B (2.891 localidades ocupadas).

Llegó la Navidad y con el frío volvió a abrirse la campaña de abonados de cara a la segunda vuelta. Entonces apareció la Copa del Rey y, con ella, la locura. El 8 de enero se eliminaba al Pontevedra en Pasarón y, tres días más tarde, 4.345 aficionados agotaron el papel en el Estadi Municipal para el encuentro contra el Albacete. Una marea celeste nunca vista antes que contuvo la respiración durante la tanda de penaltis que resolvió la sangre fría de Diego Mendoza desde los once metros. La campaña de invierno tuvo que cerrarse temporalmente cuando el bombo de la Real Federación Española emparejó a los ibicencos con el Futbol Club Barcelona. En una semana, Can Misses aumentó su capacidad casi en un 50 por ciento. La estructura del club multiplicó esfuerzos para acomodar a 6.445 aficionados para que vivieran en el campo un partido histórico en el que trabajó medio millar de profesionales. Las últimas jornadas del campeonato de Segunda B que se han disputado en la isla –Coruxo, 2.891; Sporting de Gijón B, 3.016– demuestran que el estadio ibicenco es uno de los mejor ambientados de la categoría.

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