Por Pablo Sierra del Sol

Meter un gol es para la Unión Deportiva Ibiza un trabajo de titanes. Hoy se ha vuelto a demostrar contra el Club Deportivo Ejido. Los almerienses volarán esta tarde con una importante victoria que les aleja del descenso porque llegaron tres veces al área local y marcaron otros tantos goles. El Ibiza necesitó media docena de ocasiones clarísimas para ver puerta una sola vez. Tres goles en siete partidos condenan al equipo de Palop a entrar en puestos de descenso tras un partido donde también hizo aguas la mejor virtud de los celestes: su seguridad defensiva.

El encuentro se jugó a una hora atípica, las once de la mañana, para que El Ejido pudiera coger el avión que la Federación Española le había reservado a las tres menos cuarto de la tarde y con un fuerte viento que condicionó bastante el juego. Pese a tenerlo en contra, el equipo de la ciudad de los invernaderos empezó ambicioso el duelo. Juego rápido y directo para golpear primero. Una pérdida de Candelas permitió a Sergio Jiménez encontrar a Alfonso en posición de peligro. Gonzalo salió a tapar el espacio, pero al no arriesgar en el corte le dio metros al delantero ejidense para que explotara su potencia. Cambio de ritmo y gran disparo al palo largo de un Álex que se estiró buscando una parada imposible.

El gol en contra despertó a los ibicencos. Chavero quería generar fútbol y volvió a impartir una clase práctica sobre el perfecto desempeño del mediocentro organizador. El problema es que, durante varios minutos, dio la sensación de que el ‘8’ del Ibiza está escaso de socios en la plantilla. Nadie se desmarcaba, nadie se le acercaba para combinar. Aun así, la clase y visión de juego del catalán despertaron a sus compañeros. Las ocasiones aparecieron, pero el gol seguía bien escondido. Lo cantó, en vano, Can Misses cuando lo marcó Cristian Herrera, según el banderín del juez de línea, en fuera de juego. Casi lo volvió a cantar el estadio al rematar a bocajarro Iosu una pelota peinada por Gonzalo en jugada de estrategia. Aulestia salvó a los suyos de un empate que empezaba a ser merecido pero que no llegaría hasta el minuto 41. Después de que Borriello cabeceara al larguero (como si el italiano fuera la personificación de su equipo, su ansiado primer gol se acerca pero no termina de aparecer), Javi Serra rescató a los suyos de la ansiedad por segunda semana consecutiva. Un chut del valenciano desde el costado izquierdo del área puso el empate y encendió las esperanzas.

En el inicio del segundo tiempo, y pese a tener el viento en contra, el buen juego del Ibiza agrandó la ilusión. El centro del campo ganó en movilidad, los laterales subían bastante mejor que hace una semana contra el Recreativo y culminar la remontada se convirtió en una posibilidad nada descabellada. Pero la bola no quería entrar. Aulestia, la falta de contundencia del Ibiza y otro fuera de juego que anuló un buen desmarque de Herrera mantenían a salvo a El Ejido. Los visitantes tardaron veinte minutos en asomarse al área celeste. Cuando lo hicieron volvieron a marcar gracias a Samu Corral: el ‘9’ remachó un centro de Javilillo. Lo hizo en posición dudosa, pero el colegiado no atendió a las protestas de los defensas del Ibiza.

Se encendieron las alarmas en la pizarra de Palop, que estaba naufragando sin remedio en el mar de plástico almeriense. Al cambiar a Jordan por Jiménez, Alberto González le iba ganando la partida de estrategas al valenciano. Por eso, buscando más dinamismo aunque sin tocar el 4-4-2 Palop sacó a Fobi y Rodado. La juventud trajo pasión pero no orden. Al Ibiza le costaba cada vez más trenzar y llegar a tres cuartos con el cuero en la bota. Una gota de fantasía de Pipo vació Can Misses. En el 85′, regateó a dos rivales en el área ibicenca y le pasó a Marcelo un balón que llegaba con mensaje incluido: “Márcala”. El canterano agradeció la oferta irrechazable con el tanto que acabó por noquear a la UD Ibiza, nuevo equipo de la zona de descenso al recibir en un partido los mismos goles que llevaba encajados en las primeras seis jornadas. El Ejido demostró a los insulares que con acierto goleador los planes (casi) siempre salen bien.

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