Si esta ruta cicloturista tuviera un nombre propio, sin duda sería Falso Llano. Porque este pasado fin de semana, en Formentera, no hubo puerto, piedra ni repecho que no fuera bautizado con esas dos palabras mágicas. El cierre de la temporada organizado por el Ayuntamiento de Ibiza pasará a la historia no por los kilómetros recorridos ni los metros escalados, sino por la auténtica batalla librada contra los falsos llanos.
Todo comenzaba a primera hora del sábado en el puerto de Ibiza, donde cincuenta valientes, todavía con legañas y cafés a medio beber, preparaban sus monturas para embarcar hacia la isla vecina. Las bicis se acomodaron en la bodega del ferry y, ya en alta mar, el grupo dejó claro que el buen humor sería la tónica del viaje: bromas, selfies improvisados, y hasta un “cumpleaños feliz” cantado a pleno pulmón para Bea, una de las guerreras más queridas del pelotón.
Al llegar a La Savina, arrancó el primer gran capítulo de la odisea: el Camino Romano, un trayecto tan bello como traicionero. Apenas comenzado el ascenso, se hizo evidente que aquel supuesto “falso llano” era una cuesta de las que cortan la respiración. La mayoría de los participantes, entre risas y bromas, acabaron empujando sus bicis mientras Vicent Egea, alma máter de Base Sport, animaba a golpe de frases míticas: “¡Vamos, que esto es un falso llano!”
Los “falsos llanos” se multiplicaban como si fueran champiñones después de la lluvia. Cada tramo que parecía suave se convertía en una trampa de sudor y sonrisas. Pero lejos de venirse abajo, el pelotón respondía con risas, selfies, fotos panorámicas y bromas continuas. Cada “falso llano” era una excusa perfecta para parar, inmortalizar el sufrimiento y reír a carcajadas.
La subida al Faro de la Mola, a 192 metros sobre el nivel del mar, fue un homenaje a la resistencia colectiva. Allí, entre bocados de bocata y sorbos de café caliente, el “falso llano” fue declarado oficialmente Patrimonio de la Ruta.
No faltaron los inevitables pinchazos, que se convirtieron en espectáculo cuando Vicente Marí, de La Boutique de la Bici, los resolvía en tiempo récord, entre aplausos y bromas. El único “llano” real de la jornada era el de las ruedas recién reparadas.
El colorido llegó de la mano del grupo más divertido: este año, cambiaron los disfraces de Minions por maillots de cómic pop art, llenos de BAM, WHAM, SLAP, OOPS, CRASH, BOOM, OUCH y YO. Cada pedalada suya era como un estallido de color sobre el paisaje de Formentera.
Mientras tanto, Vicent Egea no soltaba su inseparable GoPro, grabando cada repecho sufrido y cada “falso llano” vivido como una gesta heroica. De ese material nació, ya de vuelta en Ibiza, un vídeo que Vicent regaló a todos los participantes, editado en modo automático —como él mismo bromea—, pero que capturó a la perfección el espíritu inolvidable de la ruta.
La bajada hacia Es Pujols fue, esta vez sí, un llano de verdad. Aunque ya nadie se fiaba: cada descenso era analizado con cautela, no fuera a esconder otro “falso llano” de última hora.
La noche del sábado terminó de la forma más épica posible: un trayecto en autobús rumbo al restaurante que fue, por sí solo, una auténtica fiesta sobre ruedas. Risas, bromas, canciones improvisadas y momentos para enmarcar convirtieron el traslado en una prolongación perfecta de la ruta. Ya en el restaurante, la cena transcurrió entre carcajadas, anécdotas de falsos llanos imposibles, pinchazos memorables y promesas de volver a vivirlo todo el próximo año, con aún más ganas y más maillots imposibles de olvidar.
Y llegó el domingo
El cansancio estaba en las piernas, sí, pero no en el corazón. El grupo, animado como si acabaran de empezar, se lanzó a por la última etapa: Cap de Barbería esperaba al fondo, recortándose contra el cielo como una meta mítica. La ruta fue un desfile de más “falsos llanos” —porque ya nadie los negaba—, de pequeños ataques improvisados, de risas que sonaban por encima del viento. Cada repecho y cada vista al horizonte se convirtió en un motivo para seguir sonriendo.
El ambiente fue mágico. Parecía que la fatiga, en vez de hundirlos, los unía aún más. Como si cada gota de sudor fuera una medalla invisible. A la llegada al faro, abrazos, selfies de victoria, fotos de grupo con las bicis en alto… y la sensación inconfundible de haber sido parte de algo mucho más grande que una simple ruta.
La guinda del pastel fue la llegada a La Savina, donde una exquisita paella recompensó cada falso llano conquistado, así como pinchazos superados y risas compartidas.
Todo ello bajo la impecable organización de Base Sport —con Vicent Egea, Vicente Marí, Carmen Riera, Javier Ribas, Carmen Ribas, Carlos Tur, María Marí y Vanessa Maroto—, y el apoyo imprescindible de Protección Civil, que veló en cada momento por la seguridad del grupo.
Formentera despidió así su temporada cicloturista: no con cronómetros ni clasificaciones, sino con algo mucho más valioso. Se despidió con la certeza de que los mejores “falsos llanos” no son los que subes… son los que recuerdas toda la vida.