Si hay algo que le gusta a la UD Ibiza es bailar al ritmo de la épica, y este sábado se montó su propia fiesta en Can Misses con dos goles, una grada entregada y un equipo que parece haber recuperado la alegría justo cuando más la necesita. El invitado al que no le quedó más remedio que aplaudir —aunque con cara de pocos amigos— fue el Alcorcón, que se marchó de la isla con dos goles en la mochila y cero puntos para el recuerdo.
La gran noticia del día fue ver a Davo, por fin, en el once inicial. Regresaba tras un calvario de esos que solo entienden los que se pasan semanas y semanas mirando partidos desde la grada con ganas de saltar al césped a la mínima. Y lo hizo a lo grande: con un taconazo de esos que deberían tener su propio emoji. Minuto 17, jugada trenzada entre Gallar, Zarzana y, claro, Davo. 1-0 y media grada abrazándose como si no hubiera mañana. ¡Qué manera de volver!
Eso sí, no todo fue calma ibicenca y daiquiris al sol. Antes del gol, el Alcorcón se atrevió a asustar. Rayco, que parece tener un resorte en el cuello, cabeceó al larguero en una acción que dejó al estadio con el corazón a punto de pedir un descanso. Ramón Juan respiró hondo, como todos, y se preparó para lo que venía.
Y lo que venía era una segunda parte con una UD Ibiza mucho más suelta, confiada y con ganas de cerrar el chiringuito cuanto antes. Y lo hizo con otro tanto, esta vez de Monju, que aprovechó un córner botado con cariño por Gallar para cabecear como si le hubieran prometido una paella entera si marcaba. Ni saltó. Ni falta que hizo. 2-0, el público en pie y Paco Jémez pidiendo calma pero con una sonrisa que le delataba.
Hubo polémica, claro. Esto es fútbol. Una mano de Rentero dentro del área que olía a penalti desde Ibiza hasta la península, pero el árbitro, que seguramente dejó las lentillas en casa, decidió mirar para otro lado. Lo bueno es que la Udé se desquitó rápido: gol al canto y a otra cosa.
La nota amarga del partido llegó cuando Gallar pidió el cambio por lesión. Domènech entró al rescate, pero habrá que cruzar los dedos para que lo de Gallar no sea más que un susto de esos que se curan con hielo y un buen descanso.
Con el trabajo hecho, el partido entró en esa fase donde el reloj avanza más lento que los lunes por la mañana. Davo, que lo dio todo, se fue ovacionado, igual que Olabe. Jémez aprovechó para mover el banquillo, dar minutos, y empezar a pensar ya en lo que se viene: el playoff.
Y así, sin estridencias pero con mucha clase, la UD Ibiza se metió en la pelea por el ascenso. Con goles, con entrega, y con esa sensación de que, si siguen así, van a dar mucha guerra. Y que siga la fiesta.