1-1. La Penya resiste con diez y deja viva la batalla por el ascenso

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En una tarde cargada de tensión competitiva y emociones a flor de piel, la Penya Independent sacó músculo anímico en Sant Miquel para resistir un empate que vale oro. El 1-1 ante el Constància no solo mantiene abierta la eliminatoria, sino que deja entrever el carácter de un equipo que, incluso en inferioridad numérica, se negó a doblar la rodilla.

Lo que pudo haber sido un golpe en la mesa por parte del conjunto ibicenco acabó convertido en una advertencia para los mallorquines: en esta pugna por el ascenso, no bastará con esperar errores ajenos. Desde el primer minuto, los locales impusieron su identidad, con un juego vertical, directo y agresivo en los metros finales. Aunque la recompensa inicial se hizo de rogar, no tardó en llegar tras una pausa de hidratación que pareció más un punto de inflexión que un simple respiro.

El tanto de Lucas, seco y preciso, fue la culminación lógica a un dominio territorial indiscutible. Pero como tantas veces ocurre en el fútbol, la ventaja fue efímera. Un penalti en una acción aislada devolvió la igualdad y añadió una dosis de incertidumbre que ya no abandonaría el encuentro. La transformación de Ferrer desde los once metros, con suspense incluido, fue una bofetada a la inercia que llevaba el partido. Pero no un derrumbe.

Lo más reseñable del segundo tiempo no fue tanto lo que sucedió, sino cómo sucedió. Con un jugador menos tras la expulsión de Moreno, lejos de encerrarse, la Penya optó por mantener su pulso al partido. La valentía se tradujo en ocasiones, como el disparo al poste de Reales o los intentos de Ruiz y Vera que obligaron a Seguí a multiplicarse bajo palos. En contraste, el Constància pareció resignado a sobrevivir, con escasa iniciativa ofensiva y poca elaboración más allá de alguna acción a balón parado.

Y mientras el reloj devoraba minutos, el equipo pitiuso sostenía la escena como si nada hubiera cambiado. En ese tramo final, se notó qué escudo pesaba más sobre el césped. Pese al esfuerzo físico y el desgaste emocional, la Penya siguió buscando el segundo tanto con la determinación de quien sabe que los ascensos no se consiguen especulando.

Con el pitido final llegó el alivio para unos y la frustración para otros, pero también la certeza de que la eliminatoria sigue completamente abierta. El empate no reflejó la autoridad del equipo local, pero sí premió su resistencia ante la adversidad. Ahora, todo queda pendiente de una vuelta que promete ser un auténtico examen de carácter. Porque si algo quedó claro en Sant Miquel, es que esta Penya no está dispuesta a rendirse fácilmente.

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