Lolo Paniza vuelve al lío con el Portmany para subirlo a Tercera

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En el fútbol, como en la vida, hay regresos que no necesitan fanfarria para dejar huella. Basta una mirada, un apretón de manos y la convicción de que hay cuentas pendientes. Así ha sido el retorno de Lolo Paniza a la S.D. Portmany, el club que vuelve a abrirle la puerta, esta vez con el cartel de capitán del barco. Su misión es clara: devolver al primer equipo a Tercera RFEF, el sitio del que nunca debió bajarse.

Paniza no es un desconocido en Sant Antoni. Ya dejó su firma en el club entre 2019 y 2021, cuando cogió las riendas del Juvenil Nacional y lo llevó a rozar la gloria en una fase de ascenso a División de Honor que aún se recuerda en los corrillos del fútbol pitiuso. Entonces, se le veía como un técnico metódico, cercano, con discurso y libreta. Ahora vuelve curtido en mil batallas, con galones ganados en campos de Madrid, Castilla-La Mancha y Baleares, y con un ascenso reciente bajo el brazo, el conseguido con el Rotlet Molinar en la División de Honor.

Este Paniza no viene a improvisar. Llega con hambre, con experiencia en la mochila y con la sensación de que este proyecto tiene algo especial. Conoce la casa, sabe cómo late el vestuario y entiende qué significa vestir la elástica portmanyista. No hace falta que le expliquen lo que representa ese escudo para la gente del pueblo.

La directiva ha apostado por la estabilidad con ambición. En lugar de soluciones pasajeras, ha optado por alguien que puede plantar raíces, construir desde la cantera —esa joya silenciosa del Portmany— y generar identidad. Se trata de devolver al club la dignidad competitiva que se merece.

Y aunque los despachos ya están encendidos con nombres, planes y pizarras, Paniza ya ha marcado el paso: quiere un equipo reconocible, con carácter, con hambre. Uno de esos grupos que hace que la gente vuelva al campo los domingos, que grite un gol como si fuese el primero de su vida. Uno que no prometa humo, sino trabajo, sudor y fútbol de verdad.

El reto es mayúsculo, pero también lo es la ilusión que se respira en Sant Antoni. Vuelve Paniza. Vuelve la esperanza. Y con ella, la idea de que quizá este año sí, el Portmany recupere el sitio que la historia y su gente le reclaman. Porque en esta isla, el fútbol también va de memoria. Y Paniza, eso, lo tiene claro.

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