2-0. Montaña arriba y con piedras: el Ibiza se la juega en casa tras un mal paso en Andorra

0
249

No se le da bien a la UD Ibiza jugar lejos del mar. Otra vez, como tantas este curso, el equipo se perdió en la montaña. En un estadio pequeño y con trampa como Encamp, los celestes se dejaron media vida en el camino al ascenso. Cayeron 2-0 frente al FC Andorra y ahora están obligados a levantar la eliminatoria en casa, donde todavía creen que todo es posible, aunque el viento ya sople en contra.

Fue un partido con aroma de ‘play-off’, con el cuchillo entre los dientes desde el pitido inicial, pero también con esa tensión que saca a relucir los defectos. Y la UD Ibiza tiene unos cuantos cuando se aleja de Can Misses. Ni pólvora en ataque, ni firmeza atrás. A eso se sumaron las ausencias clave —algunas pesaban como losas— y un Andorra que supo cuándo acelerar y cuándo dejar que el reloj hiciera su trabajo.

El arranque fue engañoso. El equipo de Paco Jémez salió a morder, con presión arriba y la intención clara de mandar. Bebé y Mo Dauda asomaron por los costados, Javi Jiménez se animó con una llegada peligrosa y durante un rato pareció que los ibicencos iban a imponer su guion. Pero ese empuje inicial fue humo. En cuanto los locales descubrieron la espalda de los laterales, el decorado cambió.

Con poco, el Andorra fue encontrando grietas. Y en la primera que tuvo clara, la aprovechó con precisión de cirujano. Álvaro Martín puso un pase con tiralíneas a Casadesús, que se coló por el carril derecho como Pedro por su casa y asistió a Cerdá. El remate, seco y al palo, hizo inútil la estirada de Ramón Juan. Golpe frío, directo a la mandíbula (1-0, min. 20).

A partir de ahí, todo se hizo cuesta arriba. El Ibiza perdió la brújula y el control del balón. Los cambios tácticos no surtieron efecto, y el Andorra, sin hacer demasiado ruido, olió sangre. Antes del descanso, Lautaro aprovechó otra descoordinación defensiva para fusilar el segundo, tras un centro quirúrgico desde la izquierda. Un 2-0 doloroso que desnudaba a los celestes en el momento más delicado de la temporada.

En la segunda parte, más de lo mismo. Mucho balón, poca profundidad. El Andorra se replegó sin complejos y administró su ventaja con oficio. Jémez movió el banquillo, buscó fórmulas, cambió el dibujo… pero nada. El equipo seguía igual de plano, sin chispa y con las ideas confusas. Apenas un par de intentos sin mordiente, algún intento lejano sin dirección y alguna cabalgada aislada de Bebé que no encontró rematador.

Ni el paso de los minutos ni los cambios agitaron el avispero. Ni siquiera cuando Mo Dauda habilitó a Bebé con espacio, apareció la claridad. Todo se hacía espeso, previsible, sin ritmo. Y mientras, el Andorra amenazaba con matar la eliminatoria a la contra, aunque perdonó el tercero en una clarísima de Luismi que no supo definir.

Así se cerró la ida. Con el Ibiza desdibujado, sin respuestas y con la sensación de haber desaprovechado una bala. Ahora, todo o nada en Can Misses. El equipo necesita dos goles para igualar la serie y forzar la prórroga. No es imposible. Pero la versión que ofreció en Andorra no alcanza. Hará falta más fútbol, más fe y menos concesiones. El ascenso aún no está perdido, pero ya no hay margen para tropezar.

No hay comentarios

Dejar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.