Una gran Penya cae de pie tras una temporada para enmarcar

0
123

El fútbol, con toda su belleza y dureza, a veces se decide en los márgenes. Y esta vez, a la Penya Independent le tocó caer por esos pequeños márgenes que ni siquiera ocurren en el césped. Empataron en la eliminatoria. Lucharon hasta la prórroga. Marcaron primero. Pero no fue suficiente. El reglamento habló y dio el pase al Porreres por lo que hizo hace más de un mes, cuando sumó cuatro puntos más en la fase regular. Así de frío. Así de cruel.

Pero no se trata sólo de resultados. Lo que queda en la retina es otra cosa. Porque lo que ha hecho la Penya este año no se borra con una eliminación. Ha firmado una temporada digna de ser reconocida, una de esas que refuerzan el vínculo entre equipo, afición y pueblo. Un grupo que ilusionó desde la primera jornada y que ha defendido su escudo con una convicción ejemplar.

En Ses Forques, el equipo volvió a demostrar que no se rinde. Después del 0-0 en los noventa minutos, se adelantó en la prórroga y rozó el sueño. Fue entonces cuando llegó el mazazo, un gol de González que igualaba la eliminatoria y sentenciaba el destino ibicenco por la vía del reglamento. Fue un golpe, sí. Pero lo fue más por lo que pudo ser que por lo que faltó.

A lo largo de los dos partidos, quedó claro que la eliminatoria estaba equilibrada. En Sant Miquel, la Penya supo controlar el balón, manejar los tiempos y plantar cara. En la vuelta, con una grada entregada al Porreres, los de Sant Miquel mostraron coraje y personalidad. Ni un paso atrás. Ni una excusa.

Y es que si hay algo que define a este equipo es su capacidad de competir. Desde una primera vuelta deslumbrante, en la que fueron líderes y mostraron un fútbol alegre y decidido, hasta un final de temporada donde, pese a los tropiezos, no dejaron de creer. Las últimas jornadas de liga fueron duras, sí: derrotas inesperadas, un empate amargo, una victoria solitaria que no bastó para recuperar el liderato. Pero nadie bajó los brazos. Nadie.

El cuerpo técnico ha construido más que un grupo competitivo: ha formado una familia. Supo llevar al equipo hasta el último peldaño, entendiendo cuándo ajustar, cuándo exigir y cuándo confiar. Y en el campo, los jugadores respondieron con compromiso. Desde los veteranos hasta los que han dado sus primeros pasos esta temporada, todos aportaron algo. Todos se dejaron la piel.

Y en la grada, siempre ellos. La afición, constante, presente en casa y fuera. Animando cuando el equipo volaba y sosteniendo cuando tocaba remar. En Ses Forques, pese a la derrota moral, hubo respeto y orgullo por lo vivido. Porque saben que esta Penya ha hecho historia, aunque no suba de categoría.

Esta temporada no acaba con un ascenso, pero sí con una certeza: el proyecto tiene futuro, corazón y talento. Y aunque el marcador no siempre lo diga, lo de la Penya este año también fue una victoria.

No hay comentarios

Dejar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.