Raquetas, pasión y mucho curro

0
169

En Eivissa, el deporte no siempre se mide en goles, carreras o saltos. A veces, se juega en una mesa, con una raqueta ligera y una pelota que va y viene a toda velocidad. Silencioso, constante, sin hacer mucho ruido, el tenis de mesa se ha hecho fuerte en la isla gracias al trabajo diario de clubes que no aflojan. Y esta semana, ese esfuerzo ha recibido una visita especial.

El conseller d’Esports, Salvador Losa, se ha pasado por las sedes de varios clubes locales —Eivissa Tennis Taula, CTT Sant Jordi, CTT Santa Eulària y CTT Portmany— para charlar, ver cómo van las cosas y, sobre todo, escuchar. Porque muchas veces, lo más importante no está en los despachos, sino en el día a día de quienes están al pie del cañón: entrenadores, chavales, madres, padres, y esa red invisible que sostiene al deporte base.

La idea de estas visitas no es solo poner cara a los proyectos, sino también hacer balance de la temporada que ya acaba y empezar a preparar la siguiente. Cómo han ido los entrenamientos, cuántos equipos han competido, qué retos han superado, qué metas se marcan… Todo eso ha salido en las conversaciones. Y Losa, en lugar de soltar discursos, ha preferido escuchar. Algo que no siempre ocurre.

Uno de los clubes que más ha destacado ha sido el de Santa Eulària, que no solo compite, sino que también tira del carro en cuanto a organización, formación y dinamización. Pero lo cierto es que en todos los que ha visitado se respira el mismo aire: compromiso, ganas de mejorar y una comunidad que, sin hacer mucho ruido, lleva el deporte en la sangre.

El conseller ha dejado claro que la intención es adaptar el apoyo institucional a lo que realmente necesita cada club. Ni café para todos, ni ayudas vacías. Se trata de entender de verdad qué les hace falta para crecer, y acompañarles en ese camino.

Porque el tenis de mesa en Eivissa es eso: un deporte que no sale todos los días en la prensa, pero que forma, ilusiona y engancha. Un espacio donde los niños aprenden a competir sin olvidar el compañerismo, donde los entrenadores hacen magia con pocos recursos, y donde se construye comunidad desde lo pequeño.

Quizá no llenen gradas, ni sean portada. Pero lo que se vive en estos clubes es deporte del bueno. Del que se suda, del que se celebra en grupo, del que deja huella. Y si desde las instituciones se sabe cuidar y empujar, todo ese trabajo silencioso puede dar mucho que hablar.

No hay comentarios

Dejar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.