5-2. La UD Ibiza se da un gustazo

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Había cuentas pendientes. No con el Al Riyadh, ni siquiera con el resultado del martes ante el Al-Arabi. La UD Ibiza debía saldar una deuda consigo misma: volver a reconocerse en el juego, reencontrarse con la intención y la intensidad, esas señas que, cuando se activan, convierten al equipo en algo más que un bloque competitivo. Y este domingo, en la costa alicantina, los celestes no solo respondieron: se dieron un auténtico homenaje.

Cinco goles, dominio abrumador y una superioridad incuestionable marcaron el guion de un ensayo que, más allá del marcador, dejó sensaciones de crecimiento. No era un trámite de pretemporada más. Era una declaración.

Desde el pitido inicial, el conjunto dirigido por Paco Jémez se adueñó del encuentro como quien entra en su casa y apaga la luz del rival. En un abrir y cerrar de ojos, el marcador ya se había puesto de su lado. Señé inauguró el festín con un cabezazo pleno de intención tras un centro quirúrgico de Fran Castillo, que se mostró como un puñal por banda durante todo el primer acto.

El golpe fue doble. Porque antes de que el Al Riyadh tuviera tiempo de asentarse en el césped, Fede Vico apareció con astucia para desviar lo justo un balón parado y colocar el segundo. Dos a cero y la sensación de que el partido ya tenía dueño.

El rival, un conjunto de la Saudi Pro League, se veía superado en todas las líneas. Desdibujado, desorganizado, casi invisible. Mientras tanto, la Udé soltaba amarras, sin temor, con ese punto de atrevimiento que convierte lo práctico en vistoso. Así llegó el tercero, obra de Sofiane tras una jugada tejida con pausa y precisión, justo antes de que Bebé acariciara el cuarto con un disparo que el larguero se negó a premiar.

Lo que vino tras el descanso fue una continuación lógica de lo anterior. Con piernas frescas y el mismo apetito, Álex Gallar transformó un penalti provocado por Ernesto y certificó el 4-0. Y por si alguien necesitaba un destello más de talento individual, Bebé se encargó de firmar una joya en carrera: control orientado, galopada, y definición seca al palo largo. Sobriedad y clase en estado puro.

El 5-0 podía haber sido punto final, pero el fútbol siempre reserva espacio para el error. Glazer, tras una actuación sólida, falló en la salida y el Al Riyadh acortó distancias. Poco después, los saudíes encontraron un segundo tanto más por insistencia que por convicción. Nada que empañara lo esencial.

Con un jugador menos tras una expulsión en los minutos finales, el Al Riyadh puso el broche a un partido que nunca fue suyo. La UD Ibiza, en cambio, cerró el duelo con la satisfacción del trabajo bien hecho y, sobre todo, con esa sensación tan difícil de conseguir en pretemporada: la de estar en el camino correcto.

Aún faltan pruebas, rodaje y ajustes. Pero si el equipo buscaba una chispa que activara su motor competitivo, la encontró. Con juego, con goles, y con una declaración silenciosa: este equipo tiene algo más que intenciones.

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