Durante una hora hablamos con Ornella Desireé Bellia (Sicilia, 1985) sobre el fútbol desde múltiples puntos de vista: el de la afición, el de los directivos, el de las federaciones, el de los abogados que revisan los contratos de los futbolistas profesionales, el de las asociaciones que organizan las ligas de máximo nivel, el de las mujeres que, a todos los niveles, están ocupando el sitio que merecen en este deporte y, también, el de las redes sociales, el foro donde todos estos actores intercambian información, opinan y repasan los goles que, cada día, se marcan en el planeta, la gasolina de ese leviatán omnipresente llamado balompié. Ornella reflexiona con propiedad desde cualquiera de esas parcelas gracias a un currículo que va quedando al descubierto según avanza una conversación donde se habla en castellano, uno de los cinco idiomas que maneja la siciliana. Pareja de Amadeo Salvo y mano derecha del valenciano en la estructura de la Unión Deportiva Ibiza, esta licenciada en Derecho por la universidad de Catania, su ciudad natal, respira fútbol desde su infancia y, aunque viaja constantemente a Suiza, en nuestra isla ha encontrado la oficina perfecta para desarrollar su trabajo como responsable del departamento legal de la Asociación Europea de Ligas Profesionales.
–¿Tu familia era muy futbolera?
–Mi padre me llevaba a ver los partidos del Catania cuando era pequeña. Ahí nació mi pasión futbolera. Mi primer trabajo relacionado con el fútbol fue precisamente en el Calcio Catania. El club estaba entonces en Serie A y Simeone era el entrenador. Estuve dos años en la entidad y aprendí muchísimo. Era un club de élite pero con una estructura relativamente pequeña. Hice un poco de todo. Me ocupaba de las negociaciones con los jugadores, marketing, comunicación…
–¿Cómo recuerdas el fútbol de los años noventa?
–Tengo la imagen de un calcio bastante diferente al que existe ahora. Si lo miro desde el presente y lo analizo desde mi perspectiva de abogada y profesional de esta industria, veo que el fútbol ha cambiado mucho. Se ha vuelto mucho más profesionalizado y se ha convertido en un negocio.
–Hace veinte años la liga que más dinero movía era la italiana. Hace tiempo que la Serie A ha pasado a segundo plano.
–La Serie A fue la liga más potente durante décadas, pero otros campeonatos como LaLiga o la Premier League han trabajado más y mejor que los italianos. Eso me da mucha pena porque, siendo italiana, me gustaría que volvieran los días de gloria a la competición de mi país, cuando en la Serie A jugaban los mejores futbolistas del mundo.
–¿Quiénes eran tus ídolos cuando eras una niña?
–Roberto Baggio. Era el ídolo indiscutible. Sobre todo cuando jugaba la selección, la Nazionale. Creo que a todos los italianos nos gustaba Baggio.
–¿En casa, además del Catania, animabais a algún equipo del norte?
–Mi padre era también de la Juve porque durante muchos años el Catania no estuvo en Serie A. Todo el mundo en la ciudad tenía dos equipos. La Juventus solía ser el segundo equipo.
–¿Cómo se vive el fútbol en Sicilia? ¿Es un sentimiento diferente al de la Italia peninsular?
–Yo creo que el aficionado italiano es muy parecido independientemente de las regiones. En cualquier parte del país, los tifosi son muy calientes. La rivalidad –por compartir ciudad, provincia o por razones históricas– se vive a flor de piel. Creo que es muy bonito ese ambiente que caracteriza al calcio italiano.
–¿Cómo es la rivalidad entre tu equipo y vuestros vecinos del Palermo? Hace un par de años estuve en Cinque Terre y un aficionado del Genoa me dijo que, aunque descendieran a la Serie B, si le ganaban los dos derbis del campeonato a la Sampdoria la temporada habría valido la pena.
–En Sicilia ocurre exactamente lo mismo entre los dos grandes clubes de la isla. Cuando trabajaba en el Catania conseguimos ganarle al Palermo en su campo por goleada. 0-4 acabó el partido. Lo recordaré toda la vida. Es una de las emociones más bonitas que he vivido en el fútbol.
–¿Estudiaste Derecho porque querías trabajar en el mundo del fútbol?
–Eso vino después. Cuando me faltaba poco para graduarme me enteré de que no había muchos abogados especializados en Derecho deportivo. Pensé que, dada la competitividad que se vive en la abogacía, especializarme en un sector tan novedoso podía ser clave para mi futuro. Hice un máster en Roma y, después de unos meses, tuve la oportunidad de empezar a trabajar en el Catania. Después de dos temporadas me fui a Londres porque quería vivir una experiencia internacional. Cursé luego otro máster en Derecho deportivo internacional, en Madrid. Gané una beca para poder estudiarlo. Cuando acabé tuve la oportunidad de irme un tiempo a Río de Janeiro para trabajar en uno de los despachos de abogacía de Derecho deportivo más importantes a nivel mundial. Trabajé para el abogado de topplayers como Neymar o Thiago Silva. De Brasil me vine a España para trabajar en un despacho que colabora con el Barça. Entonces me ofrecieron trabajar en la organización que agrupa a las principales ligas europeas. Ahora combino esa ocupación con mi faceta como jueza del comité de la FIFA que se encarga de aprobar los traspasos de futbolistas menores de dieciocho años.
–¿Sería positivo o negativo para el fútbol europeo que se implantara una competición privada –al estilo NBA– que sustituyera a las ligas nacionales?
–Yo creo que no solamente perdería el fútbol. También la economía de cada país. Crear un modelo semicerrado en el que solamente unos pocos equipos del continente se reparten el pastel de los derechos audiovisuales mataría financieramente al resto de los clubes y sus ligas nacionales. También mataría los sueños de sus aficionados de poder competir en lo más alto. La ECA (Asociación de Clubes Europeos) quiere blindar los privilegios de los más poderosos, independientemente de sus resultados en las ligas nacionales, y creo que no es justo. Los clubes que no entraran en este modelo semicerrado tendrían que reducir sus estructuras, mucha gente perdería su empleo; la industria futbolística, tal y como la entendemos hoy en día, decrecería muchísimo, solo se beneficiarían financieramente unos clubes. Esta descompensación aumentaría la inflación sobre los salarios de algunos futbolistas y sus agentes. Además, los datos de audiencia demuestran que a nivel nacional, por ejemplo, los partidos de LaLiga son más seguidos que cualquier choque de la Champions. Eso confirma que una Superchampions no sería el producto tan exitoso que algunos creen que será. [Desde la Asociación Europea de Ligas Profesionales] Hemos hecho estudios que demuestran el daño económico que ese modelo semicerrado provocaría a la industria del fútbol. Hoy en día, por ejemplo, LaLiga genera un impacto económico equivalente al 1,37 por ciento del PIB español y sus equipos generan una facturación conjunta de cerca de 4.000 millones de euros. Una Superchampions mataría a la economía del fútbol nacional. La propuesta puede llamar la atención a los aficionados de los grandes clubes, pero no tengo tan claro que su aplicación acabara gustando a los aficionados. Solamente existiría una competición y, con rivales tan potentes, se podría dar el caso de que estuvieran cinco, seis, siete años sin ganar el título. Ese sistema cambiaría totalmente nuestra manera de ver el fútbol –desaparecería la emoción por evitar el descenso, conseguir un ascenso, una clasificación europea o el pase de una eliminatoria de Copa– y lo acercaría al modelo deportivo americano. La cultura del deporte en Estados Unidos está más relacionada con el mero entretenimiento. No les importa tanto lo que ocurre en la cancha como todo lo que hay alrededor del juego.
–Escuchar el himno, bailar con la mascota y comerse un perrito.
–[Ríe] ¡Es que es así! Aunque el modelo de la súper liga europea parezca atractivo, creo que todavía en Europa no seríamos capaces de entenderlo. Es lo que hablábamos antes: en cualquier país europeo nos encanta seguir a nuestro equipo cuando juega contra el rival de toda la vida. Un partido contra el Manchester United, el Bayern o la Juventus es precioso, pero no más que el que juegas contra tu enemigo íntimo, que es siempre un equipo de tu país. Para proyectos como el de la Unión Deportiva Ibiza, que juega en una liga modesta pero tiene la ambición de llegar a Primera División, sería fatal. Si un club como el nuestro asciende a la élite y se encuentra un campeonato que ya no es atractivo, en el que no están los tres o cuatro mejores equipos, o en el que estos equipos jueguen con sus reservas, ¿para qué tanto esfuerzo?
–Pero la globalización ya ha depreciado en cierta manera el valor de los peldaños más bajos del profesionalismo, como la Segunda B. Hace treinta años era más fácil meter a cuatro o cinco mil personas en un campo de fútbol modesto. Hoy, con tanta oferta futbolística en la televisión, cuesta mucho más. La contrapartida es que ahora, gracias a internet, se pueden ver partidos del Ibiza en cualquier parte del planeta. ¿Qué puede hacer un club de tercer nivel para sobrevivir y crecer ante este panorama?
–El fútbol televisado vacía los estadios modestos. Eso es un hecho. Pero a mí me gusta ver las oportunidades. Como has dicho, las redes sociales permiten que lo que ocurra en Can Misses pueda llegar mucho más allá de la isla. La marca Ibiza es conocida globalmente. A todo el mundo le suscita un sentimiento o una opinión el nombre de esta isla. La globalización le otorga a un proyecto como este un potencial enorme. Hoy no se puede basar una estrategia de club solamente en que los aficionados vayan cada dos domingos al estadio. Si se sigue progresando deportivamente, creo que el Ibiza puede ser un motor para dinamizar la economía insular en temporada baja. Consiguiendo crear afición fuera de la isla, muchos querrán venir a ver los partidos del equipo. Y luego están los hinchas visitantes. Hace unos días estaba hablando con una persona que trabaja en el Real Madrid y me decía: “Imaginad que, si llegáis a Primera, todos los aficionados de los equipos rivales querrán ir a la isla cuando su equipo tenga que viajar allí”. Es la excusa perfecta para venir un fin de semana a este paraíso. Piensa lo que supondría que cada quince días aparecieran dos o tres mil personas por aquí. Sería bueno para todos: se llenarían los hoteles, se podrían abrir varias discotecas, se alquilarían coches, se harían muchas reservas de restaurantes, se compraría en los comercios y tiendas de la ciudad…
–Y el estadio estaría lleno: cinco mil gargantas animando a un equipo empujan más que cinco mil retuits.
Y un estadio lleno también es un producto televisivo más atractivo. De hecho, el reglamento de LaLiga establece sanciones para los clubes que no llenen la grada. El telespectador siente lo mismo que el aficionado que va a la grada: si está vacía, aunque el partido sea muy bueno, no siente lo mismo. Está correlacionado: si hay afición la motivación de los jugadores sube. El compromiso es mutuo. Hay ciudades y pueblos que viven tan apasionadamente el fútbol que los jugadores, cuando van por la calle, sienten la presión y se motivan. El factor ambiental puede llegar a determinar el rendimiento. Esa es una de las asignaturas pendientes que tenemos en Ibiza. Creo que hay varios motivos. Este proyecto está aún empezando. En el pasado hubo gente que no gestionó bien otras aventuras futbolísticas. Poco a poco creo que los aficionados entenderán que ahora las cosas han cambiado y que el proyecto actual es serio y, sobre todo, que está comprometido con la isla. Es impresionante que, siendo Ibiza el epicentro de las vacaciones de los grandes personajes del fútbol mundial, no haya tenido nunca un equipo en una división profesional. No tenemos nada que envidiar a lugares como Villarreal, que tienen mucha menos población que nosotros y son menos conocidos internacionalmente. Todo lo contrario. Yo me considero una ibicenca más. Aquí, siento una conexión muy grande con mis raíces sicilianas.
–¿Qué encuentras en Ibiza diferente a lo que has vivido en las grandes ciudades por donde has pasado?
–Es la energía que emite esta isla desde el momento en que la divisas desde el avión. Es difícil de explicar. Cuando te vas, sientes que se te vacía el corazón. Ibiza tiene naturaleza y diversión; tranquilidad y bullicio. Casi nunca me veréis en una discoteca, pero me encanta el mar y hacer deporte en un entorno natural. Esta isla te ofrece ambas cosas.
–El fútbol desde sus inicios, al menos a nivel institucional, ha sido eurocéntrico. Las primeras asociaciones que se dedicaron a reglamentar y organizar este deporte se fundaron en Europa, donde también se creó el juego. Pero, durante algunas décadas, el fútbol, a nivel técnico y como fenómeno de masas, se desarrolló en Latinoamérica. Es verdad que, a partir de los noventa, el fútbol americano entra en decadencia y de ello se aprovecha el europeo. Nunca había habido tanta diferencia entre los dos continentes más futboleros. Pero ahora estamos viendo otro cambio de paradigma. No sé si habremos cruzado ya la línea o la estamos cruzando aún: los clubes asiáticos, en el Golfo Pérsico o China, cada vez mueven más dinero y se llevan mejores futbolistas –y más jóvenes– a sus ligas. ¿Cómo va a cambiar el fútbol en los próximos diez años con todo el dinero que está fluyendo de oriente a occidente?
–Es difícil decir qué pasará en diez años. Ahora puede parecer una cosa y, dentro de una década, ocurrir la contraria. Sí parece que el mercado asiático será cada vez más relevante. También, creo yo, el estadounidense. Ahora nos parece un mercado poco atractivo y dentro de no mucho creo que tendremos que preguntarnos cómo podemos competir con los clubes de Estados Unidos. Sin embargo, pienso que Europa seguirá ejerciendo de corazón del fútbol. Como dices, las instituciones están aquí… y al mismo tiempo se han hecho más permeables a lo que ocurre fuera de nuestro continente.
–¿Seguimos pecando los europeos de prejuiciosos cuando valoramos el atractivo de esas ligas emergentes?
–Poco a poco vamos perdiendo ese prejuicio, que sí existe. Nuestras mentes se están globalizando un poco [ríe].
–¿Qué relación tiene un futbolista –o una futbolista, porque ahora hablaremos de las mujeres– con su abogado o abogada?
–Creo que más que relación futbolista-abogado existe relación representante-abogado. El representante es mucho más que la persona que le busca equipo al futbolista. Se encarga de reservar sus vacaciones o de llevar a su mujer a comprar la ropa. Es un papel muy peculiar el del agente: es, al mismo tiempo, psicólogo y padre adoptivo. Antes yo pensaba que el papel de los representantes era relativamente sencillo: haces dos llamadas y te llevas una pasta. Cuando trabajé cerca de ellos me di cuenta del estrés al que están sometidos: tienen que saber hacer de todo y, al mismo tiempo, ser asesores muy fiables. Lo que provoca esa dependencia es que los agentes de máximo nivel necesiten a su alrededor a un equipo multidisciplinar de abogados, fiscalistas, asesores de comunicación… El agente no puede abarcarlo todo, como pasaba hace diez años.
–¿Los futbolistas de primer nivel son conscientes de que se han convertido en una empresa con patas? ¿Comprenden lo que representan? En España se han detectado muchos casos de jugadores que no pagaban a Hacienda lo que debían. Muchos han alegado en su defensa desconocimiento en la materia.
–Muchos futbolistas –y también pasa con los clubes– piensan que nunca les pasarán nada si incumplen las reglas porque, al final, viven del cariño de los aficionados. Si trabajas en este mundo todas las puertas se te abren y cualquiera es agradable contigo. Corres el riesgo de pensar que eres inmune a los problemas de la vida real. Los últimos años han demostrado, para bien, que todos somos humanos. Ellos también. Tienen que andar con cuidado y hacer las cosas bien. Por eso es importante rodearse de buenos profesionales que sepan hacer su trabajo correctamente y de forma honesta. Recuerdo que cuando empecé a trabajar como abogada asesorando a clubes de fútbol los directores deportivos y otros profesionales me miraban como si se preguntaran “¿qué estás diciendo? Siempre lo hemos hecho así” . Lleavavan años haciendo las cosas de una manera, y les parecían normal seguir haciéndolas así. Conseguir que cambiasen me costó mucho y a veces ni siquiera lo conseguí.
–¿Se ha acabado la impunidad en las compraventas que involucran a futbolistas menores de edad?
–[Suspira] Es un tema muy difícil sobre el que se debate mucho. Actualmente, existe un grupo de trabajo en la FIFA que estudia la posibilidad de modificar el reglamento que rige los traspasos de jugadores. Los fichajes de menores es un tema que está sobre la mesa. Todavía no se ha encontrado la manera de solucionarlo. La FIFA quiere proteger a los menores de dieciocho años de situaciones de abuso. Hemos visto muchísimos casos de chicos traídos a Europa de países de África por presuntos agentes que les cobraban mucho dinero a cambio de prometerles fichar por un club importante y, a veces incluso sin que hicieran una prueba, los dejaban tirados en medio de la calle sin recursos para volver a su país. Esos engaños llevados a cabo por personas con muy pocos escrúpulos provocaron que la normativa se restringiera mucho hacia el 2000, pero la controversia sigue presente porque la movilidad de las familias ha aumentado muchísimo en las últimas dos décadas. Y, en ese caso, no se puede evitar que un menor fiche por otro club. La regla dice que solamente se pueden aceptar los traspasos cuando la familia del futbolista se muda de país por motivos laborales de los progenitores. Es muy difícil encontrar un acuerdo entre todos los actores porque la oportunidad de entrar en un club profesional no dejará nunca de deslumbrar a un chico que esté empezando en el fútbol.
–¿Tú jugaste a fútbol?
–No, jugué a balonmano y a tenis.
–¿Creíste alguna vez que veríamos partidos de Champions League jugados por mujeres con estadios llenos de miles de aficionados?
–Hasta hace unos años no pude pensar que algo así pasaría. La tendencia es evidente: el fútbol masculino se ha transformado en un negocio, pero el femenino sigue conservando esa familiaridad y cercanía que comentábamos que tenía este deporte hasta los ochenta y noventa. Las ligas se han dado cuenta y han empezado a explotar esa virtud. El potencial que le veo al fútbol femenino es muy grande.
–¿Qué porcentajes de mujeres hay en los puestos directivos de las grandes organizaciones futbolísticas?
–El promedio sigue siendo muy bajito. Hay muchas mujeres que trabajan en puestos intermedios. La secretaria general de la FIFA, la senegalesa Fatma Samoura, es un auténtico referente. Su llegada a una posición de liderazgo ha sido muy criticada desde algunos sectores bastante conservadores. Para mí se trata de una revolución de lo que está por venir. En España, por ejemplo, el número de mujeres en esa clase de puestos es de los más altos del mundo. Conocemos los casos del Eibar o el Leganés. No solamente están presididos por mujeres: sus juntas directivas tienen una presencia femenina muy relevante.
–Son clubes a estudiar el Leganés y el Eibar.
–Es impresionante el trabajo que están haciendo en ambos sitios. Que haya mujeres en la toma de decisiones creo que es un factor que influye en el éxito que están teniendo. Piensan out of the box [fuera de los cánones establecidos].
–¿Hay una mirada femenina en el fútbol, entonces?
–Yo creo que sí. Las mujeres vemos cosas que, a lo mejor, los hombres no ven. En estos momentos de cambio es muy importante aplicar ideas imaginativas y diferentes a las que estamos acostumbrados. Otra cosa que quería subrayar es que LaLiga tiene en su comité de dirección más de un tercio de mujeres. Ese dato supera a los de cualquiera de las otras cuatro grandes ligas. Aquí en España estamos avanzando mucho más rápidamente en ese sentido.
–¿Estamos preparados entonces para ver a una mujer entrenando a un equipo de élite o arbitrando un partido de Primera División?
–Todavía no estamos muy preparados, pero sería mejor que nos preparásemos lo más rápido posible. El cambio siempre llega rápido. La resistencia a las variaciones siempre es muy fuerte, en casi cualquier sociedad. Pero el cambio es la única cosa resistente; la única cosa que no cambia es el cambio. Hay que aceptarlo y ver oportunidades en lugar de amenazas.
–¿Cómo sacamos al fútbol masculino del búnker? No hablo ya de las estrellas internacionales. Hay futbolistas de Segunda o Segunda B que están prácticamente aislados por sus clubes y su entorno.
–Eso lo veo más difícil. Los futbolistas se han convertido en superstars. La realidad es la que es pero creo que los futbolistas que son grandes de verdad son los que siguen siendo humanos. Que se aíslen tiene una explicación: para muchos aficionados dejan de ser humanos: cuando marcan un gol, son héroes, pero cuando no lo marcan pasan a ser villanos. Más allá de su rendimiento, lo que hace grande a un jugador es su valor humano: ahí está la diferencia en que cuando se retire le sigan recordando o caiga olvidado. Vuelvo a lo de antes: siempre pienso en la oportunidad que puede brindar cada situación. El estrellato de los futbolistas puede comportar cosas negativas, pero tiene sus puntos interesantes. El caso de Borriello lo demuestra. Cuando propuse su fichaje, estaba segura de que su popularidad iba a dar a conocer el proyecto de la Unión Deportiva Ibiza en toda Europa. El efecto mediático de tener a Borriello unos meses con nosotros es innegable. El Real Madrid lleva años poniendo en práctica esa estrategia de fichar estrellas para abrir nuevos mercados.
–Los futbolistas profesionales han encontrado en las redes sociales su refugio perfecto para comunicarse entre ellos y con sus fans por miedo a que los medios de comunicación tergiversemos sus palabras o saquemos ciertas situaciones de contexto. Tengo la sensación de que el entorno les hace sufrir mucho.
–Se han vuelto muy desconfiados y las comunicaciones han cambiado enormemente en los últimos tiempos. ¿Para qué se lo tengo que contar a un periodista si yo mismo me he convertido en un canal de distribución y puedo contarlo como me interese y me guste? Eso es lo que piensa la mayoría de las estrellas mundiales. El reto que tenéis los periodistas es cómo seguir siendo importantes y que los futbolistas os sigan atendiendo. Cuando un futbolista tiene uno, dos o cien millones de seguidores en sus redes sociales puede tener más alcance explicando algo a través de una story de Instagram que ofreciendo una rueda de prensa.
–El futbolista que mejor ha entendido esa realidad creo que es Gerard Piqué. En paralelo, el prestigio de muchos medios de comunicación ha bajado muchísimo. Hay programas y periódicos que se centran más en el entorno extradeportivo que en el análisis, el debate o la reflexión sobre el juego y sus protagonistas. Pero, al mismo tiempo, la información que lanzan los futbolistas es muy interesada porque cualquiera es el mejor relaciones públicas de sí mismo. No es lo mismo que un periodista entreviste a Griezmann para preguntarle por los motivos que le llevan a quedarse en el Atlético de Madrid a que Piqué le produzca un reportaje hecho a medida.
–La fuerza que tendrá la prensa dependerá de si es capaz de llegar a ese tipo de cosas que nunca se cuentan porque no son positivas para los implicados. Creo que la opinión pública tiene hambre de saber noticias que sean reales, no prefabricadas o explicadas a través de mil filtros.
–Jorge Valdano dijo una vez que el fútbol es la cosa más importante de entre las cosas menos importantes de la vida. A lo mejor tendríamos que leer cada día esa frase para recordar que no se acaba el mundo si un portero se come un gol o un delantero manda la pelota al palo.
–Estoy súper de acuerdo con el espíritu de esa frase. Muchas veces los aficionados vivimos el fútbol con demasiada preocupación y agobios. Esto es solamente un juego. Desgraciadamente, la vida conlleva otros problemas más grandes.
–Para acabar la entrevista me gustaría hacer un breve cuestionario. ¿Cuál es el mejor Mundial que has visto?
–El mundial de 2006, ganado por Italia en los penaltis contra Francia, es inolvidable. Y el siguiente, el de 2010, ganado por mi segundo país, España, tampoco lo puedo olvidar.
–La final de Champions más especial que has vivido…
–La final de 2016, disputada por dos grandes clubes, el Atlético y el Real Madrid,los dos equipos de la ciudad que me ha adoptado. Además,se jugó en Milán, en mi país. Fue una final increíble y que me recuerda un momento muy bonito de mi vida profesional.
–Un partido inolvidable del Catania…
–Me vienen dos a la cabeza. La goleada que te he comentado al Palermo, con Simeone en el banquillo, y una victoria contra el Inter que entrenaba Mourinho por 3 a 1.
–Un gol vivido en directo.
–Un gol desde el centro del campo de [Giuseppe] Mascara [jugador del Catania [al Palermo. Y, más recientemente, el gol de Manolas al Barcelona, en cuartos de final de la Champions League del año pasado. Es una de las remontadas más bonitas que se han visto últimamente.
–Tu estadio preferido.
–El Mercedes Benz Stadiumde Atlanta. Diseño arquitectónico combinado con la última tecnología. Impresionante.
–Una ciudad que respire fútbol.
–Sevilla. Su forma de vivir el fútbol es única y tienen un derbi muy especial.
–Amadeo Salvo.
–Qué voy a decir yo de él… Un visionario, un gran profesional y, ante todo, una gran persona.
–Un deseo para la Unión Deportiva Ibiza.
–Seguir construyendo este bonito proyecto, poder competir en lo más alto, y por qué no, ¡mi sueño es que pueda jugar en Champions League!