El fútbol, como la vida, está lleno de caídas, vueltas y redenciones. Y si hay un club en la isla que lo sabe bien, ese es el Inter Ibiza. Este lunes, Can Botino se convirtió en el escenario del aplauso institucional a un equipo que ha vuelto a levantarse tras besar el suelo. El Ayuntamiento de Eivissa, con el alcalde Rafael Triguero y la regidora d’Esports Catiana Fuster al frente, recibió al conjunto interista para celebrar su merecido regreso a Tercera RFEF, una categoría que ya conocen… y que perdieron hace apenas dos temporadas.
Sí, porque este Inter no es nuevo en el mapa nacional. En la campaña 2021-2022 ya saborearon lo que era competir en Tercera. Pero aquel sueño, aunque intenso, fue breve: descendieron y volvieron a la dura realidad de la Regional. Un golpe que hubiera hecho tambalear a muchos. Pero no a ellos. En lugar de rendirse, apretaron los dientes, remaron juntos y se reconstruyeron desde abajo, con trabajo y orgullo, hasta volver a tocar la puerta del fútbol nacional. Esta vez, para quedarse.
El recibimiento en Can Botino no ha sido solo un acto protocolario. Se trata del reconocimiento a una gesta tejida a base de madrugones, entrenamientos con sabor a revancha y domingos de barro y pasión. Un homenaje a un vestuario que no solo juega, sino que representa algo más: la capacidad de no rendirse, de creer en grupo y de defender, jornada tras jornada, la idea de que el fútbol también puede ser motor de comunidad.
El Inter Ibiza vuelve a escena, no como novato, sino como club curtido, que ya sabe lo que hay al otro lado del ascenso. Esta vez, el objetivo no es solo disfrutar, sino consolidarse. Pasearán de nuevo el nombre de Eivissa por campos de toda Balears, con la maleta cargada de lecciones aprendidas y el escudo más fuerte que nunca.
Desde el césped de Can Cantó hasta los despachos del Ayuntamiento, este ascenso simboliza algo más que una mejora deportiva. Es el triunfo de la perseverancia, del proyecto que no se dejó morir, y de un equipo que ha sabido convertir una caída en una oportunidad. En Can Botino lo celebraron con sonrisas, sí, pero también con la certeza de que este Inter vuelve con hambre, con historia y con cuentas pendientes que saldar.
Y ahora que han vuelto… que se preparen los rivales.
