Sant Josep cambia de piel: adiós al césped reventado, hola alfombra deluxe

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En Sant Josep ya no se rasca la rodilla ni se sufre por el mal bote: ahora se juega sobre terciopelo. El campo municipal de s’Arenest, ese donde se han dejado las suelas generaciones enteras de futbolistas ibicencos, se ha pegado un lavado de cara que lo pone a la altura de los grandes, pero sin perder el alma de barrio.

El viejo césped natural, que en sus mejores días aguantaba el tipo pero últimamente pedía la jubilación a gritos, ha pasado a la historia. Era noble, sí, pero estaba machacado de tanto trote. Cada sprint era una ruleta rusa. Y el balón… bueno, el balón hacía lo que podía. Ahora, en cambio, brilla una nueva superficie de esas que parecen sacadas de un catálogo del Arsenal. Literalmente.

Porque el PURE PT de GreenFields no es cualquier cosa: es un césped artificial sin microplásticos, sin caucho, sin historias raras. Una alfombra que ya usan los del PSV, el Valladolid y otros clubes que se toman en serio eso de correr sin miedo a dejarse los ligamentos. Y ahora, también en Sant Josep.

La visita oficial de rigor no faltó. Ahí estaban el alcalde Vicent Roig, el regidor Xicu Ribas y el conseller d’Esports Salvador Losa, pisando fuerte y sonriendo como quien acaba de fichar al crack de la temporada. El cambio no es humo: es fútbol con cabeza.

100.000 eurazos bien invertidos, gracias a las ayudas del Consell, para montar un campo que no solo luce bien sino que además cuida el planeta. Sin mantenimiento tóxico, sin residuos que acaben en el mar, sin dramas. Solo fútbol. Y del bueno.

Pero ojo, que aquí nadie se tiró a la piscina sin comprobar la profundidad. Ribas cogió avión y se fue a Holanda a ver el invento de cerca. Lo probó, lo pisó, y dijo: esto va pa’lante. Porque en Sant Josep se hacen las cosas con cabeza, aunque luego se celebren con alma de grada.

Y esto no se queda aquí. Si todo funciona como debe —y ya suena a jugada ganadora—, los siguientes en estrenar alfombra serán Sant Agustí y Sant Jordi. Porque cuando un equipo encuentra la fórmula, hay que aprovechar la racha.

Sant Josep ha marcado un gol por la escuadra. El campo ya no es solo un sitio donde se juega: es un símbolo de que el fútbol también puede ser limpio, moderno y sin perder ni un gramo de garra. Se acabaron los resbalones traicioneros y los chutes desviados por un bache maldito. Ahora toca fútbol de verdad.

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