5-0. Partidazo gourmet con sabor ibicenco

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Hay partidos de trámite y luego están las bacanales de fútbol que, sin quererlo, mandan un recado al resto de aspirantes: aquí hay un equipo que no viene a pasearse por el ‘play-off’, viene a morder. La UD Ibiza se ha pegado un homenaje en Can Misses ante un Ceuta desinflado y con resaca de campeón. Cinco goles, cero concesiones y una grada flotando entre el aroma del ascenso y el de la apertura del UNVRS.

La historia de este sábado no va solo del 5-0. Va del momento. Va de sensaciones. Va de que a Paco Jémez le ha salido la paella sin grumos justo antes de ponerla en la mesa grande. Y no había mejor manera de brindar por el fin de curso que metiéndole una manita al líder, aunque viniese con la barriga llena y el cinturón desabrochado.

El partido fue un monólogo, una clase de cómo se entra al campo con hambre aunque el rival ya esté de sobremesa. En el minuto 4, Bebé ya había sacado la escopeta con una ‘folha seca’ al larguero que hizo temblar hasta los cristales de las cabinas de prensa. Davo cazó el rechace en fuera de juego y también la mandó al palo, como para decirle al Ceuta que esta tarde se iba a jugar en una sola portería.

Y se jugó.

Davo, ese delantero que huele el gol como el sabueso el miedo, abrió el festín al cuarto de hora. Centro medido de José Albert —que se marcó un partidazo de escándalo— y definición al primer toque. Como los que saben. El segundo fue de Bebé, claro. Porque si el Ceuta daba pasos atrás, él no pedía permiso: se coló entre líneas y soltó un zurriagazo que limpió la escuadra y la conciencia de más de uno. Locura en la grada. Y sensación de que la tarde iba para historia.

El Ceuta, con cara de lunes, daba lástima. Ni rastro del campeón que ha arrasado esta Primera RFEF. Mientras, la UD Ibiza jugaba con cuchillo entre los dientes y sin levantar el pie. José Albert, que parecía tener turbo en las botas, perdonó el tercero en una llegada de pura potencia. Gori se coló por banda, Davo amagó como un gato callejero y López-Pinto mandó el cuero a las nubes con todo a favor. Solo un susto nubló por un momento el cielo ibicenco: Davo pidió el cambio por molestias en el sóleo. Silencio en Can Misses. El delantero se fue tocado, pero no hundido.

Antes del descanso, Albert puso el tercero con una definición de delantero disfrazado de lateral. Jugada de videojuego y sentencia en el marcador.

La segunda parte fue más de lo mismo, pero con extra de humillación. Quique hizo el cuarto tras una asistencia deliciosa de López-Pinto. Y después llegó el quinto: jugadón de Eugeni, magia en estado puro, que acabó en golazo de López-Pinto tras recorte doble y disparo al palo largo. Pim-pam-pum. El Ceuta, mientras, cambiaba jugadores como quien cambia las toallas en el chiringuito. Para nada. No había solución.

Hubo penalti provocado por José Albert, que parecía tener gasolina para tres partidos más. Escassi se animó a lanzarlo con decisión, pero se topó con un Vallejo inspirado que adivinó la intención y evitó el sexto.

El partido acabó con la UD Ibiza meciéndose en la gloria, jugando a placer, regalando caños y sonrisas. El Ceuta se fue como vino: sin alma. Y la isla, con el subidón propio de quien ve que esta vez sí, la cosa va en serio.

Ahora toca el Andorra, rival rocoso y de billetera gorda. Pero el equipo de Jémez llega como un cohete, con fútbol, actitud y chispa. Si el camino al ascenso es una guerra, la UD Ibiza ya ha sacado el machete.

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