La UD Ibiza vuelve al ruedo. Con la cuenta atrás para el estreno liguero, Paco Jémez se sentó frente a los micrófonos para analizar la puesta a punto del conjunto celeste y lo que se avecina: un arranque de campeonato ante el filial sevillista que no se promete nada cómodo.
El técnico andaluz no se deja engañar por los marcadores del verano. “Lo importante es lo que se entrena cada día”, dejó caer. El trabajo físico, la asimilación de conceptos y la integración de los nuevos han sido, según él, la clave para llegar con tono competitivo a la primera jornada.
La dirección deportiva cumplió con las exigencias de Jémez: fichajes cerrados pronto para rodar desde julio. Manu Pedre y Joao Fersura son las caras más recientes. El primero, un central zurdo con margen de crecimiento; el segundo, un extremo joven con desborde y descaro. El míster confía en que ambos aporten frescura a un bloque que ya se conoce.
Paolo y Ibra también entraron en la conversación. Jémez ve en ellos futuro inmediato: talento a pulir que tendrá minutos en el primer equipo si responden al nivel de exigencia. “Han crecido mucho y pueden ser importantes”, subrayó.
Los filiales nunca regalan nada y el técnico lo sabe. Partido trampa en el estreno: rival correoso, jugadores eléctricos y mucho ritmo. El Ibiza tendrá que mostrar pegada y solidez si quiere arrancar con victoria.
Sobre la implantación del sistema de videoarbitraje en la categoría, Jémez fue claro: “Esto puede acabar siendo un caos”. Cree que faltan medios y tiempo de adaptación, y teme que los partidos se conviertan en un carrusel de interrupciones.
El enfado llegó con el calendario. El duelo contra el Hércules, fijado para el domingo 7 de septiembre a las 16:00, es un quebradero de cabeza logístico. Vuelos, hoteles y planificación se vuelven un sudoku con tan poca antelación. El técnico pide a la RFEF “más empatía” con clubes que cada semana deben afrontar una odisea para organizar desplazamientos.
La UD Ibiza ya tiene sobre la mesa todos los ingredientes de la temporada: fichajes, canteranos, rivales duros y polémica arbitral. Ahora falta lo de siempre: que el balón eche a rodar y el equipo responda en el campo.
