1-1. Davo rescata un punto en Marbella para una UD Ibiza sin brillo pero con garra

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El arranque fulgurante de temporada de la UD Ibiza se frenó en seco en el césped del Antonio Lorenzo Cuevas, donde los celestes —que este sábado vistieron de rosa— se toparon con un Marbella intenso, punzante y que rozó el triunfo en varios tramos del partido. El empate a uno supo a alivio en las filas ibicencas, especialmente tras una primera mitad gris, desordenada y por momentos superada. Fue Davo, recién aterrizado en el campo, quien encendió la chispa necesaria para evitar la caída y arañar un punto que mantiene al equipo en la parte alta, pero que deja algunas señales de alerta.

Consciente del desgaste y de que el campeonato apenas ha empezado a desplegar sus cartas, Paco Jémez decidió mantener a Bebé en el once, pese a haber insinuado que sólo contaría con él si estaba al cien por cien. Señé fue la única cara nueva en una alineación que, sobre el papel, prometía continuidad, pero que pronto se vio zarandeada por la intensidad marbellí.

Y es que no habían pasado ni cinco minutos cuando Álex Martínez sacó brillo a su zurda con un libre directo que se coló como un dardo en la escuadra de Ramón Juan, completamente inmóvil ante la parábola venenosa del balón. Gol tempranero, jarro de agua fría, y el partido cuesta arriba desde el primer suspiro.

El Marbella, lejos de encerrarse, olió sangre. Presión alta, ritmo sostenido y un dominio que por momentos convirtió el partido en un escenario incómodo para los ibicencos. El centro del campo no carburaba, los laterales sufrían y la salida de balón era una odisea. La Udé resistía más por instinto que por orden.

Señé rozó el empate tras un balón templado de Bebé, pero su remate se marchó cerca del poste. Poco después, un error en la salida de Ramón Juan puso en bandeja el segundo a los locales, que no aprovecharon el regalo. El partido se convertía en una sucesión de golpes sin precisión, como un combate de boxeo donde los púgiles solo rozan al rival, sin llegar a tumbarlo.

A balón parado llegaban las ocasiones más claras. Iago Indias cabeceó alto un córner que pudo cambiar la historia. Del otro lado, Ramón Juan se redimía con un par de intervenciones salvadoras. Gallar, a pase de la muerte de Señé, marró lo que parecía el empate antes del descanso. El Marbella también tuvo su bala con Sofiane, que definió bien pero partía en fuera de juego.

La segunda parte arrancó agitada. El FVS —ese VAR con nombre renovado— fue protagonista tras un golpe de Gallar sobre Ohemeng. Pese a las protestas locales, el colegiado no vio expulsión. Minutos después, el propio Gallar se convirtió en protagonista involuntario de otra acción polémica: posible penalti por mano de Tahiru que, tras revisión, fue desestimado.

Entonces llegó el momento Davo. Jémez movió piezas y el extremo entró con hambre. Su primer disparo lo despejó el meta local, pero no tardaría en dejar su huella. En el minuto 67, un remate desviado de Sofiane dejó el balón muerto en el área pequeña. Davo, siempre al acecho, no perdonó. Uno a uno y la sensación de que todo podía pasar.

Los minutos finales fueron un intercambio de golpes sin dueño. El Marbella, impulsado por su público, buscaba el segundo con verticalidad, mientras que el Ibiza se estiraba en busca de un triunfo que habría tenido un sabor milagroso. Rodri Ríos pidió falta cuando se plantaba solo ante el portero tras robar el balón en zona prohibida, pero el colegiado cortó de raíz cualquier atisbo de remontada.

El pitido final dejó una sensación ambigua: la UD Ibiza conserva el invicto, pero se deja sus primeros puntos ante un rival que le jugó de tú a tú, sin complejos. El liderato, por ahora, no peligra, pero la versión ofrecida por el equipo deja claro que, en esta categoría, nadie regala nada. Tocará ajustar piezas y recuperar sensaciones.

Marbella frenó la euforia celeste. Davo evitó el descalabro. Y el campeonato, que aún es largo, ya empieza a mostrar que el camino al ascenso será mucho más empinado de lo que algunos soñaban.

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