Diego Romero, que juega en el Santanyí, posa con sus hijos Tobías, portro que juega en el Santa Catalina y Luka, que milita en el Mallorca (Foto: Fútbol Pitiuso).

R. Sundaysson Diego Romero (Quilmes, Argentina. 03 / 01 / 1975) suma y sigue apuntándose otra nueva temporada futbolística más a sus espaldas. Tras una dilatada trayectoria profesional que le llevó por clubes de diversos países hasta recalar por fin hace ya unos años en el fútbol balear, el exjugador del Formentera y del Sant Jordi continúa a sus casi 42 años con ganas de darle marcha al cuerpo y de seguir jugando a pleno ritmo, manteniendo intactas sus ganas de competir por lo máximo con su actual equipo, el Santanyí, en la Regional Preferente de Mallorca.

Después de su paso por el Montuiri en Tercera, el incombustible Romero se siente rejuvenecido de nuevo enrolado en las filas de un Santanyí que esta temporada quiere aspirar a dar el salto de categoría. En este sentido, el veterano mediocampista destacó que “cuando me propusieron ir al Santanyí comprobé que contaban con un proyecto bastante bueno. Su propuesta me gustó mucho porque es un proyecto hecho con la ambición de poder subir de categoría. Después de competir durante toda mi vida, jugar con esa idea te seduce, te motiva y te tira para seguir adelante con la máxima ilusión”.

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Sobre su nuevo club, ‘el abuelo’ del vestuario aseguró que “tenemos un buen entrenador y hay un buen grupo en el vestuario. No me siento diferente al resto por ser el mayor ni el más veterano, más allá del simple hecho de que los más jóvenes te escuchan por la experiencia que uno ya tiene, pero lo cierto es que yo también aprendo de los chicos nuevos y así me voy renovando”.

En cuanto a los objetivos personales y colectivos que se ha marcado para esta campaña, Diego Romero manifestó que “mi reto cada año es el mismo: rendir al máximo nivel y no defraudar a la gente que ha confiado en mí. Siempre intento darlo todo y ser honesto conmigo mismo y con el trabajo que realizo para defender en el campo los colores de mi club”.

Sin fecha aún en su mente para colgar las botas y con un entusiasta espíritu de principiante por seguir en activo, el jugador del Santanyí afirmó que “le estoy muy agradecido al mundo del fútbol porque para mí todo ha sido positivo. Es un sueño cumplido que me ha permitido todos estos años trabajar y vivir haciendo lo que más me gusta. Me ha dado las alegrías más grandes de mi vida porque son muchos los recuerdos lindos y las amistades que uno guarda con los compañeros que he tenido en todos los países donde estuve. Son puertas que se quedan abiertas y en las que dejas un poquito del recuerdo de lo que hiciste cuando jugaste allí. Yo he tenido la fortuna de jugar siempre en equipos ambiciosos y que han sido protagonistas, he vivido varios ascenso y, por suerte, no me ha tocado sufrir ningún descenso”.

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