Por Martín Monroy

La poesía está en todos lados. El fútbol es poesía, poesía escrita por los protagonistas, los jugadores… las letras son los momentos. Cada partido es único, no importa la liga, el país o la categoría que sea. Cuando hay una pelota de por medio, pasan cosas, a veces, demasiadas. El domingo pasado me tocó vivirlo desde dentro y seguramente mi futuro hijo escuche cuentos de este partido.

La mano venía mal, muy mal, inexplicablemente mal. Todo tiene explicación, depende de nosotros verla. El fútbol tiene eso, imprevistos, momentos que no se entienden. Simplemente pasan. A veces toca sufrirlos y a veces disfrutarlos, aunque seguramente sean los menos.

Lastimosamente, en este mundo del fútbol actual nos guiamos por el resultado. Si pierdes a casi nadie le va a importar como actuaste ante situaciones adversas, pero por suerte todavía hay gente que valora lo que hay que valorar.

El fútbol te regala momentos. Los mejores regalos, a mi entender, no son materiales. El domingo viví la magia, fui parte del truco. El mago esta vez estaba de nuestro lado. Un partido que parecía perdido, un resultado que cambia en cuestión de minutos, una montaña rusa de emociones, la mente pasando por todos los estados posibles, aficionados que se iban del campo, otros, los que todavía creen en la magia y en la poesía, se quedaban.

Por suerte no todo es comercial y el fútbol sigue siendo fútbol. No importa el resultado final o el análisis del partido. Hay cosas que no se pueden explicar, solamente se viven, pasan. Lo que importa es que en el fútbol terrenal, el del barrio, del pueblo, el bar sigue siendo bar y no VAR. Los jugadores y los espectadores siguen viviendo las emociones a flor de piel, los aficionados lo ven al lado del campo, un campo que no tiene pistas de atletismo ni alambrados de por medio. Por suerte no lo ven por HD.

Los errores siguen siendo humanos y no de máquinas. Cuando los partidos terminan, los jugadores, de carne y hueso, se saludan y algunos, los diferentes, valoran las cosas que pasan, sin importar de qué lado de la cancha estaba su equipo, sea el vencedor o el vencido.

El domingo, como cada día, agradecí ser jugador de fútbol, no me importa si ese fútbol se rotula profesional, amateur, aficionado o 3D. El fútbol terrenal sigue existiendo. A pesar de que los años pasen e inciten al cambio hay cosas que por suerte nunca van a cambiar.

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