Víctor M. Victoria Se llama Vicent Egea y es uno de los nombres de moda del fútbol en la isla en los últimos tiempos. A sus 38 años, este ibicenco se ha convertido en el alma física de la Peña Deportiva, equipo que está trazando su mejor temporada de la historia en Segunda División B y en la cual ejerce, desde hace varias campañas, como preparador físico. No son pocos los entendidos que destacan el carácter dinámico, fuerte, intenso y hasta incluso vehemente del equipo peñista, características que le ubican muy cerca, a tan solo un punto, de los puestos de promoción de ascenso transcurrido un tercio de campeonato.

“La Peña Deportiva es un equipo intenso, honrado y muy competidor”, afirma el comandante de la parcela en el conjunto blanco, haciendo hincapié, siempre, en la virtud de los futbolistas que dirige. “El mérito de mis jugadores es la calidad y entrega que ponen en cada una de las sesiones que realizamos. Es verdad que los chavales físicamente están muy bien, pero es admirable verles en un entrenamiento, es espectacular. Creo mucho en la frase ‘tal y como entrenas, juegas’; y ellos entrenan muy muy fuerte”.

Vicent Egea empezó su carrera de preparador en el fútbol base de la antigua SD Ibiza, desde donde pasó al San Rafael de la mano del técnico Mario Ormaechea, con quien desembarcó en la Peña Deportiva después. Tras tres temporadas compitiendo en Tercera División sin lograr conseguir el preciado y anhelado ascenso, el técnico catalán dejó el banquillo peñista y la llegada de Dani Mori, con su respectivo equipo de confianza, propició la salida de Egea aquel verano de 2015. Pero sin alejarse por completo del fútbol, el ibicenco empezó pronto a ayudar a Raúl Casañ en las categorías juveniles del club peñista hasta que, con la salida del propio Mori en junio de 2018, ambos recogieron las riendas de la parcela técnica del club hasta la fecha.

El binomio entre entrenador y preparador físico está resultando de lo más eficiente. En solo quince meses de trabajo conjunto en el primer equipo, la Peña Deportiva ha logrado el ascenso a Segunda División B y ahora, y ante la admiración de todos, vive instalado en la quinta plaza del grupo I, por delante de históricos como Racing de Ferrol, Pontevedra, Melilla, o de filiales tan potentes como el del Real Madrid. “Mi relación con Raúl (Casañ) es muy buena, en cuatro años no hemos discutido nunca. Yo le doy mi opinión, que siempre escucha, y al final como es normal, él decide. Es una suerte trabajar con alguien que piensa muy parecido a ti. Respeta mucho mi trabajo, me siento muy valorado y escuchado”, comenta al respecto.

Egea se define como un preparador, por encima de todo, “intenso”. “O voy con todo, o no voy. Prefiero suspender un entrenamiento y no entrenar, que hacerlo a medio gas. No lo concibo. Los jugadores lo tienen que dar todo y yo también en la preparación de las sesiones. Mi idea es siempre que los ejercicios sean competitivos y divertidos, con balón, y creo que es parte del éxito: mis jugadores compiten todas las semanas en los entrenamientos y eso se refleja después en los partidos”, indica.

Cuestionado sobre las aspiraciones reales de la Peña Deportiva tras el espectacular arranque de curso, el ibicenco no duda en afirmar que “jugadores, cuerpo técnico, directiva, todos sabemos que el objetivo es lo que no se ha conseguido nunca: la salvación. Por supuesto, vamos a hacer todo lo posible por estar lo más arriba, pero tarde o temprano se tendrá que notar el desgaste por el esfuerzo enorme que están haciendo nuestros jugadores”. Y es en ellos, en los futbolistas, en quien focaliza buena parte del excelso rendimiento peñista en el presente curso.

“El mérito de mis jugadores -afirma- es inhumano y no miento. En alguna ocasión, hemos aterrizado después de un partido a las once de la noche en el aeropuerto y algunos jugadores se han ido a trabajar hasta las ocho de la mañana, sin descansar, y luego tienen que venir entrenar. Hay otros que, por ejemplo, a las cinco de la mañana se van a repartir fruta. Alguno trabaja de taxista, otro de enfermero, otros en comedores escolares… Mientras la gran mayoría de jugadores de Segunda División B están descansando casi todo el día, ellos trabajan y luego entrenan como motos. La ilusión y ganas de mejorar que tienen son enormes. Cada semana, Lara (la nutricionista) les mide los pliegues, controla las dietas, los pesa… Y analiza la evolución de cada jugador de forma individual, y todos cumplen a rajatabla con las dietas”.

En una plantilla que mantiene buena parte del bloque de jugadores que consiguió el ascenso a Tercera División la temporada pasada, algunos de los recién llegados han tenido problemas de adaptación ante tal exigencia física, como el propio Egea reconoce: “algún jugador de los nuevos le ha costado mucho entrar en el equipo porque vio que la gente estaba dos escalones por encima físicamente. Ahora por fin se ha adaptado al grupo después de mucho trabajo y está al nivel de cualquiera. Esta es la diferencia que marca los resultados, aquí corre y presiona hasta Toñi (la utillera)”.

El apartado físico se ha convertido, según el preparador ibicenco, en una pieza básica para el correcto engranaje de la maquinaria de un equipo. “Hoy en día es indispensable y a nivel profesional es imposible no encontrar esta figura en un equipo. Afortunadamente, cada vez está más reconocida en el fútbol base y fútbol regional. Antes era un extra y ahora es algo indispensable, es algo que la gente busca. Además de esta figura, a nadie se le plantea no disponer de un buen fisioterapeuta, que cuide y vele por la salud de los jugadores, y en este aspecto, tenemos a Inés, que es una chica encantadora que siempre tiene un ‘sí’ por respuesta a todas las peticiones de los jugadores, y estos confían mucho en su trabajo”.

Y en una época tan tecnológica como la actual, donde los sistemas de medición brindan todo tipo de datos objetivos sobre el rédito físico de un futbolista, el foco de atención del preparador se diversifica: “Intentamos individualizar el trabajo físico, pero sin aparatos de medición actuales (GPS) es más difícil. Sí que hacemos especial hincapié en el trato psicológico porque cada jugador es un mundo. Los futbolistas suelen ser egocéntricos y egoístas, y tratamos de entenderlos a su manera de forma individual, y buscamos sacar el mejor rendimiento de cada uno. Hay jugadores que siempre están contentos y otros que siempre están enfadados. Por ello, tendemos a tener un trato más personalizado con ellos y jugar con el componente psicológico”.

En la recta final de su entrevista con Fútbol Pitiuso, Vicent Egea analiza también el momento actual en Ibiza y Formentera del deporte rey, que goza de un excelente estado de salud a su juicio: “El fútbol en las Pitiusas está mejor que nunca. Tenemos un equipo en Segunda División B que creo y espero que suba, la UD Ibiza. Tenemos a la Peña Deportiva, camino de poderse salvar la categoría. En Tercera, el CD Ibiza confío en que pueda revertir la situación y tenga, finalmente, opciones de ganar la Liga y subir; el Portmany que conseguirá salvarse, mientras el San Rafael puede dar mucha guerra. Y en Regional Preferente, Sant Jordi y Penya Independent han hecho muy buenos equipos… Sinceramente, el fútbol en la islas se ha ido profesionalizando cada vez más y es para estar muy contentos”.

Y en este sentido, apostilla en tono taxativo: “Sé que en Ibiza hay mucha rivalidad con estas cosas y mucha gente que está en contra de la UD, pero yo siempre digo lo mismo: Cualquier persona que le guste el fútbol y no quiera que este club suba es un necio, por no decirte una palabra peor. De verdad, no lo puedo entender. El ascenso sería algo histórico para la isla y la gente de aquí podríamos disfrutar, por primera vez, de un equipo en Segunda División”. Pocas voces más autorizadas en las islas para decirlo.

Para finalizar, Egea quiere mandar “un fuerte beso a mi mujer y a mi hija, que sufren el otro lado del fútbol cuando no estoy en casa”.

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