R. Sundaysson José María Díaz Berrocal (Eivissa, 02/02/1967) vive su profesión con inusitada ilusión y con toda la pasión que se puede esperar de una persona que lleva vinculada al mundo del fútbol desde su más tierna infancia. El hoy día preparador de porteros del San Rafael comenzó a jugar como guardameta a los 12 años de edad, debutando bajo los palos en el que fue su primer equipo, la Peña Blau i Grana. Posteriormente, desarrolló una intensa carrera deportiva defendiendo los colores de clubes como el Ibiza Atlético, el ya extinto Talamanca, Hospitalet, Ibiza, San Rafael, Portmany y Sant Josep, conjunto en el que finalmente colgó las botas tras mantenerse en activo durante un total de 16 años.
A Díaz Berrocal le corre el fútbol por las venas. Eso es algo que se nota al instante. Con apenas intercambiar unas palabras con él ya sabes que es una persona que disfruta con lo que hace. Un profesional que vive su oficio con entrega y dedicación, aportándoles a los más jóvenes su experiencia dentro del mundo del deporte.
A comienzos del 2015 obtuvo en el Levante el título específico de entrenador de porteros y el de preparación física. Tras vivir una breve experiencia en el CD Ibiza, el técnico del San Rafael, Vicente Román, le ofreció a finales del pasado verano la oportunidad de enrolarse a bordo de un nuevo proyecto con el conjunto rafeler. Un reto que Díaz Berrocal aceptó con sumo gusto. Actualmente, bajo la dirección de Vicente Román, José María se encarga de la preparación de los porteros de la primera plantilla y coordina además el trabajo de los guardametas del fútbol base a través de la escuela Goalkeepers Ibiza Porters.
“Con Vicente Román la confianza es absoluta. Desde el primer día me dio libertad para trabajar y planificar como quisiera los entrenamientos con los porteros, incluso con los de Tercera”, reconoció Díaz Berrocal.
Bajo su tutela actualmente se entrenan 18 guardametas: 5 benjamines, 4 alevines, 4 infantiles, 1 cadete, 2 de categoría regional y la dupla de porteros de la plantilla de Tercera División. Al preguntarle cómo es la labor cotidiana de un preparador de porteros, Díaz Berrocal explicó que “hasta hace seis o siete años, los porteros eran los verdaderos olvidados en los equipos de futbol. No tenían ningún tipo de trabajo específico a no ser que jugaran algún partidillo, les lanzaran a puerta y poco más. Eso hoy día ha cambiado mucho porque se trabaja de otra manera con ellos, desarrollándose un entrenamiento y unos ejercicios físicos específicos que no tienen nada que ver con el trabajo que realizan el resto de jugadores”.
“Lo que yo hago con las categorías inferiores es un trabajo centrado fundamentalmente en la coordinación, ya que si no existe coordinación, no se puede llegar a ser portero. Potenciamos la movilidad y, poco a poco, a través de diferentes juegos vamos introduciendo todas aquellas virtudes que necesita un portero para que los niños vayan asimilando las características y el trabajo de un guardameta. Se trabaja de manera distinta a partir de las categorías de infantiles hacia arriba, pero con los más pequeños es todo con juegos de movilidad, porque si no, no saben cuando salir, cuando despejar el balón o cuando es el momento de tirarse. La verdad es que estoy muy contento con todos los porteros del san Rafael, porque trabajan mucho y van a ser buenos porteros”, puntualizó.
“Lo más gratificante para mí es cuando llego al campo y veo que los niños se me acercan corriendo y se me tiran a los brazos. También supone una gran responsabilidad que los padres depositen en ti su confianza y te dejen a sus hijos, pero eso se ve compensado porque los niños siempre te demuestran lo que sienten y trabajar con ellos me llena de satisfacción y de orgullo”, aseveró.
Sobre la cuestión de si un portero nace o se hace, José María Díaz Berrocal indicó que “hacer un portero, si te soy sincero, es muy difícil. El que es portero, es portero. A un jugador de campo lo puedes adaptar a tu gusto. Puede ser más o menos técnico, rápido, contundente o habilidoso pero lo puedes recolocar en diferentes posiciones. A diferencia del resto de jugadores, los porteros se ven muy rápido. Hay niños que ya de por sí tienen esas cualidades innatas y se les nota al momento. Los ves y sabes que cuentan con unas aptitudes y unas características a las que se les puede sacar provecho. También hay otros que quieren ser porteros y, aunque a base de trabajo algunos consiguen serlo, a los demás se les nota que les falta ese carácter, esa planta y esas maneras propias que exhiben los porteros de verdad”.
Asimismo, el preparador de porteros del San Rafi matizó que “antiguamente los porteros eran muy diferentes. Hoy las cosas han cambiado mucho. Lo que se busca es que sean muy altos y que con los pies sean técnicamente casi perfectos, mientras que otras cualidades parece que se miran menos. Esa es ahora la moda, se mira más que sean del estilo de Courtois, altos y con mucha envergadura para tapar mejor los espacios en la portería, aunque yo no soy partidario de eso y prefiero centrarme en otros aspectos. También depende de cada entrenador, los hay a los que les gustan que sean altos y hay otros que los prefieren de talla mediana y que sean ágiles y con buenos reflejos al estilo de algunos grandes porteros de antes como Arconada, Buyo o Ablanedo”.
En cuanto a la sempiterna soledad del portero, José María Díaz Berrocal sonríe y reconoce, por experiencia propia, que es verdad. “Si aciertas y paras eres el mejor, eres el héroe del partido y si no es así no vales para nada, aunque el fallo muchas veces se haya producido por un error del equipo. Esa soledad en muchos instantes del partido está ahí. Estar bajo los palos hace que los porteros sean peculiares y diferentes al resto de jugadores”, afirmó.
“Dentro de un vestuario los porteros son generalmente personas que se llevan bien con todo el mundo. Ten en cuenta también que son los únicos jugadores que tienen un 100% de visión de todo el campo. Por eso hay que estar pendiente de todos los detalles del juego para poder mandar, corregir y ordenar al equipo, además de tener que estar siempre atentos a las posibles jugadas de peligro, ya sean por fallos del equipo o por aciertos del rival. Hay que estar muy preparado y muy centrado mentalmente durante todo el tiempo. El portero vive siempre al filo de la navaja. Por una parte estás deseando que el contrario no te llegue para mantener la portería a cero, y por otra, quieres también participar y disfrutar con el juego, aunque sabes que recoger una pelota dentro de las mallas es algo muy duro para ti y para tu equipo”, añadió.
A la hora de trabajar con los más pequeños en el fútbol base, Díaz Berrocal destaca que “intento ser como uno más entre ellos, trato de hablarles y de escucharles en todo momento. Aunque sean niños también tienen cosas que decir. Ser entrenador de porteros conlleva además una tarea de psicología. A través de los juegos se les va motivando para que sean capaces de afrontar después situaciones reales que se producen durante los partidos. Hay que motivarles bien, aconsejarles y animarles siempre para poder obtener buenos resultados y conseguir de ellos el rendimiento que se desea”.
“Con los mayores es algo diferente, aunque sean jóvenes son ya personas adultas y tienen otra manera de pensar, más responsabilidades y otras preocupaciones. También hay que esforzarse mucho psicológicamente con ellos porque hay que conseguir que estén centrados a tope para exigirles el máximo en cada entreno. Hay veces que tengo preparado un trabajo concreto para ellos y cuando llegan decido cambiarlo sobre la marcha y hacer otras cosas diferentes porque sé que ese día no van a darme lo que quiero. Prefiero cambiarles el chip y hacer otro tipo de trabajo más acorde con su estado de ánimo en ese momento”, apostilló el entrenador de porteros blue.