R. Sundaysson Desde el 3-0 ante el Sabadell con el que inauguró el Sevilla su palmarés de títulos como campeón de la Copa de España en la final de Chamartín en 1935, hasta el 0-2 al Atlético en el Camp Nou, con el que sumó su quinto antorchado en el 2010, el club hispalense ha recorrido un largo camino como entidad deportiva hasta llegar al 1-5 de Formentera. El salto de calidad entre uno y otro equipo se presumía de antemano en un desequilibrado duelo entre David y Goliath, pero lo de la otra noche, más que una evidencia, fue un visto y no visto. Pero como dicen que fútbol es fútbol, la fiesta deportiva que se vivió en torno a la cita copera en la isla mereció la pena. Y mucho. Más allá del resultado y de lo rápido que se empeñó el Sevilla en aguarle la fiesta a los rojillos, lo más importante fueron las gratas sensaciones vividas y disfrutadas en una eliminatoria histórica ante un oponente del máximo nivel como es el conjunto de Nervión.
Los de Tito García Sanjuán pagaron su tributo en la competición frente a un Sevilla infinitamente superior en sus fuerzas, pero la alegría de haber escrito una página con letras de oro en la historia del Formentera no se la va a poder quitar nadie a la plantilla formenterense.
Ahora, de cara al partido de vuelta, con la eliminatoria ya sentenciada a favor de los sevillistas, al conjunto pitiuso no le queda otra que seguir disfrutando de la experiencia con la máxima intensidad y tratar de morir con las botas puestas sobre la hierba del Sánchez Pizjuán. El resultado será lo menos una vez más, pero nadie olvidará que el reto de este Formentera ha sido siempre el de competir ofreciendo lo mejor de sí mismos y aspirar a dar la cara ante un laureado Sevilla que con un pie y medio ya en la siguiente ronda se confirma de nuevo como uno de los firmes candidatos a estar presente en la gran final de la Copa del Rey.
Llegados a ese caso, aquí, en la lejanía de las islas, podremos sentirnos todos satisfechos al decir con orgullo que este Formentera inconformista, soñador y peleón únicamente cayó derrotado ante todo un señor campeón. Tiempo al tiempo.