En el mundo del fútbol, a veces ganar no es suficiente. Así lo dejó claro el último encuentro entre la UD Ibiza y el Yeclano, un duelo que, más que un partido de fútbol, parecía una pelea por la supervivencia en un terreno de juego complicado y con un recién ascendido que dio más guerra de la esperada. Al final, los tres puntos se quedaron en la isla, pero la victoria de los de Pep Lluis Martí no fue ni mucho menos un paseo. La UD Ibiza tendrá que afinar su maquinaria si quiere seguir sumando de forma convincente.
El Yeclano, recién llegado a la categoría, no se mostró tímido en ningún momento. A pesar de su estatus de “novato”, apretó desde el principio, poniendo a los isleños en aprietos en varios tramos del partido. Aunque los ibicencos comenzaron con buen pie, dominando las primeras fases, la cosa cambió en cuanto los murcianos decidieron que no estaban allí solo para ver las luces de Ibiza. Sus primeras llegadas hicieron que el equipo celeste perdiera el control del partido, y durante buena parte del encuentro, la UD Ibiza se vio obligada a defender en su propia área, resistiendo las embestidas de un Yeclano que, por momentos, se creyó con derecho a llevarse algo más que una simple mención honrosa.
En medio de esta tormenta de presión, la UD Ibiza encontró el alivio en un gol que, como bien lo reconoció su entrenador, tuvo más de fortuna que de estrategia meticulosa. Pero, en el fútbol, todo cuenta. Un rebote aquí, un mal despeje allá y la pelota terminó besando las redes contrarias, dando a los ibicencos una ventaja que, aunque frágil, les permitió respirar un poco. Con ese gol, el equipo de Martí cambió el guion del partido. Se refugiaron en su área, aguantaron el chaparrón y gestionaron la ventaja con más corazón que cabeza.
Un trabajo defensivo digno de aplauso (y preocupación)
El técnico de la UD Ibiza no dudó en elogiar el esfuerzo defensivo de sus jugadores. Aguantaron bien las embestidas del Yeclano, logrando mantener la portería a salvo en varias ocasiones de peligro real. Pero detrás de esos elogios también hubo una autocrítica velada: no es ideal pasar tanto tiempo encerrados en el propio campo, sufriendo más de la cuenta. Martí fue claro, este no es el tipo de fútbol que quiere ver en su equipo. El objetivo es claro, manejar más la posesión y controlar mejor los partidos, sin dejar que el rival imponga su ritmo.
A pesar de la victoria, el mensaje fue contundente: hay trabajo por hacer. El entrenador sabe que su equipo tiene potencial para hacer mucho más que simplemente resistir. El control del balón es uno de los puntos débiles a corregir. Para Martí, la UD Ibiza debe ser favorita por su propio talento, por la capacidad de dominar los partidos desde el inicio y no ceder ante la presión. A la defensa se le reconoce el mérito, pero el futuro debe ser más ambicioso. Menos sufrimiento, más posesión, y sobre todo, más contundencia.
Al final, los tres puntos suman igual, pero la sensación es que la UD Ibiza está lejos de su mejor versión. El Yeclano demostró que no hay rivales fáciles, y si los ibicencos quieren seguir en lo alto, tendrán que demostrar más que ganas. El talento está ahí, pero ahora toca ajustarlo y hacer que funcione como una máquina bien engrasada. Porque, en el fútbol, un gol de fortuna puede ser la diferencia en un partido, pero la constancia es lo que marca el camino hacia los títulos.