Fútbol, amistad y parrillada: Un encuentro inolvidable en Formentera

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El Municipal de Formentera fue mucho más que un simple campo de fútbol este sábado. Se convirtió en un punto de encuentro para viejos amigos, donde el resultado final, un 1-2 a favor de los veteranos del Ibiza, pasó desapercibido frente al verdadero motivo de la reunión: revivir historias, compartir risas y, sobre todo, disfrutar del fútbol como cuando eran jóvenes, pero con la calma que da la experiencia.

Allí estaban, con sus camisetas llenas de historia y sus botas gastadas, leyendas locales como Labi Champion y Ángel Arias, liderando un equipo donde cada pase evocaba partidos de antaño y cada gol tenía sabor a nostalgia. El fútbol veterano tiene esa magia: no importa la velocidad ni la técnica, sino el corazón que se pone en cada jugada.

Pero lo mejor vino después del pitido final. El Formentera demostró que la hospitalidad es un arte, organizando una parrillada argentina que hizo las delicias de todos. No hubo distinción de colores ni escudos, solo historias cruzadas, anécdotas de vestuario, bromas cómplices y ese calor humano que solo el fútbol sabe generar. El aroma de la carne asada se mezclaba con las risas y los abrazos sinceros, recordando que el fútbol no solo se juega, también se vive.

El calendario de los veteranos del Ibiza promete seguir sumando recuerdos. El próximo 1 de marzo visitarán Murcia para un triangular en La Condomina, un estadio que respira historia, frente a los veteranos del UCAM Murcia y del Real Murcia. Allí, una vez más, la pasión será el motor de cada jugada.

Y el viaje continúa. El 3 de mayo, en Sant Antoni de Portmany, recibirán a los veteranos de la Real Sociedad, devolviendo la reciente visita a San Sebastián. Un nuevo capítulo en esta saga de partidos donde lo importante no es ganar, sino compartir.

Porque el fútbol veterano no entiende de calendarios ni de edades. Es un idioma universal, una excusa perfecta para reencontrarse, para seguir corriendo tras un balón, aunque las rodillas ya no respondan como antes. Al final, lo que queda son esos momentos compartidos, las fotos en grupo, los chistes de siempre y la certeza de que, mientras haya un campo y un balón, siempre habrá historias por contar.

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