Fin de una era gloriosa

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En el deporte, como en la vida, hay etapas que dejan huella. La de David Barrio al frente del Class Bàsquet Sant Antoni ha sido una de esas que se graban en la memoria colectiva de un club, no por lo que terminó siendo, sino por lo cerca que estuvo de ser algo aún más grande. Después de dos temporadas al frente del banquillo portmanyí, el entrenador leonés dice adiós a una aventura que elevó al conjunto ibicenco a cotas inimaginables hasta hace poco.

Barrio aterrizó en Sant Antoni en junio de 2023, con la discreción del que llega a trabajar, no a prometer. Procedente del Clínica Ponferrada SDP, no tardó en ganarse a un vestuario y una afición que pronto entendieron que lo suyo no era humo, sino baloncesto del bueno. Su primera campaña fue todo un aviso de lo que estaba por venir: un segundo puesto en la fase regular del grupo Este de la LEB Plata y una marcha triunfal en los ‘play-off’ que solo frenó un Morón demasiado físico en la final por el ascenso.

Pero el técnico no se conformó. Ni el club. Renovado con toda lógica tras esa sobresaliente carta de presentación, el curso 24-25 fue aún más impactante. Barrio llevó al equipo a firmar un récord histórico de 15 victorias consecutivas y otra vez al segundo peldaño del Este, esta vez con un balance de 20-6. El Sant Antoni se metió de nuevo en la pelea por la Primera FEB y volvió a ilusionar a la isla con una escalada que parecía inevitable… hasta que el Meilla puso fin al sueño en la última ronda del play-off.

Quizá no se logró el ascenso, pero el legado va más allá de los resultados. Bajo la batuta de David Barrio, el Class Sant Antoni dejó de ser un equipo de media tabla para convertirse en una amenaza real, un aspirante constante, un bloque respetado que combinaba talento, sacrificio y carácter competitivo. Y eso, en una categoría tan igualada como la LEB Plata, no es poco.

La salida, aunque anunciada sin estridencias, deja una sensación agridulce. La de que el ciclo ha terminado justo cuando el equipo parecía listo para dar el salto definitivo. Pero también la de haber vivido algo especial. En tiempos donde la continuidad escasea y los proyectos se queman rápido, dos años de crecimiento sostenido y emoción constante valen su peso en oro.

Ahora, el banquillo del Sant Antoni queda huérfano de su comandante, mientras la directiva busca a la figura que recoja el testigo. No será sencillo. Porque más allá de los números, David Barrio deja un listón emocional y competitivo muy alto.

Lo que es seguro es que su nombre ya está grabado en la historia reciente del club ibicenco. El Sant Antoni fue mejor con él. Y él, sin duda, se lleva un pedazo de la magia que se vivió en Sa Pedrera durante dos temporadas inolvidables.

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