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Buti apunta al CD Ibiza… pero como jugador

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El ahora técnico con Nivel 3 Buti, que dijo adiós al fútbol en activo hace 7 años en las filas del Puig d’en Valls, podría volverse a calzar las botas y regresar a los terrenos de juego de la mano del CD Ibiza. De hecho, el que fuera entrenador de la UD Ibiza la temporada pasada, se encuentra entrenando desde hace varias semanas bajo las órdenes de Iván Córdoba y a sus 41 años no descarta, siempre y cuando el míster deportivista lo estime oportuno y él se encuentre en óptimas condiciones físicas y emocionales, enfundarse la elástica de Sa Deportiva para volver a vivir la pasión del fútbol.

El que fuera jugador de equipos como UD Ibiza, Peña Deportiva o San Rafael, incluso, ya ha jugado varios partidos amistosos con el plantel deportivista. “La verdad es que me encuentro bien; empecé a entrenar con el equipo para hacer algo de deporte porque el estadio está al lado de mi casa y de momento ahí sigo, con ganas e ilusión y muy contento de que me hayan abierto las puertas del club”, explica Buti, que no cierra las puertas a un posible regreso. “De momento, estoy entrenando y no pienso en volver a jugar, aunque todo podría ser”, añade el preparador.

“Está claro que no tengo 25 años, pero me he estado probando y me veo más o menos bien. Lógicamente, mi anticipación al corte y velocidad no es la misma, pero bueno, con ritmo de entrenos podría mejorar mucho”, recuerda el que fuera marcador central, que no quiere ser ningún compromiso para Iván Córdoba. “Si cuando llegue el momento, él considera que puedo aportar al grupo, estaré encantado de valorar la opción de hacerme ficha, pero no quiero pensar ahora en ello. Mi idea es seguir entrenando y lo que tenga que ser será”, aclara Buti.

El goleador de los descampados

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Pablo Sierra del Sol Sergio Cirio cumplirá 33 años dentro de tres semanas, pero no ha podido sacarse la cara de pillo de barrio que un día fue. Creció lejos del centro de Badalona. Siempre con una pelota en los pies. Es decir, goleó en las calles, plazas, descampados y pabellones del extrarradio del extrarradio de Barcelona. La ruta de Cirio por el profesionalismo, el centro en el que sueñan instalarse todos los futbolistas, no ha sido fácil, pero a él no le ha dado miedo coger desvíos si apuntaban hacia arriba.En 2013 se fue a las antípodas a explotar como futbolista en las filas del Adelaide United australiano. Se siente tan cómodo en las periferias, que no dudó este verano fichar por la UD Ibiza para ayudarla a salir del pozo de la Tercera División. Tenía la obligación de comandar el ataque del club de Amadeo Salvo y sus cifras, su oportunismo y su calidad cuando pisa el área rival lo están refrendando. Cirio es esa clase de delanteros que crean afición: bajito, rápido, hábil para romper caderas y con el gol entre ceja y ceja. Sus movimientos cerca de la portería contraria están ejecutados a ritmo de samba. Tienen, por eso, algo de Romario, parecen sacados de una película de dibujos animados. Sentado en la grada de Can Misses nos cuenta su historia.

Tengo tres hermanas, todas mayores que yo. Fui el primer niño y el más pequeño de la casa. Tenía siete años cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Barcelona. Badalona ha cambiado mucho desde entonces. De niño no me daba cuenta, pero vivíamos en Pomar, un barrio súper humilde a las afueras de la ciudad. Los bloques de mi barrio estaban habitados por familias de inmigrantes, sobre todo andaluces. Mi padre, que nació en un pueblo de Granada que se llama Montefrío, se tiraba todo el día trabajando, y mi madre, que había nacido ya en Catalunya pero era hija de murcianos, imagínate, con cuatro hijos y con mi abuelo, que vivía en la misma calle. Ella estaba cuidando siempre de nosotros.

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Empecé jugando a fútbol sala en un equipo de mi colegio, el Sant Jordi, hasta que mi padre me llevó a probar al Badalona. Entré como benjamín de primer año. El fútbol de cantera ha cambiado mucho. En aquella época, hasta los más pequeños jugábamos a fútbol once. Pero donde más jugaba al fútbol era en la calle, en cualquier sitio montábamos dos porterías y le dábamos al balón hasta que nos echaban los vecinos, y, también, en un polideportivo público que estaba abierto por las tardes. Muchas veces tenía que venir mi madre a cogerme de la oreja, literalmente, porque se hacía de noche y nosotros seguíamos jugando por ahí. Ahora el barrio ha cambiado mucho. También la sociedad. Todo está más controlado y estructurado. A cualquier chico que entre en un club se le hace una ficha federativa. Por las tardes, además, pueden hacer clases de música o pasarse el rato con el iPad o la consola. Antes la vida era más callejera.

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Cuando vino el Barça a firmarme, siendo alevín, ya me decían que se notaba que mi fútbol tenía bastante influencia de las horas que había pasado jugando en la calle. Marcharme al Barcelona fue una alegría muy grande para mi familia. Mis padres vieron que jugaba bien y que podía ser futbolista. Me dieron toda su ayuda y se sacrificaron para que lo consiguiera. No teníamos coche. Mi madre y yo teníamos que salir de casa corriendo para no perder el bus que nos llevaba hasta el metro de Pep Ventura (aún no había parada en el centro de Badalona). El viaje era larguísimo porque había que hacer vario transbordos. Terminábamos de entrenar y otro par de horas de vuelta a casa. Cuando llegábamos ya era de noche y mi madre aún tenía que hacer la cena para todos. Cuando era infantil de segundo año, el club puso un taxi que nos recogía a todos los que vivíamos por la zona del Maresme y mi madre pudo respirar un poco. En esos viajes coincidí con Cesc Fàbregas, que venía de Vilassar de Mar.

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El Barça es otra cosa. En sus categorías inferiores hay muchísima presión. Ellos siguen a niños de España y de todo el mundo. Al final de cada temporada daban bajas y cuando llegaba junio estábamos todos en tensión a ver qué iba a pasar. Para un niño de diez o quince años, eso ya es suficiente como para fijarnos en qué pasaba con el primer equipo. Los de mi quinta, no lo tuvieron fácil para jugar en Primera División. Ninguno se asentó. El que ha hecho más carrera de mi generación es Jordi Gómez, que ha estado jugando en Inglaterra y ha sido un jugador importante en el Wigan. Nosotros jugábamos partidillos contra el equipo donde estaba Iniesta, que son del 84 y tienen un año más que yo. A él se le veía que era un futbolista diferente. Ni los entrenadores podían darle muchas indicaciones porque Iniesta tenía muchísimo talento innato, era muy inteligente y sabía lo que había que hacer en cada momento. La otra perla de ese equipo era Troteiro, un delantero pequeñito que no pudo despuntar. Te tiene que acompañar un conjunto de muchas cosas para llegar a la élite.

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No es fácil salir del Barça. Nadie quiere irse de allí, pero hacerlo puede ser una liberación porque empiezas a preocuparte de disfrutar y de jugar el máximo número de partidos que puedas. En esas edades tan jóvenes no importa el equipo ni la categoría en la que estés: lo esencial es jugar todos los minutos de competición que puedas. Al final eso es lo que te va curtiendo y te hace crecer. Pasar de juvenil a sénior tampoco es sencillo. Para mí fue el cambio más difícil: te encuentras en el vestuario con gente de treinta años, con familia, que tiene otra visión de la vida y otras responsabilidades. Tú vienes de estar prácticamente con un grupo de amigos en tu equipo juvenil y ves que, con los mayores, tienes que rendir a tope desde el primer momento. Esa es la exigencia a la que tiene que enfrentarse un jugador profesional.

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Llegué a un Badalona con objetivos muy exigentes. Fermín Casquete, que era el presidente, quería llevar al club a Segunda A y fichaba a jugadores con mucho nombre. A mí, Casquete siempre me apoyó. Veía que era un chico de la ciudad, de familia humilde, que podía jugar bien, pero para mí fue muy complicado tener minutos y oportunidades en el equipo. Decidí marcharme de la ciudad. Pasar por el filial del Mallorca y por el Orihuela me cambió la vida. Cuando sales de casa maduras como persona. Empiezas a cocinar, a hacerte tú la compra y a vivir de forma independiente. A mí esas experiencias me hicieron crecer mucho como persona y, también, como futbolista.

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Miguel Álvarez es uno de los mejores entrenadores que yo he tenido. Solo tengo buenas palabras hacia él porque el paso por el Hospitalet fue un punto de inflexión en mi carrera y creo que las cosas buenas que me han pasado después se las debo a él. En el Hospi tuve de presidente a Miguel García, que ahora está metido en política con Ciudadanos, y que era un tipo de directivo muy dado a hablar con los futbolistas, a estar pendiente de nosotros y saber qué nos hacía falta. Creo que, como Casquete en el Badalona, siempre miraba por el bien del club. Fueron los mejores años del Hospitalet, de hecho. La tercera [2012/2013] fue mi mejor temporada en España. Metí 21 goles, fuimos campeones de Liga y fue una lástima que no pudiéramos ascender a Segunda A. Luego encadené tres temporadas muy buenas en Australia.

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Antes del playoff de ascenso –perdimos contra el Tenerife y el Eibar las dos eliminatorias decisivas que jugamos para subir– ya tenía ofertas importantes encima de la mesa. Le dije a mi representante que prefería centrarme en subir con el Hospitalet porque, si lo conseguíamos, quería quedarme en el club. Cuando se acabó la aventura, miramos todas las opciones y elegí marcharme al Adelaide United. Fue una decisión muy difícil. Mi familia, al principio, no terminaba de entender como, teniendo ofertas de la Segunda española, me iba a Australia. Siempre lo he dicho y ahora se lo repito a los más jóvenes: si tienen varias opciones para fichar tienen que irse al sitio donde les quiera el entrenador. En aquel caso, Josep Gombau fue el que más insistió para que me fuera para allá porque años antes había intentado convencerme para que me marchase con él a Hong Kong.

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Australia es uno de los mejores países del mundo para vivir. Pude, además, aprender inglés, que es algo que me servirá para el futuro. Adelaida no tiene nada que ver con Badalona. El clima es parecido, aunque quizás en verano hace más calor. Algunos días se llega a los cuarenta grados y el calor es más seco. La ciudad es muy tranquila. Todo es a lo grande. Las carreteras y los avenidas son más anchas y los parques más amplios. Quizás Sídney y Melbourne sean más europeas. En Adelaida, en cambio, los espacios vacíos son enormes porque el noventa por ciento de las viviendas son casas con jardín delantero y trasero. Todas tienen barbacoa. El estilo de vida es muy parecido al americano. Para mí fue un cambio muy grande pero me adapté bien porque, además del míster, el segundo entrenador era también catalán. Conmigo se fue Isaías Sánchez, un centrocampista de Sabadell que venía de la Ponferradina. Nuestras mujeres congeniaron muy bien e hicimos mucha vida juntos. No nos sentíamos solos tan lejos de casa.

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El fútbol está creciendo en Australia año tras año. El críquet, el fútbol australiano y el rugby están por encima, pero el fútbol se está acercando y ha dejado de ser el deporte favorito solamente de las comunidades griega, italiana y yugoslava. Allí todo el mundo es hincha de un equipo australiano y de otro de la Premier League. El fútbol inglés se sigue muchísimo y ha ayudado a popularizar este deporte. Cada vez tiene más australianos se enganchan al fútbol, en parte gracias a que la cobertura de la A-League que hace Fox Sports es enorme. Televisan todos los partidos. Hacen entrevistas antes, en el descanso y después de cada partido. Saben primar el espectáculo. Ponen cámaras en los vestuarios. Es una fórmula un poco parecida a la NBA. Los estadios son grandes y están bastante llenos. El público es menos pasional que aquí, pero la gente anima y es muy respetuosa. Con el Adelaide United pude ganar la Copa de Australia, con Josep Gombau, y, después, el tercer año que estuve allí, el título liguero con Guillermo Amor. Amor es de la escuela Barça. Le gusta que su equipo tenga el balón, que juegue al ataque, que presione en cuanto pierde la pelota. Es otro de los mejores entrenadores que yo he tenido. No hace falta que lo diga yo: los resultados que conseguimos hablan de lo buen técnico que es.

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La última temporada en Adelaida no fue fácil. Por lesiones y temas personales de mi mujer no lo pasamos bien. Parecía que todo nos salía al revés. Fueron señales de que había que cambiar. Terminé contrato y tenía varias opciones. Decidí venir al Ibiza porque estuve hablando con el presidente [Amadeo Salvo] y con Rufete [el director del proyecto] y enseguida me llamó la atención la ambición que tenían, sus ganas de que el club creciera a nivel futbolístico y estructural… El nivel de profesionalidad que veo en el Ibiza, aunque estemos en Tercera, es prácticamente el mismo que tenía en el Adelaide United. Y la exigencia se equipara a los medios que nos dan para que rindamos al máximo. En medio año han cambiado el césped, vamos líderes y estamos peleando duro para subir a Segunda B. Estamos en el buen camino: el crecimiento del club se está desarrollando a una velocidad increíble.

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Llevo 19 goles en 25 jornadas. Si marcas a menudo y, encima, el equipo juega bien y gana, para un delantero es la felicidad máxima. El pasado domingo hicimos un gran partido contra el San Rafael, que era un rival muy completo. Llevamos unas semanas mejorando mucho nuestro rendimiento. Han venido jugadores nuevos y se han adaptado muy rápido. Cada vez interpretamos mejor lo que quiere el míster [Toni Amor] de nosotros y eso nos va a llevar a ser campeones y ascender. Subir, ojo, no es nada fácil, yo sé bien que los playoffs son traicioneros y complicados, pero no debemos tener ninguna pega en decir que nuestro objetivo es el ascenso. Hay que ser conscientes de que esto es un trabajo diario. Hay que ir pasito a pasito. Si no volvemos a ganar este sábado no lo vamos a conseguir. Hoy hemos tenido un muy buen entrenamiento y mañana tiene que ser igual.

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Hace un año estaba en Australia, ahora estoy en Ibiza… en el fútbol no se sabe qué ocurrirá dentro de unos meses. Sí que es verdad que estoy muy a gusto en la isla y en el club. Tenemos futbolistas del máximo nivel y tratamos de hacer un juego bonito, asociándonos, tocándola y jugando al ataque. A mí no me importa venir a entrenar porque es una gozada jugar con estos futbolistas. También me siento muy cómodo con el cuerpo técnico y la directiva. Ojalá consigamos los objetivos y me quede mucho tiempo en Can Misses. Además, tener esa obligación no nos quita que podamos disfrutar.

El peor equipo de España

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Lamentablemente, la Peña Deportiva se ha convertido en el peor equipo de los 7 grupos de División de Honor del país cuando se han disputado 23 jornadas. El equipo que entrena Raúl Casañ, que ayer acabó goleado 0-5 por el Zaragoza, es colista con sólo 7 puntos en su casillero, aunque con un partido menos (el que debe disputar frente al San Francisco) y ningún otro colista arroja números tan pobres a estas alturas de la temporada. Incluso, el conjunto blanco, con sólo 11 chicharros marcados, es el que menos ve puerta de España y el segundo que más goles encaja, con 58, sólo superado por el Villalbés, que ha recibido uno más, 59.

Con este bagaje, pensar en la salvación es una utopía y cada jornada que pasa, la Peña Deportiva, que se encuentra a 17 puntos del éxito, está más cerca de acabar de manera matemática en Liga Nacional. Una pena. La formación de la Villa del Río no está a la altura de la División de Honor y, pese a todos los esfuerzos de la dirección deportiva del club en materia de fichajes, no se ha logrado en ningún momento enderezar el rumbo. La escuadra de la Villa del Río sólo ha ganado al Bellvitge (1-0) y la Damm (2-0), empatando ante el Tarragona (1-1). Todos los puntos los ha logrado en casa, mientras que a domicilio ha sido incapaz de puntuar.

COLISTAS

    • Grupo 1: Racing Club Villalbés (10 puntos, 23 goles a favor, 59 en contra).
    • Grupo 2: CD Varea (17 puntos, 27 goles a favor, 51 en contra).
    • Grupo 3: Peña Deportiva (7 puntos, 11 goles favor, 58 en contra).
    • Grupo 4: Antequera CF (14 puntos, 22 goles a favor, 46 en contra).
    • Grupo 5: CD Fútbol Peña (12 puntos, 17 goles a favor, 55 en contra).
    • Grupo 6: CF Juventud Laguna (13 puntos, 20 goles a favor, 41 en contra).
    • Grupo 7: EF Torre Pacheco (19 puntos, 24 goles a favor, 46 en contra).

1-0. Carnaval, carnaval

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La Peña Deportiva se ha disfrazado este mediodía de equipo ganador para lograr una victoria que vale su peso en oro ante el Olot, un rival directo en la lucha por la permanencia. Un gol en el 82 del defensa Chechu ha sido suficiente para que el conjunto de Dani Mori tumbase al de Raúl Garrido, que llegaba a Santa Eulalia sin conocer la derrota en 2018. El plantel blanco sigue en puestos de descenso, pero la salvación está ahora algo más cerca, concretamente a cuatro puntos. La Peña no arroja la toalla y sigue creyendo en sí misma, pese a las dificultades que está teniendo para salir del pozo de la tabla.

noudiari.es Antes del “partido a partido” del Cholo Simeone, el también colchonero Luis Aragonés dijo aquello de que un equipo de fútbol tiene que “ganar, ganar, ganar y volver a ganar” para sacar sus objetivos adelante. El Sabio de Hortaleza lo consiguió con la selección española, a lomos, además, de un fútbol sublime, cuando levantó el título de la Eurocopa en el Prater de Viena aquel verano de 2008.

A la Peña Deportiva no le queda otra que aplicar la frase de Aragonés, una de tantas célebres que dejó ese entrenador que nunca se olvidaba en casa la retranca con la que respondía a los periodistas en la sala de prensa mientras les miraba con sorna través de sus grandes gafas, que eran del tamaño de sus botas, y eso que a Luis le apodaban zapatones.

Este domingo, los peñistas fueron aragonesistas a muerte. Al equipo de Dani Mori no le importó más que la victoria. Ganarle al Olot suponía sumar cuatro puntos en vez de tres. Los que te da el reglamento y el simbólico de recortar a la mitad la diferencia en la tabla con un rival directo como los gironins. Por eso, la Peña comenzó mandando en el juego durante la primera hora. En busca de esa recompensa, supo aguantar cuando los plomos se fundieron en el centro del campo y el Olot se creció.

Fortuna peñista
Tuvo, además, la Peña la fortuna que le ha esquivado tantas veces. A un suspiro del descanso, Guzmán enganchó una volea fuera del área que se estrelló en el palo izquierdo de Imano. Primer susto. Poco después de la reanudación, la defensa peñista cometió un claro penalti que Toril solo pudo sufrir (le pisaron y le empujaron) y lamentar cuando Iván Muñoz Pérez, el árbitro, se hizo el sueco. Pero en el fútbol, donde las dan, las toman. Sobre todo, en las competiciones de la regularidad. Sin ir más lejos, la Peña perdió hace siete días en Elche por culpa de una decisión arbitral tan rigurosa que bordeó el fallo.

Ante el indulto del colegiado y gracias a los cambios que introdujo Mori (Marco Rosa y Guille Andrés por un Salinas que no acabó de mostrarse cómodo y que aún no ha podido mojar en su regreso a casa y un Polanco que vio a Ginard, el portero mallorquín del Olot, sacarle un chut a bocajarro ya en el segundo tiempo), la Peña abrió gas. Además, Marc Mas no pudo marcar además su séptimo gol de la temporada. Solo ante Imanol, convirtió un pase entre líneas perfecto en un obús que se fue altísimo.

Esa ocasión fallada apagó las luces del equipo volcánico. Los de la Garrotxa se vieron superados por una Peña que estaba convencida de que en su campo Raúl Garrido, ex lateral del último Ibiza que ha jugado en Segunda B, iba a sufrir su segunda derrota en los diez partidos que ha dirigido al Olot. A falta de siete para el final, Ginard volvió a hacer de ángel de la guardia sacándole dos disparos a quemarropa a Alberto Gorriz. El tallo irundarra podía elegir entre la frustración o el pragmatismo. Por el bien de su equipo, el bueno de Gorriz eligió la segunda opción. Y se llevó el premio gordo.

Gorriz centra, Meneses marca
En vez de chutar de nuevo, recogió la bola y colocó un centro al punto débil del rival: el centro del área chica, donde no había futbolistas con camiseta roja. Fue una bala blanca la que llegó desde detrás para rematar a gol con el corazón y algo más. Con ese coraje que tanto le gustaba a Aragonés que tuvieran sus jugadores y que él trataba de transmitirles aunque conllevara agarrar por el cuello de la camisa a la estrella del equipo. La bala peñista se llamaba Chechu Meneses. En vez de doblar a Marco Rosa, muy activo como extremo izquierdo, complementando muy bien a Bernal en los minutos que jugó, Meneses prefirió meterse en el área. A ver qué pasaba fuera de su hábitat. Y lo que pasó fue que remató en soledad, con tiempo para paladear ese instante de gloria que precedió al estallido de la grada.

Uno a cero y a tres puntos del playout. Así se quedó la Peña, más contenta que unas pascuas y con motivos para celebrar mañana el día grande de la localidad. La próxima semana jugarán los de Mori con la misma idea en la cabeza (ganar) en un campo con solera como la Nova Creu Alta. El Sabadell, que no le hizo un favor a los equipos pitiusos al perder 3-2 con el Peralada, habrá tomado nota de la ambición con la que terminó la Peña la final que disputó contra el Olot. El resultado no fue más abultado porque Guille Andrés no tuvo suerte en un par de internadas que buscaron darle a los suyos un poco de tranquilidad que no fue necesaria. Lo importante ya estaba en el saco y los puntos en el casillero. Quedan 39 en juego y faltan, al menos, 22 para certificar la permanencia. La licencia para soñar de la Peña está expedida hace rato.

0-0. Punto G

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Once inicial del Formentera en el partido que le ha medido al Atlético Saguntino (Foto: SD Formentera).

@Noudiari / El Formentera ha sumado en el campo del Alcoyano el primer punto en lo que va de año y deja atrás una mala racha de cuatro derrotas consecutivas que amenazaban la continuidad del conjunto de la menor de las Pitiüses en la categoría de bronce del fútbol nacional. El empate a cero registrado en el campo del Alcoyano debe ser un punto de inflexión para los insulares, que a pesar de haber sumado caen a las posiciones de descenso directo.

5-0. Pan comido

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Manotazo del Ibiza en el derbi. El lider puso patas arriba el partido de maxima rivalidad con una goleada de las que hacen daño y de la que tardará mucho tiempo en olvidar el San Rafael, que ya perdía 2-0 en los primeros 10 minutos de juego. Los de Toni Amor fueron muy superiores a su adversario y sumaron tres nuevos puntos para seguir disfrutando una jornada más en lo más alto de la tabla. Cirio, Gámiz y Terán dejaron visto para sentencia el choque en el primer acto, mientras que Cirio, de nuevo y Liñán pusieron la puntilla al San Rafael en la segunda parte. Ambientazo en la grada, con más de 1400 personas.

noudiari.es Cuando la máquina se engrasa, el Ibiza es un huracán. El San Rafael lo ha sufrido esta tarde. A los dos minutos, la picardía y el talento de Cirio le valían al plantel unionista para mandar en el marcador.

El primer gol madrugó, pero el segundo tampoco se hizo de rogar. Gámiz empalmó un rechace en la frontal. Volea ajustada al primer palo, un balón imposible para Santiago, el portero ‘rafeler’.

Los dos chispazos de los dos futbolistas más talentosos que dirige Toni Amor le pusieron una alfombra roja al Ibiza, hoy vestido de azul celeste. Las más de 1400 personas que acudieron a Can Misses para calentarse con fútbol en uno de los Carnavales más fríos que recuerda la isla fueron testigos de un dominio inapelable.

El San Rafael intentó ponerle intensidad a su juego, pero acabó haciendo de marioneta de un Ibiza que jugaba a placer. El conjunto que preside Amadeo Salvo (presente en el palco) acumulaba ocasiones. Cirio pudo hacer doblete en el 35 con un tiro que se fue alto. Terán, el tercer fantasista en discordia, provocó un fallo infantil de Santiago y dejó el duelo más que finiquitado.

Quedaba por ver cuántos goles podría marcarle el local la visitante en la segunda parte del derbi ibicenco de Tercera. No fueron más de cinco gracias, precisamente, al guardameta de los ‘blue’, que estuvo entonado.

Aún así, el San Rafael no pudo evitar que Cirio, con otro golazo, y Liñán, de cabeza para estrenarse como goleador vilero, completaran la manita. El festival no fue a mayores porque Abel y Muñiz se estrellaron con el palo y el larguero.

Con este resultado, el Ibiza se afianza en un liderato que espera no soltar hasta el final del campeonato. El San Rafael sigue en tierra de nadie.

El Ibiza ya tiene a su Dios

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El Ibiza ya ha encontrado sustituto a Manel Benavente para que ejerza de asistente de Toni Amor hasta final de temporada. Se trata de Vicente Engonga (Barcelona, 20-10-1965), un exfutbolista y técnico de origen ecuatoguineano de 52 años que cuenta con una dilatada trayectoria profesional a sus espaldas y al que llegaron a apodar ‘Dios del Fútbol’ siendo jugador del Mallorca.

Al finalizar la temporada 2002-2003, Vicente Engonga colgó las botas para pasar a formar parte del organigrama técnico del Mallorca, siendo segundo entrenador del equipo filial hasta la campaña 2006-2007. Tras convertirse en entrenador del juvenil B del club mallorquinista, el 4 de agosto de 2008 fue nombrado nuevo seleccionador de Guinea Ecuatorial y su debut oficial fue el 6 de septiembre de 2008 en Freetown cuando sus pupilos perdieron 1-2 ante Sierra Leona por la fase eliminatoria de la Copa Mundial de Fútbol de 2010.

En 2011, el nuevo entrenador del Ibiza se hizo cargo del Mallorca B y en 2014 pasó a ser segundo entrenador de la primera plantilla de la entidad, pero sólo ejerció ese cargo durante algunos días, hasta que fue despedido junto al primer entrenador Miquel Soler. En la temporada 2014-2015 pasó a formar parte del staff técnico del Kitchee SC de Hong Kong y un año después se fue al equipo saudí Al-Shabab.

Como jugador, Vicente Engonga, que ocupaba la demarcación de centrocampista, debutó en Segunda B en 1987 con el Sporting Mahonés, donde estuvo hasta 1991, jugando un total de 109 partidos y marcando 25 goles. Después, el estratega firmó por el Valladolid, en Primera División, donde jugó una temporada, la 1991-1992, disputando 37 partidos y viendo puerta en dos ocasiones. Desde la campaña 1992-1993 hasta la 1993-1994, el ahora preparador unionista firmó por el Celta de Vigo, acumulando un total de 84 partidos y un curso después se marchó al Valencia, donde estuvo hasta la 1996-1997. En la ciudad del Turia acumuló 88 encuentros en la máxima categoría, anotando 3 goles.

Tras la finalización de su tercera campaña en el conjunto ché, en verano de 1997, Vicente Engonga recaló en la disciplina del recién ascendido Mallorca, dirigido entonces por Héctor Cúper. Se inició entonces la que probablemente fue la mejor etapa del futbolista como profesional, hecho que le hizo ganarse el apodo de ‘Dios del Fútbol’. En la isla balear llegó a disputar una final de la Copa del Rey de Fútbol (1998), una final de la Recopa (UEFA Cupwinner’s Cup, 1999), fue campeón de la Supercopa de España (1998) y disputó una edición de la Liga de Campeones (2001-2002), anotando el primer tanto de la historia del Mallorca en esta competición en su partido de debut contra el Arsenal.

Durante su etapa en Mallorca, el nuevo míster del Ibiza fue convocado por primera vez para representar a la selección española de fútbol, con la que disputó 14 partidos, en los que anotó un gol. José Antonio Camacho le hizo debutar con el combinado español el 23 de septiembre de 1998 en un amistoso contra Rusia en el estadio de Los Cármenes, Granada. Participó en la fase final de la Eurocopa 2000.

Tras la finalización de la temporada 2001-2002 y tras no renovar por el club balear, Engonga recaló en el Oviedo, de Segunda División, en el que permanecería seis meses, hasta fichar en enero de 2003 por el Coventry City de la Second Division inglesa, que fue su último club como jugador profesional.

El golero de Santa Fe

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El arco del Inter Ibiza tiene un nuevo inquilino. Procedente del fútbol argentino, llega a Can Cantó Tomás Carreño, un guardameta de 21 años y 1.90 metros de alzada nacido en Santa Fe y que atajó en la selección de su país en novena categoría. Así pues, se trata de un fichaje de altura, que confía en sus posibilidades y que tiene muy claro que se incorpora al equipo gualdiazul para darlo todo en la Regional Preferente. El nuevo golero interista sueña con ascender a Tercera División con el club que preside Carlos Fourcade y así lo ha expresado a su llegada a la isla.

Tomás Carreño asegura sentirse muy feliz y orgulloso de poder defender el escudo del Inter Ibiza en esta ilusionante aventura. “Me llena de satisfacción formar parte de este gran grupo de jugadores. Es un sueño cumplido y se lo agradezco a Damián y a Carlos Fourcade, quienes me han dado toda su confianza y me están apoyando en todo momento”, explica el portero, que también agradece el esfuerzo que ha hecho su familia para que pueda vivir el gran reto de jugar en Europa. “Estoy muy agradecido a los míos por el apoyo y el calor que me han dado y que me dan”, sostiene.

“Mi objetivo en el Inter Ibiza está claro y no es otro que lograr el ascenso a Tercera División para después seguir creciendo como futbolista, tanto a nivel individual como colectivo. La verdad es que tengo muchas ganas de poder debutar ya con mi nuevo equipo y aportar todo lo que tengo y así ayudar a que se cumplan las metas fijadas por el club”, añade Tomás Carreño, quien asegura haber tenido una excelente recibimiento por parte de la gran familia que da vida a la entidad ibicenca, así como de sus nuevos compañeros de vestuario, que desean al de Santa Fe muchos éxitos en su nuevo desafío futbolístico.

De las Feroe a las Pitiusas

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El Formentera ya tiene el portero que andaba buscando estos días como recambio de Chechu, que se marchó en el mercado de invierno al Reus. Se trata del joven de 22 años y 1.90 metros Henrik Lindhard Jensen (Dinamarca, 21|02|1995), que llega a las Pitiusas después de jugar en la Primera División de Islas Feroe con el ÍF Fuglafjördur.

Según informa el club, el nuevo refuerzo rojinegro rescindió su contrato el pasado mes de enero y se encontraba sin equipo. “Linhard es un portero corpulento y destacamos de él sus reflejos y ágiles movimientos debajo de los tres palos”, explican desde la entidad que preside Xicu Ferrer.

El nuevo guardameta del Formentera llegará el próximo sábado a Alicante y se desplazará a Alcoi, donde se disputará el próximo partido de Liga frente al Alcoyano, correspondiente a la jornada 25. El lunes siguiente, Lindhard participará en su primer entrenamiento como nuevo futbolista formenterense.

sushi&love

Futuro de oro en la tacita de plata

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Pablo Sierra del Sol Cádiz no es diferente. Cádiz es única. Para empezar, es la ciudad más antigua de Europa. Esta pequeña península, conectada con el resto de Andalucía por un istmo estrechísimo, ha estado habitada desde hace tres milenios. Tiempo suficiente para que pueblos, culturas y religiones bien diferentes hayan dejado un sustrato de historias, costumbres y tradiciones riquísimo en el puerto que durante siglos sirvió de puente entre dos mundos, el Viejo del continente europeo y el Nuevo de las Américas.

Aunque mira al Atlántico y tiene a sus espaldas el Mediterráneo, la arquitectura de la parte vieja de Cádiz se hermana con las capitales coloniales del antiguo imperio español gracias a los siglos de comercio con La Habana, Santo Domingo o Cartagena de Indias. Visitar Cádiz es saltar al Caribe sin abandonar Andalucía, enamorarse del fluir de unas calles que se recorren para gozarlas, una geografía urbana apretada entre el océano y la bahía donde los viejos se sientan en las puertas de las casas como si vivieran en un pueblo grande y los niños corretean por las plazas detrás de una pelota de fútbol.

Sus habitantes se sienten orgullosos de esa manera de vivir que hereda cada generación para actualizarla a su manera. Entre la gastronomía, variadísima y marinera, la gracia, las máscaras, las chirigotas y el Carnaval o la Constitución que se discutió y aprobó dentro de teatros y conventos allá por 1812 mientras las bombas de los franceses caían sobre la ciudad, el Cádiz Club de Fútbol es una de las cosas más adoradas por los gaditanos. Un gaditano ríe y llora en amarillo y azul. Sueña con el cielo de Primera y sufre el pozo de Segunda B en las gradas del Carranza. Si en la vecina San Fernando no hay más dios que Camarón, en la capital de la provincia el duende se esconde en una gambeta del Mágico González. Y es que hay que tener mucho ingenio para regatear al paro y llegar a fin de mes en la capital de una de las provincias con más porcentaje de desempleados del país.

Desde el pasado verano, un futbolista ibicenco está conociendo ese universo tan peculiar a la vez que disfruta la experiencia de vestirse de cadista cada domingo. Jordi Tur Antonio, de 19 años, llegó procedente de la cantera del Barça con ganas de comerse el mundo y, de momento, la apuesta le está saliendo redonda. Tur ha sido convocado con el primer equipo para dos partidos de Copa del Rey y, aunque el debut a las órdenes de Álvaro Cervera todavía no ha llegado, el filial, donde tiene ficha, está liderando su grupo de Tercera División. El centrocampista tiene un gran porvenir por delante y quiere vivirlo en la tacita de plata.

–El Cádiz B va en serio. A falta de catorce jornadas le sacáis ocho puntos al segundo. ¿Es posible ser campeones del potente grupo X de Tercera?

–Sí, pero hay que trabajar mucho. Nosotros no vamos a sacar partidos adelante jugando mal y tirando de oficio. Hay que mantener el nivel de juego y el tono físico hasta final de temporada. Sobre todo, no presionarse demasiado. Lo que nos está pasando es un premio totalmente inesperado. Yo llegué en verano a un equipo que acababa de subir desde Preferente. El objetivo no era otro que la permanencia en Tercera, en un grupo, además, muy complicado. Cuando era pequeño veía muchos partidos de la Tercera balear, pero el grupo de Andalucía Occidental no tiene nada que ver, aunque ahora en las islas estén el Mallorca B y el Ibiza peleando por el título. Los dos serían rivales durísimos en el playoff. Eso sí, en esta Liga te encuentras a futbolistas que en el pasado estuvieron en equipos de superior categoría. Sin ir más lejos y por nombrarte el caso más ilustre: cuando jugamos contra el Sanluqueño teníamos enfrente a un tal Dani Güiza.

–¿Cuándo os distéis cuenta de que podíais estar en la parte alta de la tabla y disputar el título?

–La clave fue empezar ganándole al Ceuta, que es un equipo muy potente, de los que están diseñados para pelear por el ascenso. Allí juegan Dani Gallardo, el hermano de Javi, el lateral izquierdo de la Peña, y Willy, que el año pasado subió con el Formentera a Segunda B. Derrotarles en la primera jornada fue inesperado. Luego empatamos varios partidos, volvimos a ganar y nos situamos en la parte alta. Tardamos mucho en perder [la primera derrota llegó en la jornada 13, contra el Gerena] y en los duelos directos hemos respondido muy bien. Fue impresionante ganarle al Algeciras en su campo. Ellos van segundos y tienen la obligación de subir por historia y porque su máximo rival, la Balompédica Linense, está ahora en Segunda B.

–¿Cuál es la media de edad en el filial del Cádiz?

–Muy baja. Es un equipo hecho con futbolistas sub’23. No se volvieron locos a la hora de contratar caras nuevas tras el ascenso a Tercera. No han fichado a ningún veterano para sumar experiencia. Eso le da mucho más mérito a lo que estamos consiguiendo. El objetivo del club es formar jugadores que algún día puedan debutar en el primer equipo. Siempre hay gente de la dirección deportiva siguiendo nuestros entrenamientos y partidos. Se nota que están encima del filial.

–¿Te costó entrar en el once?

–Fui suplente en la primera jornada y luego me fui colando hasta hacerme mi sitio. Al míster [Baldomero Hermoso, Mere] le gusta mi manera de entender el fútbol y me está dando minutos. Estoy muy a gusto tanto en la ciudad como en el club.

–¿Cómo definirías Cádiz en pocas palabras?

–Hospitalaria. La sensación que he tenido desde que llegué es la de estar en casa. Tanto en la ciudad como en el club. Me he alquilado una casa en San Fernando donde vivo solo y hay espacio de sobra para la familia cuando viene a visitarme. Salir de un club tan grande como el Barcelona, donde hay muchos protocolos y todo está tan estructurado, podía ser difícil para mí. Yo llevaba en el Barça desde los 16 y estaba acostumbrado a una manera de funcionar muy concreta. En el Cádiz me he encontrado gente tan profesional como cercana. Desde José Carlos Cordero, el director deportivo, que fue quien apostó por mí este verano cuando supo que no iba a renovar por el Barça C, hasta el último empleado del club, todos han conseguido que me encuentre bien aquí. Por ejemplo, los padres de mis compañeros, con los que me llevo genial, me han preguntado más de una vez si estoy bien o si necesito ayuda de algún tipo. Noto y agradezco esa preocupación porque es como si no me hubiera marchado de Barcelona o de Ibiza.

–El primer equipo está haciendo en Segunda A una temporada tan buena como la que estáis protagonizando los jugadores del filial. El Cádiz lucha por volver a Primera casi trece años después.

–La ciudad está volcada con el equipo más que nunca y eso que el Cádiz tiene una afición que apoya en las buenas o en las malas. La Segunda A es muy traicionera, pero el primer equipo está trabajando muy bien y los resultados son muy positivos. Que subieran a Primera sería precioso.

–¿El ascenso del Cádiz B al fútbol de bronce también ilusiona?

–Mucho, aunque a otro nivel, evidentemente. Pero te sorprendería el ambiente que hay en los partidos que disputamos como locales. La ciudad deportiva está fuera de Cádiz y, para hacer más fácil a los aficionados el desplazamiento, el club fleta autobuses gratuitos que salen del Carranza. Podemos meter a más de mil personas los domingos normales y si hay un partido especial, llenamos la grada. Contra el Sevilla C había más de dos mil personas animándonos. La ciudad deportiva se llenó de pancartas, banderas y bocinas. Los cadistas hacen mucho ruido.

–¿Impresiona ver un partido en el Ramón de Carranza?

–Es una sensación mágica. Cuando voy a ver al primer equipo intento concentrarme en el partido, seguir cada detalle del juego y aprender mucho. Lo que ocurre es que es imposible escaparte de lo que ocurre a tu alrededor. La afición es tan entregada y aprieta tanto que los rivales saben que el Cádiz tiene ventaja cuando juega en casa [solamente ha perdido un partido en el Carranza en toda la temporada; el filial, por su parte, está invicto en la ciudad deportiva]. Y, encima, te ríes porque esta gente tiene mucha guasa y siempre está gritando o cantando cosas muy graciosas.

–La guasa no es un mito.

–Para nada. En el filial hay muchos gaditanos y, al principio, como yo no los conocía demasiado y me cortaba un poco, se pensaban que era muy tímido y no me gustaba hablar. Lo que ocurre es que ellos tienen mucho ingenio y cada dos por tres te están haciendo bromas. Así es sencillísimo integrarte en un vestuario que se conoce de antes.

–Se acerca el Carnaval. No sé si el club impone alguna prohibición para que el primer equipo y los chicos del filial y la cantera no os desmadréis.

–[Ríe] ¡No que yo sepa!

–¿Te empaparás un poco del ambiente carnavalero, entonces?

–Hombre, ya que hemos venido a vivir a Cádiz, habrá que conocer un poco el Carnaval sin perder de vista el trabajo diario. Ya están montando cositas en la ciudad y escuchas a la gente hablar de Carnaval por la calle. Seguro que vivir esta experiencia será algo muy bonito.

–¿Te ves mucho tiempo en el club?

–He firmado tres años de contrato y me gustaría aprovecharlos para crecer como futbolista y acabar de formarme. Tengo aún 19 años y mucho recorrido por delante. Si vine aquí fue porque me atrajo el proyecto que tenía la entidad. Creo que están haciendo las cosas bien de arriba abajo y las trayectorias del primer equipo y el filial son la muestra. Entrenar con la plantilla de Segunda A, ir convocado en una eliminatoria de la Copa del Rey y, ojalá, debutar en la Liga de Fútbol Profesional son como premios extra, una motivación que te empuja a entregarte más en los entrenamientos y en los partidos de Tercera con el Cádiz B.

–Precisamente, los que te conocen bien destacan de ti que eres un futbolista que se deja la piel en el campo. ¿Qué más puede aportar Jordi Tur a su equipo además del trabajo?

–Es cierto que soy un futbolista que cree mucho en la disciplina y en el trabajo. Siempre es bueno para un equipo que los centrocampistas sean currantes, tengan largo recorrido y se desvivan a favor del colectivo. Además de eso, creo que sé jugar fácil. Ya admiraba el juego y la filosofía del Barça antes de entrar en La Masia, pero allí acabaron de meterme en la cabeza de que hay que jugar al fútbol con uno o dos toques como máximo. Elegir en el medio del campo la opción más sencilla o lógica. Los años que he estado en Barcelona me han servido para mejorar en ese aspecto y es una de las facetas que Mere, mi entrenador actual, más valora de mi juego.

–Tienes muchos años de fútbol por delante y los estás compaginando con los estudios de Administración y Dirección de Empresas. ¿Has tenido que cambiar de universidad al trasladarte de Barcelona a Cádiz?

–Sí. Tuve que matricularme en la Universitat Oberta de Catalunya y estudiar a distancia. Por suerte, la UOC tiene sede en Sevilla y voy allí para hacer los exámenes cada cuatrimestre. Estudio desde casa y espero ir sacándome todas las asignaturas que pueda. Mis padres me han inculcado desde siempre que para poder ser futbolista hay que estudiar algo complementario. No te puedes cerrar puertas porque este deporte es muy impredecible. ADE es un grado que me gusta y que pienso que en el futuro me puede mantener vinculado al fútbol de alguna manera. Sería uno de mis sueños para el día que cuelgue las botas.

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