El Sant Antoni se marca una fiesta en El Prat

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Hay días en los que un equipo no solo gana un partido, sino que lanza una declaración de intenciones que retumba en todo el mapa. Y eso fue exactamente lo que hizo el Class Sant Antoni en El Prat: plantarse, apretar los dientes y montar una verbena baloncestística que acabó en paliza de escándalo. El marcador (58-87) no engaña a nadie. Fue un repaso con banda sonora de épica y sonrisas isleñas. La vuelta en Sa Pedrera pinta más a celebración que a batalla, pero cuidado, que esto es baloncesto y aquí nadie regala medallas.

Desde el salto inicial, los sanantonienses salieron con cara de pocos amigos. Y no porque tuvieran un mal día, sino porque sabían que este era el momento de poner la primera piedra del sueño: la Primera FEB. En tres minutos ya iban marcando territorio con un parcial que olía a dominación. El Prat intentaba sacarse las legañas, pero el vendaval portmanyí no perdonaba ni una. Zidek, ese gigante con mirada de francotirador, empezó a afilar la muñeca como quien afila cuchillos antes de un festín.

Y vaya si hubo festín. Laron Smith, con su físico de superhéroe y alma de gladiador, se dedicó a castigar a los interiores locales sin piedad. Llorca, con su clase de veterano callejero, y Mayo, ese tipo que no sabes por qué pero siempre aparece cuando quema la bola, completaban una función coral de esas que se disfrutan con los cinco sentidos. ¿La grada del Sant Antoni? Enloquecida. Algunos ya hablaban de reservar el bus para la siguiente ronda.

El Prat, mientras tanto, parecía atrapado en una pesadilla sin botón de pausa. Por momentos, reaccionaban, amagaban con meterse en el duelo, pero cada vez que asomaban la cabeza, venía el rodillo balear a recordarles quién mandaba en el parquet. Barrio, el estratega silencioso, movía el banquillo con la precisión de un director de orquesta: ni una nota fuera de lugar. Si había que parar el ritmo, lo hacía. Si tocaba acelerar, soltaba a los galgos. Y los galgos mordían.

Tercer cuarto. Momento crítico. Los locales apretaron, buscaron el milagro, se pusieron a diez. Pero los de Sant Antoni no son de los que se asustan fácil. Aguantaron, aguantaron… y cuando vieron la rendija, entraron como un rayo. Mayo metía libres con la tranquilidad de un franciscano y Smith seguía machacando como si el aro le debiera dinero. Y entonces apareció otra vez Zidek, que firmó un último cuarto de escándalo, con triples que olían a sentencia judicial. Qué barbaridad de jugador cuando se enciende.

Los últimos minutos ya fueron puro gozo ibicenco. El Prat se diluyó como un azucarillo en café caliente, sin respuestas, sin alma, sin plan. Otro triple, otro mate, otra defensa al límite. El marcador iba subiendo, la moral local cayendo en picado, y los de Sant Antoni… sonriendo. Porque sabían que habían hecho el trabajo sucio. Que el paso estaba dado. Que la orilla del ascenso está ahí, tan cerca que casi se puede tocar.

Ahora, con un +29 en el bolsillo, queda rematar la faena en casa. Y Sa Pedrera, ya se sabe, cuando huele a gloria se convierte en una caldera. El Prat necesitará un milagro bíblico. El Sant Antoni, con seguir igual, ya tiene medio pie en la última parada antes del paraíso. Esto no es solo un equipo que juega bien. Es un equipo que cree, que se gusta, que lo disfruta. Y cuando eso pasa… que se aparten los que no estén preparados para bailar.

Ficha técnica:

CB Prat (16+16+15+11): M. Peñarroya: (8), V. Isaac Onuetu (8), Q. Salvans (2), I. Ordóñez (4) y E. Suero (4) -equipo inicial-. S. Costa (2), M. Sesé (11), R. Martí (2), J. Nogués (6), T. Smallwood (5) y P. Carreño (6).

Class Bàsquet Sant Antoni (25+20+17+25): G. Gantt (8), L. Smith (16), A. Llorca (12), D. De la Rúa (6) y E. Arqués (4) -equipo inicial-. I. Mayo (10), S. Taiwo (9), J. Peris (1), R. Hayes, J. Zidek (18) y J. Llamas (3).

Árbitros: Israel Chacón Blázquez y Juan Jesús Betanzos García. Eliminaron, por cinco faltas personales, al jugador local Marc Peñarroya.

Incidencias: Partido de ida de los cuartos de final (segunda ronda) del ‘play-off’ de ascenso a Primera FEB, disputado en el Pavelló Joan Busquets de El Prat de Llobregat (Barcelona).

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