Una isla volcada con sus promesas

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El Municipal de Santa Eulària se transformó este sábado, por un día, en el centro emocional del fútbol base pitiuso. La ocasión no era para menos: la Fiesta de Campeones 2025 convocó a lo más granado del fútbol infantil de Ibiza y Formentera para rendir homenaje a quienes han brillado en los torneos de esta temporada. Sin embargo, lejos del formalismo de otras ceremonias, lo que se vivió fue una tarde de compañerismo, celebración y puro gozo deportivo.

Desde antes del inicio oficial del evento, el ambiente ya anticipaba algo especial. Las porterías, lejos de estar vacías, servían de excusa para que los más inquietos improvisaran partidillos con la misma pasión de un sábado de liga. Las gradas, vestidas con colores diversos, reflejaban la pluralidad de escudos que cohabitaban ese día en el campo. Por una vez, la omnipresente camiseta blanca de la Peña Deportiva no dominaba el paisaje: compartía protagonismo con los colores de clubes de toda la geografía pitiusa.

A medida que las medallas comenzaban a colgarse de los cuellos de los pequeños campeones, las botellas de agua desaparecían de las mesas como si fueran trofeos en sí mismas. La organización, atenta, se multiplicaba para mantener hidratado a un público joven e inagotable. Las entregas de premios se sucedían con ritmo alegre y desenfadado. Las copas eran recibidas entre máquinas de humo y música, dando un toque festivo que encajaba perfectamente con la esencia de la jornada.

Detrás de cada niño que subía al escenario había una historia de esfuerzo compartido. Desde los entrenamientos a horas intempestivas hasta los desplazamientos entre islas, todo ello impulsado por una afición que no ocupa gradas de estadio, pero que llena de vida las bandas de los campos cada fin de semana. Padres, madres, hermanos, abuelos… todos se daban cita, móvil en mano, para capturar ese instante de gloria efímera pero inolvidable.

El evento también sirvió como un discreto pero firme reconocimiento al papel de las familias en el desarrollo deportivo de los más pequeños. Aunque no siempre se lleven el foco, su apoyo es la columna vertebral del fútbol base. Las dificultades económicas, la conciliación de horarios y el acompañamiento emocional son parte invisible del éxito que se celebra en el terreno de juego.

Al cierre de la jornada, los niños correteaban por el campo con sus trofeos en mano como si fueran botines de una batalla ganada con risas y goles. Las fotos en grupo, los abrazos con entrenadores y las miradas cómplices entre compañeros daban forma a una escena que, más allá del resultado deportivo, hablaba de comunidad, valores y futuro. Porque si algo demostró la Fiesta de campeones es que el fútbol base en las Pitiüses está muy vivo. Y lo mejor: con una sonrisa en cada esquina del campo.

Paloma y el influencer dejan huella en Santa Eulària

Una nueva pincelada de espectáculo aportaron al Municipal de Santa Eulària una figura convertida en referente del freestyle y un creador de contenidos que, lejos del postureo habitual, supo contagiar a propios y extraños su pasión por el fútbol base.

Sobre el escenario, Paloma —reconocida freestyler y tres veces campeona nacional en su disciplina— acaparó miradas con malabares, toques imposibles y una mezcla de destreza y elegancia que encajó a la perfección con el espíritu festivo del evento. Su actuación no solo elevó la energía del público, también inspiró a los más jóvenes, que intentaban emular sus movimientos.

Paralelamente, el influencer Gómez Nawer jugó un papel central en la ceremonia. Como embajador de la fiesta, su presencia añadió un aire moderno y cercano. Sin recurrir a gestos grandilocuentes, se limitó a estar entre los niños, acompañar la entrega de trofeos y arropar con humor y espontaneidad a los pequeños futbolistas. Esa naturalidad le hizo ganar simpatías tanto en el césped como en las gradas.

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