El Inter Ibiza afila sus armas con la mirada puesta en un objetivo ambicioso: consolidarse en una Tercera RFEF cada vez más competitiva. Y para ello, ha decidido apostar fuerte con la incorporación de Lucas Daniel Callejo, un futbolista argentino que llega con el aura de quien ha vivido batallas de verdad y no teme al desafío que supone el fútbol balear.
Nacido futbolísticamente entre los muros de dos instituciones emblemáticas del conurbano bonaerense como Argentino de Quilmes e Independiente de Avellaneda, Callejo trae en sus botas un sello indeleble de escuela rioplatense: técnica aguerrida, mentalidad ganadora y una versatilidad táctica que lo convierte en una pieza valiosa para cualquier sistema. Su experiencia en Villa San Carlos, curtido en la exigente Primera B Metropolitana, lo moldeó como un jugador de contextos ásperos, habituado a luchar cada balón como si fuera el último.
El salto a Europa lo dio en la Penya Independent, donde no solo se adaptó con rapidez al ritmo del fútbol balear, sino que se convirtió en uno de los pilares de un equipo que rozó la gloria con la yema de los dedos. La final por el ascenso a Segunda Federación quedó como una herida abierta, pero también como un escaparate que dejó al descubierto la categoría de un jugador que, pese a no alcanzar el objetivo, supo destacarse en los momentos de máxima presión.
Ahora, el Inter Ibiza suma a su plantilla a un futbolista de esos que hacen grupo, que se visten de líder cuando el contexto lo exige. Capaz de desempeñarse como mediocentro, lateral o central, Callejo ofrece una polifuncionalidad que multiplica las opciones tácticas de un equipo que quiere ser protagonista desde la jornada uno. No es un fichaje más: es un refuerzo con jerarquía, madurez competitiva y una lectura del juego que escasea en estas categorías.
Su llegada eleva el nivel del vestuario y transmite un mensaje claro: el Inter Ibiza no está en Tercera para participar, sino para competir con la ambición de quien quiere crecer, paso a paso, pero sin renunciar a nada. Callejo, con su perfil sobrio y compromiso silencioso, encarna ese espíritu de esfuerzo sostenido que tantas veces define una temporada.
Tener a un jugador que puede ser muro, brújula o escudero según lo requiera el partido, es una ventaja que pocos pueden permitirse. El Inter Ibiza lo sabe. Y Lucas Callejo, también. El reto está servido.