Con apenas 23 años y una mochila cargada de ilusión, Kai Johnson aterriza en Ibiza para ponerse al mando del timón del Class Bàsquet Sant Antoni. Su fichaje representa una apuesta de futuro y un guiño decidido al talento emergente. El base estadounidense, nacido en Washington y forjado en la competitiva NCAA, se incorpora al proyecto portmanyí con la intención de dejar huella desde el primer bote.
Johnson viene de firmar una sólida campaña con los Montana Grizzlies, donde promedió 11,2 puntos, 3,1 rebotes y 1,8 asistencias por encuentro en la temporada 2024-25. Cifras que hablan de un jugador constante, con buena lectura de juego y recursos para anotar tanto en penetración como desde media distancia. Su mejor actuación llegó nada menos que en el debut del curso, cuando se fue hasta los 27 puntos frente a Hawai Hilo, una carta de presentación que puso en aviso a más de un ojeador.
Con 1,92 metros de estatura y un físico atlético, Johnson se perfila como un base moderno: versátil, con piernas para defender y capacidad para asumir galones cuando el balón quema. Pero más allá de los números, su salto a Europa —y más concretamente a Sant Antoni— supone también un desafío cultural y deportivo. Será su primera experiencia fuera de Estados Unidos, un terreno desconocido que pondrá a prueba su adaptación y carácter competitivo.
En un vestuario donde ya figuran nombres experimentados como Dani de la Rúa y Gerard Blat, la irrupción de Johnson añade una nota de frescura e intensidad a la dirección del juego. Su presencia podría abrir nuevas variantes tácticas, ya sea compartiendo pista con otro base o liderando el ritmo en solitario. Para un equipo que no esconde su ambición de pelear por el ascenso a la Primera FEB, disponer de una plantilla con esta variedad de perfiles en la posición de ‘uno’ puede marcar la diferencia en una categoría tan exigente.
La llegada del joven norteamericano se enmarca dentro de una política deportiva que apuesta por el equilibrio entre experiencia nacional y talento extranjero. Si Johnson consigue adaptar su estilo al baloncesto español, no solo será un recurso valioso en la rotación, sino también un espectáculo para la afición de Sa Pedrera, ávida de nuevas emociones.
El balón ya rueda en Sant Antoni y, con Kai Johnson en la pista, el futuro empieza a latir con ritmo americano.